Ama de la seducción ¡Actualizada!
Ama de la seducción
Saga perversos
Libro 2
En proceso +18
Con posibilidad de venta por suscripción
Capítulo 4 En busca de respuestas
Fragmento:
―¿Todo en orden, señor?
Pregunta Antonio antes de que suba al auto.
―Tanto como lo había supuesto ―sonrío―, pero me conoces, no será la ultima vez que venga a este lugar.
Cierra la puerta en cuanto subo al auto. Ambos hombres ocupan sus puestos en la cabina principal sin apartar su mirada de los alrededores y asegurarse que nadie nos tome por sorpresa. Tengo muchos enemigos y un descuido de nuestra parte podría resultar en una terrible tragedia. Por eso llevo mi arma en todo momento.
―¿Algún destino en particular, señor?
―No, Antonio, llévame directo a casa ―le indico mientras dejo caer mi cabeza sobre el respaldo del siento―. Es todo por esta noche.
Cierro los ojos, pero a pocos metros del recorrido, el grito de uno de mis hombres me obliga a abrirlos de nuevo. El auto se detiene de manera abrupta unos segundos antes de que mis hombres se bajen de manera apresurada. Saco mi arma y los sigo de inmediato. Sin embargo, cuando me doy cuenta de lo que está sucediendo echo a correr y los dejo a ambos atrás.
―Señor, deténgase.
Hago caso omiso a los gritos desesperados de mis hombres. Pero ¿Qué mierda? Se oye una detonación segundos antes de que pueda evitar que el sujeto dispare contra la chica a la que estuvo golpeando con salvajismo y brutalidad antes de que le disparara.
―¡Suelta tu arma ahora!
Le grito al malnacido, pero en cuanto me oye, se da la vuelta e intenta accionar su arma en mi contra, así que no me queda otra salida que dispararle antes de que me mate. Cuando cae al piso, aparto la pistola de una patada, guardo la mía y me acerco a la mujer.
―Despierta, cariño, lucha por tu vida ―la levanto del piso y le susurro al pie de su oreja―. Voy a sacarte de aquí y me encargaré de ti, pero necesito que te aferres a la vida, eres demasiado joven para morir.
Está mal herida y ensangrentada, espero poder llevarla a tiempo a algún centro médico y salvarle la vida, sin embargo, temo por su vida en cuanto queda inconsciente entre mis brazos.
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