Mi pequeño demonio "Actualizada"
Mi pequeño demonio
Capítulo 28 Ángel o demonio
Capítulo 29 Poniendo a las zorras en su lugar
+18
En proceso
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Fragmento cap. 28
Subo a la limusina y desde ese mismo momento, tengo ganas de detener el auto y volver con ella. Al menos nuestra relación vuelve a retomar su cauce y mi pequeño ángel se muestra dispuesta a olvidar todo lo sucedido. No soportaría que un asunto sin importancia, interfiera en nuestras vidas, sobre todo ahora que está embarazada y más sensible que nunca.
Ahora, el asunto con ese profesor es harina de otro costal. Su cercanía con ella, me incomoda y me tiene fuera de lugar. No sé qué intenciones se trae entre manos, pero lo cierto es que me voy a mantener cercano y vigilante de todos sus movimientos.
—Señor, hemos llagado.
Me bajo del auto y no puedo evitar seguir dándole vueltas a las ideas dentro de mi cabeza. Es imposible, dejar de pensar en que ese hombre está con ella y que buscará alguna manera para intentar seducirla. He debido echarlo a patadas de allí, pero no quería que mi nena pensara que de alguna manera me estaba oponiendo a sus propósitos.
Una vez que entro al edificio, camino en modo automático hacia el ascensor. Tengo la sensación de que algo va a salir mal, como una especie de presentimiento, que comienza a inquietarme y me llena de preocupación.
Suspiro profundo y me aprieto las sienes mientras voy en ascenso. Justo hoy tenían que antojarse esos malditos idiotas, en querer discutir un contrato que estaba más que aclarado y concluido.
Las puertas del ascensor se abren y justo en ese instante, mi abogada sale de su oficina.
—Señor Earhart, que gusto volver a verlo —su efusividad me incomoda y me pone en alerta—, los socios lo esperan en la sala de reuniones.
Confirmo con un pequeño asentimiento de cabeza y enseguida me dirijo al salón de conferencias.
Una vez dentro, las discusiones comienzan y se alargan más de lo previsto. Observo una y otra vez mi reloj y a cada segundo que pasa, me siento más preocupado, porque le prometí a mi nena, que volvería temprano con ella y sin embargo llevo casi cuatro horas, atascado en esta jodida reunión.
Fragmento cap. 29:
—¿Demasiado ocupado como para correr a los brazos de su futura esposa?
Me mira totalmente sorprendido, como si lo que estuviera viendo se tratara de una increíble fantasía que al fin logra cumplir. Deja caer su bolígrafo sobre el montón de papeles y se queda paralizado sin saber que decir sobre la sorpresa que acabo de darle. Su mirada me desviste y produce emociones en mí, que me hacen temblar.
»Hay un dicho que reza… “si la montaña no viene a ti, entonces, ve tú a la montaña”… —le digo segura, mientras imito los gestos de esa chica famosa del cine, Marilyn Monroe, porque verme tan sexy como ella —, ¡Ops! creo que no es exactamente como dice, pero en fin... —encojo mis hombros— bueno, lo cierto es, que estaba cansada de esperar, así que decidí tomar el toro por los cuernos y vine a buscar lo que me pertenece.
Suelta una gran carcajada por mis locuras y estoy a punto de hacer lo mismo pero mantengo mi actitud de chica elegante y sensual.
—Es la sorpresa más maravillosa que he recibido en esta día tan agotador —su voz me dice que he logrado mi cometido, ya lo conozco y sé que he captado toda su atención—, definitivamente insuperable.
Me acerco a él con paso decidido y cuando intenta levantarse de la silla lo detengo… esta noche soy yo quien dice cuándo y cómo.
—No, no, no, señor —le indico con un movimiento con mi dedo—, usted quietecito donde está, que está noche quien ordena soy yo.
Lo veo dudar, sin embargo, sé queda sentado. Suelto mi caballería y con movimientos sensuales suelto el cinturón de mi chaqueta y le permito que le dé un vistazo a lo que llevo debajo de ella. Poco a poco y mientras mantengo sus ojos puestos sobre mí, la dejo caer al suelo y me muestro totalmente para que se deleite con la poca ropa que llevo puesta.
Me aproximo un par de pasos más sin permitir que me tenga a su total alcance.
—Debes mantener cerrada tu boca, Mi Señor —me inclino sobre el escritorio y con mi dedo índice empujo su mentón hacia arriba para obligarlo a cerrarla—, no quiero que nada entre en ella… a menos que sea mi lengua.
Me acerco al borde del escritorio y aparto todos los documentos a un lado, no quiero dañar nada, sobre todo porque lo que haré a continuación, ocasionará algunos desastres sobre la mesa. Rodeo el mueble y me ubico entre sus piernas para luego sentarme a la orilla. Elevo mis piernas sobre los brazos de la silla y le doy un vistazo de la humedad que ha ocasionado en mis bragas, tan solo con verlo. Estoy más que excitada y juro que si pone un dedo sobre mí, no voy a poder contenerme y explotaré en un orgasmo.
Sus manos se estacionan en mis rodillas y ese pequeño contacto me hace soltar un gemido tan profundo, que si estuviéramos en hora de oficina, sus empleados se avergonzarían con tal escándalo. Mi cuerpo se arquea cuando las sensaciones me llevan al límite y están a punto de hacerme perder el control.
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