Capítulo 4 de Rosas para el Diablo DISPONIBLE

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S I N O P S I S

En el año de 1996, Roxanne Fay llega al pueblo de Ely junto a su padre, un oficial de policía recién divorciado de la madrastra de Roxy, como la llama de cariño.

Ely es un pueblo pequeño cuyo bosque salvaje colinda con Canadá, y es justo junto al bosque que se encuentra su nuevo hogar, una bonita casa recién construida, cuyas únicas vecinas son otra casa común, la cual parece abandonada, y una enorme mansión gótica que llama su atención desde el primer instante, aunque claro, algo tiene que ver el misterioso hombre que la habita, quien nada desnudo a bajas temperaturas, escucha música de rock a todo volumen y tiene sexo desenfrenado sin importarle ser escuchado.

Él es Anton Colbert, un hombre diez años mayor que Roxanne, y con un aura atrayente sin igual. Guapo, enigmático y muy provocativo, parece infundir miedo en el padre de Roxanne, mientras que en ella instiga las más inquietantes fantasías. A sus dieciocho años recién cumplidos, la virginal Roxanne no conoce nada de la vida, por lo que la exuberante existencia de su vecino la intriga. No obstante, su padre le advierte “No te acerques a esa casa y por nada del mundo tengas contacto con ese hombre”. ¿Por qué? Roxanne se lo pregunta sin obtener respuesta, hasta que esta llega de labios desconocidos…

Y es que Anton Colbert no es un hombre normal. Según cuenta una adolescente leyenda urbana, Anton no es un humano, sino el diablo encarnado, y las señoritas más atrevidas buscan ser parte de su aquelarre, brujas sensuales de su harén personal. ¿Qué hacer para pertenecer al mundo de “Baal”? Rendir un tributo, así como mostrar sumisión total, y amarlo sobre todas las cosas. Roxanne no cree en lo que le cuentan, pero tras algunos fenómenos que no puede explicar y llevada por el empuje de su propia curiosidad, logra llegar hasta el diablo.

¿Qué será lo que encuentre una vez que esté entre sus garras?