EL ITALIANO VENGATIVO ¡ACTUALIZADA!
—¿Qué haces aquí? —La voz de su marido la espantó y se llevó a la mano al pecho.
—Hay algo que tengo que hablar contigo que me está molestando. —murmuró.
—Nos hemos dicho todo ya. Mañana firmaremos el divorcio. No creo que sean horas para que hablemos. Ya es bastante tarde. — y ella supo que él no se refería a la hora del dia como tal. Sino a la vida.
Ella miró su teléfono móvil y se dio cuenta de que eran pasadas las 4 de la tarde.
No se había percatado de que el tiempo había transcurrido tan rápido y por unos minutos había perdido la noción del tiempo
Su estómago rugió en ese momento y ella se sonrojó.
Vicenzo le miró intenso con sus ojos oscuros desprovistos de amor.
—Vamos a comer. Ponte algo decente, a menos que quieras irte con esa jodida ropa y que los periodistas chismosos terminen de joder mi carrera.
Antonella se cubrió el pecho con sus brazos cruzando estos encima del mismo y poniéndose aún más roja que un tomate, lo miró retadora.
—Como yo vaya vestida no es tu problema. — refutó. —no tengo la culpa de que los buitres anden detrás de ti y no te pierdan pista.
—Lo es cuando pareces una mujer salida de un cabaret. —Gruñó Enzo.
Sí era posible aún sentirse más abochornada Antonella supo que ella lo estaba experimentando
—¿Qué demonios cambio, Enzo? — ella dio un paso a el. Sus ojos volvieron a llenarse de lagrimas. — ¿qué fue lo que te dijo tu hermana cuando te llamó? —preguntó sintiéndose tan mal consigo misma por ser tan débil con lo que a Vicenzo Luigi respectaba. —él se sorprendió de que ella supiera que Giovanny le había llamado, pero lo ocultó de inmediato
—¿Cómo sabes que Giovanny me llamó? —Preguntó Enzo.
—¿Cómo crees que lo sé? —Le cuestionó a ella en cambio. —¿crees que te espío celular?
Antonella intentó enfocar sus ojos en los ojos de su marido y no en el pecho desnudo que tenía frente a ella. Vicenzo no tenía absolutamente nada de ropa en la parte superior de su cuerpo tan solo unos boxers cubrían su masculinidad. Ella pasó con necedad la lengua por sus labios. De repente se sintió necesitada de besar cada parte del cuerpo de su marido.
—¿Qué es lo que quieres, Jane? — preguntó. —dime de una vez lo que necesitas para que podamos irnos almorzar.
Jane. Asi le había apodado el cuando le conoció.
Jane, ese nombre que significaba tanto para ella. Una vida que pudieron haber tenido juntos.
—¿En verdad quieres salir conmigo? —preguntó sin entender puesto que él había mandado a salir de su habitación minutos antes. —¿qué cambió, Enzo?
—Nada ha cambiado pero no voy a dejarte sola en mi departamento mientras yo me largo de aquí a almorzar. No sé de lo que eres capaz.
Aquello la hizo sentirse aún peor de cómo se había sentido cuando la hermana de Enzo le marcó.
—¿Crees que voy a robarme algo de tu departamento? —Preguntó sintiéndose que iba a vomitar tan solo por la suposición de que ella podría ser una ladrona.
—Tengo más de un año sin saber de ti— dijo sin inmutarse.
—No te hagas el pendejo. ¿Crees que no sé qué me vigilas todo el tiempo?
Él se acercó a ella, y Nela sintió qué el vigor con el que había salido de su habitación se esfumaba de su cuerpo de inmediato.
—Por supuesto que te vigilo. Vigilo todo lo que es mío. —Admitió el.
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