La incubadora del mafioso ¡ACTUALIZADA!
—Pasa adelante por favor — me invitó muy seductor.
Empujé la puerta lentamente y ante mis ojos destelló la hermosura de un cuarto repleto de rosas rojas y algunas blancas. La cama era gigantesca y en el medio habian formado con petalos un corazón con mi inicial dentro. En los rincones de la habitación los globos rojos de corazones me hacian sentir como si fuera catorce de febrero, día de san valentin.
En el espacio tambien habian unos muebles blancos, con una mesita en medio que tenia encima una canasta repleta de bombones que ya me moria por probar, acompañados de dos champañas.
Me acerqué al balcón que tenia vista al mar y me giré para mirar a Nicolás.
—¿Te volviste loco?— le pregunté sin poder dejar de enseñar los dientes de la felicidad que traia.
—Hace mucho que tú me enloqueciste, Chiara — adentró sus manos en sus bolsillos y con su cabeza me señaló el baño.
—¿Hay más?— susurré caminando hacia el espacio.
Un caminito de velones desde la puerta hasta la tina terminó de hacer la sorpesa aún más romantica rompiendo incluso el parametro.
Llevé mis manos a mi boca y tiré de mi cabeza hacia atrás. Queria llorar. Sentí mis ojos empañarse, pero volví a sonreír.
Él se acercó a mi preocupado y a la vez asustado.
—¿Qué pasa mi amor? ¿uhm? ¿No te gusta? — ¿leían bien? Me llamaba su amor, pero no irónicamente, más bien ciertamente.
Sostuvo su rostro entre mis manos.
—No me lo esperaba, esto es demasiado. Es hermoso... me encanta — le dije.
Chocó nuestras frentes y rozó nuestras narices.
—Esa era la idea que te sorprendieras, pero no me llores mi amor. Esto es justamente lo que te mereces, ser tratada con amor. Ser querida con detalles, no mereces menos. No te pongas así porque entonces me vas a poner triste — sabia a la perfección como tratarme y entonces eso era lo que me hacía aferrarme más a él cada momento que pasaba.
Lo besé. Sentí la ternura y la delicadeza en carne y hueso. Nicolás alguien lo ve en estas y no lo reconoce. Soy privilegiada que puedo disfrutar de un macho como él haciendo estas cosas por amor.
—Vamos a cenar, necesitamos ordenar porque sé que tú y el bebé mueren de hambre. Nos traerán la cena a la habitación y pasaremos la mejor noche de muchas. Déjame consentirte, mi amor — acarició mi rostro con su pulgar.
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