Ella está embarazada y él piensa que es de otro
—¿Estás…? —Él no pudo terminar la pregunta.
—Sí, intenté decírtelo aquel día en que me dejaste con las palabras en la boca. Por cierto… Eres un maleducado. Estoy embarazada… —confesó Alba, no de la forma en le habría gustado, asumiendo que, solo con eso, él entendería.
«¿Embarazada?», caviló Bravo con impresión. Estaba enojado desde hace días, la rabia le tenía alterados sus ávidos pensamientos.
Miró a Levi de pie en la sala, luego observó la carriola y lo único que vino a su cabeza fue que el fiscal era el padre del pequeño. Por lo que se le fue encima, lo tomó por la solapa de la chaqueta, lo sacudió con violencia, y golpeó su espalda contra la pared.
—¡Desgraciado! ¡Estabas esperando el primer instante en que me separara de ella! —gritó dándole un puñ3tazo a Levi en la cara, rompiéndole el labio y haciéndolo caer.
—¡No, Franco! —exclamó Alba, quien corrió y se colgó de su brazo, sin lograr detenerlo.
—¡Tú ya no estabas con ella! —vociferó Levi desde el suelo, limpiando la sangre de su boca.
Aquello enojó todavía más a Bravo, quien lo tomó de nuevo por la chaqueta.
—¡Cállate, traicionero! Cállate, que no te quiero escuchar. ¡Te voy a…!
—¡Es tuyo, Franco! ¡El bebé es tuyo! —dijo Alba, intentando interponerse entre los dos hombres.
Franco se detuvo, confundido, y al fin miró a su ángel.
—Es tuyo, mi amor —dijo ella tomando sus mejillas, obligándolo a mirarla, en un desesperado intento por calmarlo.
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