Nuevo capítulo, El Padre Joel
La hermandad de las escritoras
Antología erótica los mejores hombres
Libro #4 El padre Joel
Capitulos 2 y 3
Autora: Cielo Gold
Capítulo 3
El ambiente era tenso, así que se podía cortar con la mano. A pesar de todo aceptamos la bienvenida, yo actué como debía, como un sacerdote, mientras que me impresionó como mi hermana se quedó callada. Ella solo observaba y si no estaba sujeta de mi brazo, lo estaba del de nuestro hermano.
―Padre, Joel ―dijo casi en un susurro, cuando me di vuelta era Luciana―, no esperaba volver a verlo.
Su sarcasmo era evidente.
―Juré que volvería ―mi respuesta la impresionó―, demorara lo que demorara, incluso, traté de avisarle, señora Martínez ―ella asintió―. Llame en un centenar de oportunidades hasta que me rendí al ser rechazado en cada oportunidad. Incluso, pedí que le hicieran llegar una carta, carta que al igual que mis llamadas, fue rechazada…
―¿Carta?
Preguntó con sorpresa.
―De todas formas, eso ya no tiene importancia.
Amargura, eso era lo que sentía. A pesar de haber perdido todo tipo de esperanzas, verla acercarse a mí, con la intención de reclamar, me llenó de amargura.
―No, no la tiene, te fuiste, me abandonaste ―reclamó―, fuiste un cobarde, un poco hombre.
Repetía casi en un susurro.
―Cuidado ― advirtió de pronto mi hermana―, mucho cuidado con lo que le dices a mi hermano ―Luciana, se llevó una mano a la boca―. Es evidente que tienen que hablar, pero no te permito que lo juzgues. ¿Acaso yo lo hice contigo?
―¿Por qué deberías?―bramó.
―Te casaste por interés, el dinero de tu marido te salvó a ti y a tu familia, pero deja te pregunto ― Simona, sonrió con malicia, como el agua transparente―. ¿Se comprometieron o te vendieron?, o ¿fue algo que decidiste tú solita?
Se quiso acercar a mi hermana, pero me interpuse.
―Dejemos esto hasta aquí, lo pasado es pasado, tú ahora tienes tu vida y yo tengo la mía ―ella asintió―. Nosotros ya no tenemos nada que ver, no hay promesa, no hay pasado, no hay recuerdos. Me hubiese gustado que las cosas fueran diferentes, no obstante, te aclaro que si me hubieses dicho, quedemos juntos, vámonos juntos, lo hubiese hecho, pero en ningún momento sucedió. Tú cortaste todo tipo de comunicación y te rehusaste a razonar. Ponerte en mi lugar no te hubiese costado.
Ella asintió al borde de las lágrimas.
―No podía, simplemente no podía ―hablo entre dientes―, tú eres… Usted era…
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