Novela terminada y gratuito sobre amor prohibido
El joven se notaba un poco nervioso y miraba a todos lados para evitar contacto visual, además normalmente los pacientes se quedaban esperando en el pasillo, pero al ser la primera sesión que tendría con joven hombre de ojos café, simplemente lo dejo pasar.
—Disculpe Dra. Barbosa, su paciente, Antonio Del Valle está aquí —le informó Edith, con el ceño fruncido mirando por sobre su hombro al joven hombre.
—Está bien, Antonio puedes pasar. Muchas gracias, Edith —agradeció sonriendo a los dos, tomando una nota mental de que él no se haya quedado esperando en el pasillo.
—De nada Doctora, con su permiso —respondió la secretaria respetuosamente y luego se fue por donde había venido.
—Puede decirme Antón, si gusta —dijo él hombre de ojos entrecerrados tomándole la palabra, no sólo entrando a su oficina, sino también sentándose en la silla izquierda enfrente de su escritorio.
—Espero que estés cómodo y si no, me lo puedes decir.
—Está bien, yo la verdad no creo que sea algo importante —comentó su paciente ojeando su consultorio.
—Tú, eres quien decide... Solo avísame si puedo hacer algo para que estés más cómodo.
—Gracias doctora —dijo su paciente mirándole bien de frente por primera vez utilizado esos entrecerrados ojos, que eran de color café.
El silencio los consumió, sin embargo, no era incómodo y en cambio él joven hombre ahora con los ojos muy abiertos parecía estar intentando transmitirle un mensaje corporal, tocando sus muslos con sus manos muy rápida y de forma continua. Parecía ser sólo un movimiento inconsciente, sin embargo, su cuello se movía de sobremanera, provocando que las venas de sus fueran completamente visibles, haciendo resaltar su pecho a través de su remera gris. Su rostro caucásico se puso un poco rojo y una gota de sudor se formó en mejilla derecha. Podría estar muy nervioso o tal vez tener mucho calor... esa camisa debe de estar sofocando su pecho.
—¿Te gustaría quitarte la camiseta? —preguntó sin pensarlo muy bien y al darse cuenta de lo que acababa de decir, sintió como sus mejillas se pintan de rojo y su muslo izquierdo palpitaba como loco.
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