Descuento de ARROGANTE DESEO
Nenas!!! Hoy estará en descuento está increíble historia. Si te gustan los secretos, descubrir misterios, sorprenderte con giros inesperados, esta novela es para ti.
Recuerda, hoy a partir de las 6pm, hora Venezuela.
—¿Dónde está Ares? —fue lo primero que dijo y aunque lo entiendo me dolió.
—Está en casa de Aimé, pasando el día con Zahara. —expliqué después de haberme aclarado la garganta ya que no encontraba mi voz por lo nerviosa que estaba.
Miró a su alrededor mientras se quitaba la chaqueta dejando ver su marcado cuerpo al traer una camisa ceñida a él.
—Dame una razón para no sentarte en mis rodillas y nalguearte, Dana. —me impresionó su comentario, no sabía que esa clase de prácticas le iba.
—No me escondí de ti, sabía que me encontrarías. —expliqué, tratando de parecer calmada luego de aclarar de nuevo mi garganta.
—Eso lo sé, pero quiero terminar de entender tus motivos, ¿qué fue lo que te dijeron Hera y mi madre para que te fueras?, dímelo. —lo miré negando, no queriendo ser yo la que le haga ver quien es el ser que le dio la vida. —Dana. —advirtió.
—No pasó nada Anker, tu madre y yo no nos llevamos bien. Digamos que me hicieron ver que la señorita Papadakis es la mejor opción para ti y tu familia. —maldijo exasperado y me sentí mal por verlo así.
—¿Qué edad crees que tengo? ¡Soy un hombre maldita sea!, puedo elegir mi destino, ni mi madre ni nadie tiene el derecho de mandar sobre él.
—Pues díselo a ella porque parece que no está enterada. Y tu plástica prometida tampoco lo está. —alcé la voz furiosa y yo nunca alzo mi voz, lo cual hizo que el imbécil se riera. —No le veo el chiste, Anker Karalis.
—Estás celosa. —pronunció caminando hasta mí, asechándome despacio.
—Déjate de idioteces y aléjate de mí —pedí siendo ignorada.
—Tú cuerpo me grita que me acerque. —puse la mano en su pecho para detenerlo.
—No, Anker. No quiero que te acerques y no volveré a Grecia. ¿Quieres la verdad?, te la diré… No permitiré que ni tu madre, ni la arpía que la secunda me humillen nunca más, no lo merezco y no lo voy a tolerar, además ella me restregó en la cara que es tu prometida. —lo vi bufar casi a punto de echar humo por la nariz.
—Tu lugar está a mi lado en Grecia como lo que eres, mi mujer, te aseguro que nadie mejor que tú y el abuelo para llevar el apellido Karalis con dignidad y orgullo. —me sentí mal al recordar que lo dejé, no he podido dejar de pensar en él desde que me alejé.
—No soy una Karalis Anker, no tengo nada que le interese a tu familia. —dije siendo todo lo terca que puedo ser, pero estaba dolida.
—Al diablo mi familia, olvídate de esa loca y olvídate de mi madre, en mi mundo solo estás tú agápi.
—No, no insistas, que… ¿qué haces?, ¡bájame! —exigí golpeando su espalda al ser llevada de nuevo sobre ella, esto era todo un dejà vú.
—Debemos hablar. —sentenció.
—¡Lo estábamos haciendo! —grité golpeando su firme trasero.
—Digamos que deseo un lugar más cómodo donde charlar para ver si así entiendes de una vez que es a ti a quien quiero lobita, esto solo es culpa tuya.
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