El Impostor ¡Actualizada!
El impostor
Capítulo 7 Boleto a la felicidad
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Fragmento:
—Creo que no entendiste cuando te dije que no podías salir de esta puta casa, pero estás empeñada en que pierda los estribos y te haga pagar por ello.
No puedo detener el ritmo acelerado de mi respiración, estoy tan aterrada que incluso siento que estoy a punto de hiperventilar. No puedo evitar tenerle tanto miedo porque sé de lo que es capaz cuando pierde el control.
»Así que será mejor que me lo digas antes de que mi paciencia se agote, no creo que te guste en absoluto.
No puedo confesarle el porqué de mi salida y a pesar de que mi cerebro está embotado debido a su presión y al miedo que siento con él encima de mí, la adrenalina me hace reaccionar y consigo una respuesta, que espero que sirva para calmarlo.
—Salí a llamar a papá, quería ver si de alguna manera podía hacer las paces con él y conseguir algo de dinero para nosotros, pero no funcionó.
Entrecierra los ojos, poniendo en duda mi respuesta, pero segundos después, muestra una sonrisa de complacencia, que al menos de momento me saca del apuro.
—Buena chica —menciona satisfecho—, aspiro que consigas de papá algo de dinero, bastante falta que nos hace… solo espero que me estés diciendo la verdad, de lo contrario, te aseguro que te irá muy mal, ya conoces lo que sucede cuando me llevas la contraria y no haces lo que te ordeno.
Trago grueso y no le respondo. Estoy temblando con tan solo pensar en que pueda descubrir la verdad de lo que hice. Y si lo hace, que sea cuando me encuentre bien lejos de él.
Achica los ojos cuando ve que no respondo, así que me apresuro a hacerlo.
—No, señor, nunca me atrevería a mentirle, le aseguro que estoy diciendo solo la verdad.
Me muestra esa sonrisa maliciosa que tanto odio y me sujeta del mentón, apretando fuerte, solo para amedrentarme.
—Más te vale, zorra, o descubrirás ese lado perverso que hay en mí, que aún no has tenido el honor de conocer.
Me suelta con un movimiento brusco y luego se aleja de mí, sin decir nada más.
—Ahora levántate del maldito piso y dame algo de comer, quiero ir a dormir temprano porque mañana será un día duro en el gimnasio y no quiero que nada me saque de concentración.
Se aleja de mí y es cuando puedo volver a respirar. No puedo dejar de temblar, incluso, mis manos no dejan de sacudirse repetidamente, síntoma del terrible susto que acabo de pasar. Intentó matarme y si no huyo pronto de aquí, sé que la próxima vez no se detendrá.
Me levanto del piso y camino apresurada hacia la cocina. Busco lo más básico, algo que sé que le gusta y puedo preparar, porque no quiero repetir la misma experiencia, que cuando intenté freír los huevos. No tengo la culpa de que nunca haya aprendido a cocinar. Papá se encargó de que tuviera a una persona que se encargara de todo y jamás se me permitió la oportunidad de hacer algo por mí misma. Una dama no se llena las manos de grasa, me decía constantemente con su aire de superioridad y hasta hoy me doy cuenta de lo necesario que es que una mujer aprenda de todo y esté preparada para cualquier circunstancia.
1 comentario
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IngresarFelicitaciones está muy interesante la lectura del libro.
Karen Pichis Meledez, Gracias, bienvenida!!
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