Pasaje a la pasión ¡Actualizada!
Pasaje a la pasión
Capítulo 28
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Fragmento:
Tomo su rostro lleno de lágrimas en mis manos y las seco con mis dedos.
—Cielo —la miro fijamente a los ojos—, desde el primer momento en que te vi, cambiaste toda mi vida y pusiste todo mi mundo de cabeza en un segundo. Nunca en mi maldita y solitaria vida he albergado ningún tipo de sentimiento afectivo por ninguna mujer, porque no había conocido a la persona indicada.
»Jamás le he dicho a una mujer que la amo porque mi corazón no estaba preparado para darle espacio a un sentimiento tan puro como el amor. No estaba listo —su mirada fija en la mía— para entregar todo cuanto hay dentro de mí, sin ningún tipo de reservas, porque nadie me había hecho sentir las cosas maravillosas que solo tú me haces sentir y ¿sabes por qué? —Niega con la cabeza—. Porque te amo, cielo… porque eres la única mujer a la que realmente he amado en mi vida, porque sencillamente no concibo mi vida si no te tengo conmigo…, porque eres la única mujer que existe para mí.
Sus lágrimas comienzan a correr como cascadas; está emocionada con mi confesión, e incrédula y sorprendida por mi declaración.
La acerco a mí y me deleito lentamente con sus labios. La beso profunda e intensamente y siento como mi alma perdida vuelve a su lugar.
—Dime, preciosa, quiero escuchar que tú sientes lo mismo por mí —le susurro sobre sus labios—; dímelo, cielo. —Me pierdo en cada detalle de su rostro, recorriéndolo con absoluta adoración—. Necesito escuchar de tus labios que también sientes lo mismo por mí. —La miro expectante.
—Te… te amo, Jeremy… desde el mismo momento en que te conocí y, aunque estuve confundida con mis sentimientos, no hay otro hombre para mí. —Niega con la cabeza—. No hay otra persona en este mundo a la que yo ame más que a ti, Jeremy, porque eres el único hombre al que amo y al único que voy a amar por el resto de mi vida.
Siento como una fuerte energía recorre todo mi cuerpo al descubrir que mi amor es correspondido. La elevo y la abrazo con todas mis fuerzas, feliz porque he logrado convencerla con mi amor.
—Ven conmigo a mi habitación, nena. —No la quiero ni un segundo más lejos de mí.
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