Saga Híbridos. El diamante en el kilómetro cero.
Capítulo VI: La somnílocua
En el callejón, donde estaban los chicos desesperados, había un joven Tecmen que había visto todo lo que estaba sucediendo. Al principio pensaba que se trataba de un efecto de la cimarina, una plantita mágica que ponía feliz a quien la bebiera en forma de jugo y conectaba la música con todos los sentidos mágicos del individuo. Sin embargo, luego de unos minutos, el chico se preocupó, puesto que los efectos de la planta no debían de ser muy duraderos, la hierba mágica, solo permanecía en el sistema por unos cinco minutos, pero ya habían pasado diez y la chica seguía completamente paralizada.
—Acuéstala en el suelo —le ordenó a uno de los gemelos acercándose a ellos sin siquiera decir su nombre —Está atrapada en una visión que se repite en forma de bucle.
— ¿Qué? —dijeron ambos mirando al chico.
—¡Acuéstala en el suelo! Sé que hacer para sacarla del bucle.
Los gemelos obedecieron el comando y colocaron a Kira en la posición decúbito supino; el chico tomó su cabeza y con un crayón negro pintó un ojo que inmediatamente cobró vida y comenzó a moverse alocadamente de un lado para otro. Luego de unos segundos se hundió en su frente y la chica despertó.
—Tranquila. — le dijo mirando sus ojos desde arriba —Respira profundo. Deja que haga efecto para que puedas moverte.
—Kira tremendo susto nos diste —le dijo uno de los hermanos tomando su mano — ¿Qué pasó?
El chico extraño, sabía que había sucedido, pero decidió callar.
— ¿Te sientes bien? —Le preguntó mientras ella se sentaba.
—Tengo mareo y ganas de vomitar.
—Tranquila es normal.
Miró a los chicos y les ordenó que trajeran un poco de agua e hielo. Los gemelos, esta vez obedecieron rápido, pues parecía que el extraño sabía lo que hacía.
— ¿Quién eres? —Kira le preguntó después de recobrar los sentidos.
—Arnaldo Castañeda. ¿Y Tú? —paseó la mirada por su rostro y cuerpo.
—Mi nombre es Kira ¿Nos conocemos?
—No lo creo —le dijo con una sonrisa tierna.
— ¿Cómo supiste lo qué debías hacer? — Kira se levantó lentamente con su ayuda. —No creo que seas un brujo.
—Y no lo soy. —Afirmó enseñando su código de tecmen. — Pero siempre me ha interesado la magia de las brujas; he estudiado todo lo referente a ustedes. Sobre todo hay una magia que siempre me llamó la atención. La magia de los somnílocuos.
La joven retrocedió dos pasos del chico y lo miró asustada; sabía su secreto.
—Yo no sé de qué hablas.
—No tienes que fingir. No pienso decirle a nadie; pero debes tener mucho cuidado, ese tipo de magia puede ser muy peligrosa, sobretodo porque no puedes controlarla. Tienes que llevar contigo un ojo de buey todo el tiempo, de esta manera no te sucederá muy seguido, es posible que yo no esté ahí para ayudarte y salvar el día.
Kira sonrió un poco, solo por educación, puesto que el chico había intentado ser un poco gracioso para calmarla.
—¿No sé cómo agradecerte?
Arnaldo sonrió de medio lado y sacó un cigarrillo de su bolsillo.
—Puedes ayudarme con mi proyecto. Estoy haciendo una investigación sobre los somnílocuos, quiero hacer un libro sobre…, ustedes. Intento hacer que la gente comience verlos como el futuro de la magia. Tu magia es algo peligrosa y alocada pero con la correcta indicación podemos hacer que se torne a la dirección correcta y podamos utilizarla para ver el futuro, evitar amenazas, salvar vidas, capturar a criminales y muchísimas cosas más.
—Sería una locura, dos seres mágicos de diferentes sociedades confraternizando —le dijo sonriendo un poco como si fuera un chiste —nos llevarían a la hoguera, como hicieron los communis con las brujas en el siglo XV.
—Na. — tiró lo que quedaba de cigarro al suelo —Maráctum está a punto de cambiar por completo; esos pensamientos retrógradas y racistas serán eliminados algún día no muy lejano. Los jóvenes ya no jugamos bajo las reglas de los viejos, solo mira ese club, hay pura diversidad. Jóvenes de distintas sociedades confraternizando, bailando juntos y hasta amándose.
Se mantuvo unos segundo sonriendo, quizás imaginando un mundo mágico distinto. Kira lo miró, detallando su rostro y su figura.
Arnaldo no era muy atractivo pero tenía ciertos rasgos que lo hacían ver muy interesante. La mirada penetrante, la postura erguida, la sonrisa pícara; era un conjunto de cualidades que lo hacían ver sexy. Además era musculoso y tenía una cabellera negra y espesa.
Hubo un silencio algo incómodo entre los dos hasta que fueron interrumpidos.
— ¡Kira aquí tenemos el agua! —le dijo uno de los hermanos y al mismo tiempo, una chica que venía tras ellos, le habló a Arnaldo.
—Aldo —le dijo muy cariñosa — ¿Podemos irnos ya? Es que teng… ¿Y esta quién es?
—Izi, ella es Kira, una bruja. Necesitó mi ayuda, tuvo un… pequeño inconveniente. Kira, esta es Izi.
—Su novia. —le hizo saber la chica con mirada altanera.
— ¿Nos vamos? —le preguntó con voz ñoña y de niña malcriada.
—Kira, te veo en el instituto, recuerda que me debes ese favor.
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