Relato: Bailando bajo la lluvia.
Bailando bajo la lluvia
Aidan me sonrió al mismo tiempo que entrelazó su mano con la mía y seguimos caminando en silencio. La tarde no prometía mucho pues el cielo se había llenado de nubes y el sol estaba a punto de desaparecer, pero, a nosotros lo único que nos importaba era tener la compañía del otro.
Te observé de reojo, y no hiciste más que volver a reír. Y de nuevo, volví a repetirme a mí misma que tu sonrisa era lo más bonito que mis ojos han tenido el honor de presenciar. Y que el calor que tu mano me brindaba, sería más que suficiente para ayudarme a sobrellevar los problemas que podrían llegar a dañar mi delicado corazón, porque, siempre me prometes que no serías capaz de hacer algo que me cause daño.
—Stella ¿Me darías un abrazo que pueda llenar el vacío que tengo? —hizo un puchero, invitándome a fundirme en un abrazo que fuese capaz de demostrar, por lo menos un poco, el sentimiento que ambos compartimos.
—¿Y acaso me lo preguntas? —Murmuré. Él no esperó ni un minuto más y me tomó de la mano para abrazarme con fuera. Sin ser totalmente consciente de mis actos, posé mi cabeza sobre su cuello y cerré los ojos, oliendo su perfume tan varonil.
—Te amo, Stella, te amo como no he amado a nadie nunca —me confesó, haciendo que una enorme corriente de nervios recorriera mi cuerpo entero. Era la primera vez que me decía que me amaba porque apenas llevábamos seis meses de relación y desde que empezamos a salir, optamos por dejar que las cosas pasaran por sí mismas sin apuro alguno.
Aidan y yo nos conocimos en la universidad, él estudia periodismo y yo relaciones internacionales. Un día recibí la terrible noticia de que mi padre había fallecido gracias a un paro cardiaco que le sorprendió mientras dormía. Y no tenía idea acerca de cómo debía manejar mi pena, así que me senté en uno de los bancos de las afueras del lugar en el que estudiaba.
De repente, la voz de un chico detuvo mi llanto. Me preguntó cómo me encontraba y le dije la verdad, aunque fuera un completo desconocido, porque no pude evitar que fuera de tal manera. Simplemente no pude evitarlo.
Las horas se nos pasaron de largo, y nos pasamos nuestros números de teléfono para no perder el contacto y tener la oportunidad de encontrarnos de vez en cuando. Me dijo que su nombre era Aidan y yo recuerdo haberle dicho que era especial, así como sus preciosos consejos. Él río y nos despedimos. Los días y meses transcurrieron, al tiempo que íbamos ganando la confianza del otro y conseguíamos agradables experiencias juntos. Sin embargo, nos dimos cuenta de lo enamorados que estábamos y salimos en una primera cita que fue muy divertida y cálida. Supe en el mismo momento que tus ojos conectaron con los míos aquella noche, que había encontrado a la persona correcta y que iba a darlo todo de mí misma para no arruinarlo todo y tirarlo por la borda. Y lo logramos, lo logré y hoy te tengo a mi lado.
—También te amo, Aidan. Lo hago, sinceramente —logré que sus ojos y los míos volvieran a encontrarse y me acerqué para darle un beso que nuevamente, confirmó los sentimientos que teníamos el uno por el otro—Y gracias a ti y tu adorable sonrisa, has hecho que este día se convierta en algo que jamás quiero borrar de mi memoria.
—Bendito el día en que te cruzaste por mi camino, Stella —cuando terminó de completar aquella frase tan romántica, un par de gotas de lluvia cayeron sobre nuestros hombros—Maldición, vamos a empaparnos si no nos vamos ya mismo.
—Aidan ¿No te encantaría que bailáramos bajo la lluvia?
Tal vez suene demasiado cursi, pero, yo quiero tener todas las experiencias que pueda al lado del hombre que me ama. Y no desperdiciaré ni un solo instante con él, porque no sé si pueda llegar a perderlo el día de mañana.
—¿De verdad me estás proponiendo algo como esto? —Enarcó la ceja y entrecerró los ojos sin dejar de abrazarme con cariño—¿Tú, Stella, me estás proponiendo que haga algo tonto? Digo…Es que, sueles ser muy conservadora la mayoría de las veces.
—Quiero intentar ser distinta por una sola vez. He pensado en lo que hemos vivido juntos y también ya he aprendido que es importante que estemos dispuestos a vivir nuevas experiencias si queremos disfrutar de todo lo que la vida está dispuesta a ofrecernos. Y si disfrutar de un baile romántico y divertido contigo implica que me dé una gripe tremenda, estoy dispuesta a enfrentar el riesgo ¿Está bien? No interesa si tengo que hacer miles de cosas para vivir cosas únicas.
—Sabes que pienso de la misma manera en la que tú lo haces, y te entregaría todo para mantenerte conmigo. Y si una gripe es lo que tengo que ganar por un momento a tu lado, no me importa ni un carajo.
Asentí mordiéndome el labio mientras tú te alejabas un poco, y abriste los brazos esperando a que yo fuera por ti. Reí y no esperé ni un segundo más para correr tras de ti y permitir que tomaras mis manos para comenzar a bailar al ritmo de una canción inexistente.
—¡Estamos bailando bajo en la lluvia! —Solté un pequeño grito lleno de nerviosismo. Amaba esta sensación.
—En realidad, tú eres como la lluvia para mí…
—¿Eh, por qué lo dices Aidan? —Arrugué la nariz al escucharlo, debido a que no había entendido absolutamente nada.
—Ni siquiera yo lo sé, simplemente, me pareció que iba a sonar un poco romántico.
—Y lo es, claro que sí. Supongo que hemos sido como la lluvia; nos conocimos y caímos al enamorarnos y ahora estamos dentro del otro. En el corazón y no hay nada que supere eso.
—Y si estoy bailando bajo la lluvia contigo, todo se vuelve mucho mejor.
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