Mi pequeño demonio ¡Actualizada!
Mi pequeño demonio
Capítulo 27 Mensaje enviado
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Frgamento:
Tengo que averiguar qué es lo que está pasando. No me gusta ver a un hombre como él, tan… tan… ¡Maldición! El tipo es bien parecido, no se puede negar y no porque sea hombre, voy a pasar desapercibido ese hecho… ¡joder! Mi princesa es hermosa y un tipo como él ha de haberlo notado al instante… ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! Y ahora está solo con ella y….
“¿Qué pasaría, si en lugar de usted, fuera yo... a quién hubiese encontrado siendo toqueteada por otro hombre?”
Me froto la cara, pensando en una y mil ideas, que solo me causan dolor de cabeza. Lo veo a él mirándola con deseo, luego poniendo sus manos sobre ella y finalmente besándola y eso termina por sacarme de mis casillas. No voy a quedarme aquí esperando a que otro hombre intente seducir a mi mujer… ella es mía y nadie va a poner sus manos sobre ella.
Subo las escaleras de dos en dos, desesperado por llegar a ella. No quiero que esté a solas ni un solo segundo con otro hombre que no sea yo. Confío en mi princesa, pero ese hombre no me da ninguna seguridad y mucho menos si está cerca de mi mujer.
Abro las puertas principales y puedo escucharlos hablar apenas entro al corredor interno. Me dirijo al lugar de dónde provienen las voces y me detengo justo frente a la puerta del salón principal. Mi cuerpo se crispa, cuando la escucho reír relajadamente con ese hombre que acaba de conocer… ¿Qué puede causarle gracia de él? ¿A caso es un maldito payaso?
Abro la puerta sin molestarme en tocar, es mi jodida casa y puedo entrar donde quiera y cuando quiera.
—Buenas tardes —pronuncio con tono hosco—, espero no interrumpir.
Ambos voltean al oírme entrar, están sentados a la mesa, no tan cerca, pero lo suficiente como para causarme irritación.
—De ninguna manera, señor Earhart, la señorita Mcnamara…
—Mi prometida —menciono de prisa, quiero que le quede claro que ella es mi mujer y que debe mantener distancia con ella—, solo por poco tiempo.
Hay sorpresa en su cara, pero el gesto le dura poco, como si le hubiera importado una mierda o como si poco le concerniera el anuncio.
—El señor, Hunter, me contaba algunas anécdotas de su infancia —me dice con una enorme sonrisa en su cara, como si lo que le ha contado fuera la historia más emocionante de su vida—, es bastante hilarante, creo que congeniaremos sin ningún problema.
¿Congeniar? ¡Sobre mi cadáver!
—Princesa… ¿puedo hablar contigo unos minutos?
Entrecierra los ojos y me mira con sospecha, tratando de averiguar mi verdadera intención.
—Ese asunto del que quiere hablarme… ¿puede esperar para después, señor Earhart? —que me llame de esa manera me choca y mucho más cuando el entrometido mira con cierta curiosidad entre los dos, al notar la manera tan formal en la que mi nena, acaba de llamarme—, no quiero ser desconsiderada con mi profesor y dejarlo solo, cuando apenas acaba de llegar —mi mandíbula, literalmente, golpea contra el piso. No puedo creer que mi pequeño ángel, elija quedarse con un recién llegado que correr a mis brazos—, además, tengo entendido que su abogada le ha llamado para una reunión urgente, así que no quiero demorarlo y ser la causa por la que su trabajo se vea afectado.
¡Maldición! Lo había olvidado. Observo mi reloj y estoy a punto de mandar a la mierda todo, tan solo por quedarme junto a mi reina y estar pendiente de lo que ese tipo quiera hacer. Pero lo cierto es que no puedo vigilarla durante todo el día, así que tendré que ir a resolver este problema y volver a casa lo más pronto posible.
Solo que… me resisto a poner un pie fuera de este lugar.
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