Mi dulce chica del servicio ¡actualizada!
Hola a todos los seguidores de la bilogía, Mi dulce chica del servicio.
Les acabo de dejar un mini maraton en dos capitulos contínuos de aproximadamente 37mil caracteres, para que disfruten del intenso momento y el más especial entre Abel y Vivian. No podía darles un capítulo corto para tan extraordinario momento, espero que lo disfruten.
Capítulo 22 Entrega en cuerpo y alma Parte I
Fragmento:
Luego de nuestro desayuno. Mi nena y yo nos vamos a descansar un rato a la habitación. En poco tiempo se queda dormida, así que aprovecho para adelantar un poco de trabajo de la reunión que tendremos mañana.
Un toque en la puerta me avisa que es hora del almuerzo, pero mi nena está tan dormida que preferí no despertarla y seguir trabajando hasta que lleguemos a Londres. Podremos comer en cuanto estemos en mi residencia.
Pocas horas después, la asistente de vuelos nos avisa que pronto llegaremos a destino. Así que la despierto con un montón de besos y la llevo de vuelta a los asientos.
—Es hora de abrir los ojos dulzura, estamos a punto de llegar y debemos ocupar nuestros asientos.
Abre sus hermosos ojos dormilones y con un gran bostezo, se levanta de la cama.
Una vez que nos sentamos y aseguramos nuestros cinturones, el capitán nos indica que estamos a punto de aterrizar. No veo la hora de comenzar a disfrutar con mi hermosa princesa.
Al bajar del avión, nos dirigimos al estacionamiento privado y subimos a la limusina que mantenemos allí guardada para mis viajes a Londres. Mi nena solo observa todo a su alrededor, exultante por cada cosa que ve, disfrutando del nuevo paisaje, de la primera ciudad a la que viaja y que tiene oportunidad de conocer.
En menos de media hora llegamos a Kensington and Chelsea, exactamente a Cottesmore Gardens. Es una de las zonas más bellas y tranquilas de Kensington, llena de mansiones construidas con gusto y mantenidas con esmero. Buena parte de las casas tienen aspecto señorial y jardín. Sé que a mí nena le encantará.
—Ven cariño, hemos llegado a casa.
La tomo de la mano y la llevo entusiasmado para que conozca la que será nuestra vivienda mientras estemos en Londres.
—Bienvenido a casa, señor Earhart.
Es mi ama de llaves quién nos recibe.
—Gracias Gillian. Ella es mi novia, Vivían Mcnamara.
Quiero que cada persona que conozca y esté bajo mis servicios, sepan que ella es mi novia, la mujer de mi vida.
—Bienvenida, señorita Mcnamara, será un placer para mí estar a su servicio.
—Gracias.
Responde mi nena con timidez.
Los dos entramos y mientras Christopher trae nuestro equipaje, subo con mi pequeño ángel al piso superior, lugar en donde está ubicado nuestro dormitorio.
Al abrir la puerta, mi nena recibe su primera sorpresa del día. La habitación está totalmente cubierta de flores en todos sus colores y tipos. No sé cuál es la preferida de mi princesa, así que las pedí todas. El delicioso olor perfuma el ambiente y lo carga con cierto toque romántico.
Jadea, al tiempo que se acerca a ellas y comienza a olerlas una a una. Recorre de un lado a otro sin saber qué hacer con ellas. Yo solo me apoyo en el marco de la puerta para disfrutar de su reacción.
—Me encantan, mi señor. Todas y cada una de ellas. Son hermosas… mucho, mucho.
Viene de vuelta hacia mí y en un salto escala sobre mi cuerpo y se aferra a mi cuello. Hunde su lengua en mi boca tomándome por sorpresa, mientras la sujeto de las nalgas y respondo efusivamente a su beso.
Capítulo 23 Entrega en cuerpo y alma Parte II
Fragmento:
Después del almuerzo, nos dirigimos al primero de nuestros destinos, es lo que ha dicho mi señor. Vamos hacia a Redchurch Street, en shoreditch, que se encuentra a una distancia de una hora aproximadamente del sitio en el que estamos. No ha querido mencionar porque necesitamos hacer un viaje tan largo, pero me ha dicho que es parte de nuestro itinerario, una palabra complicada y que no conocía, pero que me ha dicho que significa algo como recorrido o trayecto. Bien, como sea, estoy a la expectativa.
Una hora después. Nos detenemos frente a un sitio al que mi señor ha llamado The Aubin Cinema, también es lo que aparece descrito en un enorme cartel situado sobre la fachada.
—Mi señor, ¿qué es un cinema?
Estoy a punto de comerme las uñas de tanta emoción. Quiero conocerlo todo, siento que la ansiedad comienza a devorarme y necesito descubrir todo aquello que hasta ahora desconocía.
—Es un lugar donde se proyectan películas, preciosa. Me imagino que no sabes a qué me refiero y que nunca antes habías visitado un lugar como este —niego con la cabeza—, así que hoy descubrirás la magia del cine proyectado a través de una gran pantalla.
No entiendo a lo que se refiere, pero me muero por entrar y descubrirlo de una vez.
—¿Películas? No sé de qué se trata, mi señor. Pero estoy más que deseosa por saberlo.
—Son imágenes en secuencia que se proyectan sobre una pantalla blanca, y crean una ilusión óptica de que están en movimiento. Te explicaré mejor, una vez que estemos allí y comience la función.
Asiento, cada vez más maravillada con todo lo que sabe mi señor y por la increíble experiencia que me está haciendo vivir.
Me toma de la mano y se detiene en una taquilla, donde una chica le entrega 2 tiquetes que ha comprado para nosotros. Luego compramos algunas golosinas —fantástico, estoy muriendo por probarlas— y nos dirigimos a la sala donde se proyecta la película.
—Cariño, quise traerte a este lugar porque quiero que conozca la experiencia de mi mano. Que disfrutes de todo aquello que se te ha prohibido y que yo estoy encantado por enseñarte —asiento, conmovida—. Es una pequeña sala, muy íntima —¡me encanta!—, de cuarenta y seis asientos, que son en realidad amplísimos sofás para dos personas, con mullidos cojines y una manta —me da un beso en la mejilla—, así que allí es donde mismo nos sentaremos.
Estoy fascinada con el lugar. Nos sentamos uno al lado del otro. Opto por quitarme las zapatillas y subir mis piernas sobre las de mi señor, casi sobre su regazo, muy pegada a su cuerpo, donde pueda sentir el exquisito aroma de su piel mezclado con su perfume habitual. Coloca las golosinas y las bebidas sobre una pequeña mesa, al tiempo que apoya sus pies también descalzos sobre una pieza dispuesta para ello. Finalmente toma la manta y nos envuelve con ella, mientras me rodea con sus brazos, para disfrutar muy cómodos y relajados de la venidera atracción.
Quedo impactada minutos después, cuando aparecen las imágenes más hermosas sobre una pantalla de luz resplandeciente que ilumina tenuemente la oscura habitación. No puedo apartar mis ojos de ella ni por un segundo, fascinada y hechizada con la magia que se reproduce ante mis ojos.
—¿Te gusta, cariño? —pregunta mi señor, en susurros a mi oído.
—Estoy encantada enormemente.
Lo miro a los ojos con la misma intensidad con la que palpita mi corazón y le doy un beso corto en los labios. Sonríe encantado y feliz con mi respuesta.
Disfrutamos y peleamos por las golosinas mientras disfrutamos de la proyección. Casi dos horas después la película finaliza y hago un pequeño puchero, puesto no quería salir de ese lugar tan espectacular.
—Me encanta ese pequeño gesto que haces con tu boquita, pero hay muchas sorpresas más y si no nos vamos ahora mismo, no nos alcanzará el tiempo para todo lo que he planeado, quiero darte un día especial y maravilloso que no puedas olvidar jamás, tal como te lo mereces.
Nuestro siguiente destino es a un sitio llamado London Eye, ubicado en Riverside Building, County Hall, Westminster Bridge Road. Mi señor me dice que fliparé, así que cuento los minutos para llegar allí. Un recorrido de aproximadamente veinticinco minutos. ¡Vaya!, que travesía.
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