DESCUENTO
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...—Ahora dígame señorita Clío, ¿qué es eso tan serio que me tiene que decir?
—Señor Leonard, debido a la gran cantidad de periodistas que vi hoy en la sala de conferencias, los cuales trataron de sabotear mi trabajo, me veo en la necesidad de anular el trato.
—¡¿Qué?! ¡A no señorita Clío, usted no me puede hacer eso, después que he trabajado tan duro, para hacerle creer a todos, que somos novios desde la universidad! ¡No se lo permitiré! ¡Usted fue, quien inventó ese trato, me hizo darle mi palabra y yo la mantendré durante seis meses!
Hablo realmente molesto, es que de cierta manera aunque me impidió enamorarla, nos estamos acercando, no puedo dejar que ella rompa con eso, resoplo al ver que Clío solo me mira en silencio.
—Señor Leonard, no se altere, en verdad lo hago también, porque tengo asuntos personales, que no me gustarían que salieran a la luz del día, y mirando hoy como había periodistas, me doy cuenta de que tarde o temprano eso va a suceder.
—¡Dígamelos y los afrontaremos juntos! Yo también tengo asuntos personales, que no me gustaría que salieran a la luz, pero si eso llega a pasar, contaría con usted para que me ayude. Somos socios en esto. —Lo siento Clío, pero no te dejaré romper el trato.
—Señor, no se ponga así, este trato solo fue un asunto de mi orgullo herido. Pero, no tiene sentido que lo sigamos. —Sigue insistiendo, pero no cederé.
—¿Le desagrado tanto, señorita Clío?
—No se trata de eso, señor Leonard, estaba realmente cansada de que usted cada vez que lo venía a ver, se me insinuara.
—No señorita, se equivoca, yo no me le insinuaba. Yo siempre le he dicho las cosas de frente y bien claras. —Respondo serio, esta es mi oportunidad para hacerla entender que me interesa de veras.
—¿Quiere decir, que ese comportamiento suyo hacia mí, diciéndome que me ama, lo considera usted sincero?
—Sí, muy sincero. Es lo que siento por usted.
—¿Usted me ama?
—Sí.
—¿Así, porque sí?
—¿Qué quiere decir?
—Señor Leonard, llevo trabajando aquí exactamente un año y seis meses.
—Exacto.
—En todo este tiempo, usted no ha dejado de pasearse con una modelo diferente cada día, y de provocar escándalos.
—Es cierto que me he paseado con las modelos de la empresa, pero solo por publicidad. En cuanto a los escándalos, son inventados de los periodistas. Pero nunca, he tenido una relación amorosa con ellas.
—¿Usted, en verdad pretende que le crea eso?
—Tiene el derecho de no creerme, pero es la realidad. Yo, solo la he enamorado a usted en esta empresa. —Afirmo categórico, sin dejar de mirarla fijamente a sus ojos.
—¿Cuándo es que me ha enamorado, que yo no me he enterado señor Leonard?—pregunta de pronto realmente intrigada. Y eso me molesta, todo el tiempo que la he tenido cerca se lo he dicho, que la amo. ¿Cómo me pregunta eso?
—¿Se está burlando de mi señorita? ¿Es porque me vuelvo un bruto a su lado? ¿Es por eso que lo hace?
—¿Qué quiere decir, que se vuelve un bruto a mi lado? Nadie, se vuelve lo que no es.
—Yo sí señorita, se lo puedo asegurar, no crea que me ofende con lo que ha dicho. Porque yo debo serlo, por la manera que me comporto con usted. Estoy pensando seriamente en ir al psicólogo. Solo, me pasa con usted.
No sé por qué, le he contado todo esto a Clío, que se ha quedado en silencio mirándome. Lo dicho, mi cerebro deja de funcionar junto a esta mujer, mientras otra parte de mi cuerpo que no funciona con ninguna otra, con ella se despierta de una manera que duele. Hoy mismo iré a ver un psicólogo, me acabo de convencer, que debo tener un serio problema en mi mente. Sí, eso haré.
—Muy bien señor Leonard — dice de pronto Clio, mirándome directamente a los ojos — vamos a analizar su problema.
—¿Mi problema?
—Sí, usted me acaba de decir que se vuelve un bruto a mi lado. ¿Es algo que yo hago, que hace que se vuelva así?
—No señorita, usted se comporta correctamente. Pero su olor, me enloquece.
—¿Qué olor? Si yo no uso perfume
—¿No usa perfume?
—No señor, por eso no despido ninguna fragancia, así que diga otra cosa.
—¡Oh, señorita Clío, ahora si me va a volver loco! ¿Quiere decir, que el olor que percibo en usted, es su olor natural? ¡Cielos!
—Señor Leonard, estoy tratando de ayudarlo, para ver si logro que se le quite esa obsesión que tiene conmigo y que según usted, es amor.
—Es amor, señorita Clío. ¡Se lo juro, yo la amo de veras!
—A ver dígame, ¿qué lo hace creer que está enamorado de mí? ¿Yo, le he dado entender que me interesa? ¿He hecho algo, que le diga que tengo algún interés en usted?
—No, y ese es el problema.
—No entiendo. Explíquese.
—Pues verá, con usted se me olvida todo, lo único que viene a mi mente cuando la veo, son unas ansias locas de poseerla. Le juro, que yo no soy así, pero con usted, no sé lo que me pasa.
—Ya veo, el problema es que está acostumbrado a que todas las mujeres se vuelvan locas por usted y se le regalen, y yo no soy así. De ahí, la obsesión conmigo.
—No es eso, señorita Clío. He tratado de enamorarla bien, pero no me sale, por lo que veo usted no cree nada de lo que le digo.
—Así que, mandarme a buscar a mi oficina cada vez que se le da la gana, hacerme trabajar horas extras, darme los trabajos más incómodos, prohibirme no sé cuantas cosas, ¿eso es que me estaba enamorando, señor Leonard? Tiene, una manera muy extraña usted de enamorar señor.
Me lo ha dicho tan seria, mirándome fijamente a los ojos, que me doy cuenta de que he sido un imbécil. Es verdad, ¿qué mujer que la traten así, va a pensar que la están enamorando? Si hasta debía de haberme denunciado por acoso sexual pienso. Y, como si me leyera el pensamiento dice.
—Mire señor Leonard, a mi en verdad me gusta este trabajo. Y si no lo he denunciado por acoso sexual, es porque usted todavía no se ha sobrepasado más allá de las palabras. Por ello, voy a ser clara ahora. Yo no tengo ningún interés en tener una relación amorosa con usted.
—¿No le gusto señorita Clío? ¿Me ve tan mal parecido? ¿Estoy muy lejos del ideal de hombre que tiene en su mente?
—No es que no me guste, es usted muy bien parecido. Cualquier mujer, se enamoraría de usted.
—Cualquier mujer, menos usted.
—Tampoco está lejos de mi ideal de hombre con su figura, no así en la manera que me trata y mucho menos, como dice usted que me enamora.
—Puedo ser mejor señorita. —Digo.
Ella se me queda mirando fijamente, puedo notar un brillo extraño en su mirada, es realmente temeraria Clío, jamás me he encontrado una mujer como ella, y entre más la conozco, más me gusta, estoy perdido. Sigue observando un buen rato sin hablar, como si analizara lo que le he dicho, y de pronto dice.
—Muy bien, señor Leonard. ¡Enamórame si puedes!...
1 comentario
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IngresarOh qué interesante voy a leer y en cuanto pueda comprar la novela, gracias hermosa
Brismaida Morfiti, Gracias nena
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