Descuento de Oliver Dagger, debes leer esto!
(...)Él sonríe de lado, y me doy cuenta que lo estaba mirando demasiado.
—No es lo que piensas —me justifico—. Estoy aquí para aclarar algunas cosas.
—¿Quieres pasar a sentarte para hablar? —pregunta con ternura.
—No, esto será rápido —declaro tratando de no volver a mirarlo—. Esto tiene que acabar Oliver, estoy harta de tenerte en mi vida. Exijo que te alejes de una vez.
Él no contesta, sigue mirándome sin pronunciar palabra y eso me inquieta, jugueteo con mis manos, debería salir de aquí, debería, pero no puedo moverme.
—No pienso disculparme por cuidarte —declara un rato después.
—Tienes que dejar de meterte dónde no eres llamado —advierto.
Sigue en el mismo lugar y empiezo a desesperarme, me enerva su tranquilidad, esta misma tarde estábamos a punto de pasar a otro nivel y ahora ni siquiera se acerca a mí.
¿Ha dejado de desearme?
¡Cristo bendito!, ¿y sí todo esto no es para mí?, ¿y sí está esperando a alguien más?
—¿Terminaste? —inquiere.
Lo observo sorprendida, y con la irritación a flor de la piel.
—¿Por qué? ¿A quién esperas? —no puedo evitar hacer esas preguntas molestas.
Sonríe con arrogancia, pero que le deja tremendamente sexy, mi cuerpo reacciona ante sus gestos, me odio ahora mismo, no quiero ansiar sus toques, sus besos, sus caricias, su manera deliciosa y tierna de hacerme el amor.
—¿A qué viniste, Melany? —contrataca.
Él no me toca, sin embargo, siento sus manos sobre mí, su mirada me dice que ya me ha desnudado, y que ahora mismo se pasean por toda mi piel, su boca recorre cada curva sellando con la lengua.
Me estremezco y creo no poder respirar, todo es muy intenso, mucho más de lo que alguna vez hayamos experimentado, es una necesidad no dicha por ninguno de los dos.
—Ya te lo dije —susurro—. Quiero que me dejes en paz.
—Está bien —responde.
Inhalo y cierro los ojos para evitar llorar, la carga de emociones es demasiada, tanta que no pienso callarme, no más.
—¿Está bien? ¿Solo eso tienes para decirme? ¡Mierd4 Oliver! Estás jugando sucio, sabes lo cuanto todavía puedes conmigo, esta tarde eso estuvo muy claro, entonces vengo aquí, preparas toda esta escena divina, y luego ni te acercas mientras que tus ojos ya me han llevado a un 0rgasm0, entonces ¿qué es lo que quieres de mí?, me confundes, me desesperas, me irritas —suelto.
Ni siquiera mi confesión logró que se moviera.
—Dicen que los ojos no mienten —contesta con tanta calma.
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