LO QUE LEERAS EN EL PROXIMO CAPITULO
AMANTES
FRAGMENTO:
Le sigo hasta la puerta de salida, la miro subirse a un taxi y marcharse, no sé si alegrarme o preocuparme por ella, es un desconocido para nosotras, estoy por entrar cuando un taxi se detiene frente a la casa. Me quedo un momento para ver de quien se trata y mis ojos se abren como plato cuando lo miro salir del auto, en eso, noto que se tambalea.
—¡Qué demonios! —corro ayudarlo, en eso el olor a vino entra en mis fosas nasales— ¿Está, borracho? ¿Cómo es que eres tan descuidado?
—¿Dónde estoy? Siento que todo me da vueltas.
—Está en mi casa, vamos a dentro, no se puede quedar en la calle en estas condiciones.
—No me siento bien.
Entre con él, lo senté en el sillón, a duras penas se mantiene sentado, ¿Qué hago? Le doy un trago de café para que se le baje el licor, se está quedando dormido, y ese sillón es incómodo.
—Lo llevaré a mi dormitorio, cuando se te baje el licor podrá regresar a su casa.
No entiendo qué hace aquí, sé que viene de la casa de mi madre, ¿por qué lo emborracharían?, lo acomodo en mi cama, él con esfuerzo abre sus ojos, le quito el calzado, miro la camisa hecha un desastre, como si el vino le ha manchado la camisa. Ni modo hay que quitársela, le desabrocho botón por botón, me tiemblan las manos, nunca había hecho esto, aunque sé que ya no soy tan pura, aún sigo siendo inocente en estar con un hombre, mi conciencia me reprende por lo que estoy haciendo. «¡Qué duro y definido es su pectoral!»
Me cuesta quitársela porque en este momento soy torpe, al moverlo pesa mucho, me las ingenie para moverlo, aunque en el proceso caigo encima de él, mis manos sobre su lavandero, levanto la cabeza para ver si está consciente, sus ojos están cerrados, no hay nada de movimiento de parte de él, su respiración es calmada. Me gustaría probar que se siente tener sexo donde yo sea la que esté consciente, diablos que estoy pensando, soy peor de lo que me imaginaba, eso sería violarlo, tengo que despejar mi mente, respiro profundo, me levanto y le doblo la camisa aun lado.
Estoy sentada en la orilla de la cama, observándolo como se ha quedado profundamente dormido, es guapo, es mayor que mi, pero bien conservado, sus expresiones faciales son hermosas. Yo ya no soy virgen, no tengo nada que perder si lo intento, me gustaría saber que se siente, me duele el corazón al meditar en ese desgraciado que me hizo mujer en contra de mi voluntad. No quiero reflexionar en eso. Miro la bragueta de su pantalón, un bulto prominente resalta, Dios soy una pervertida ¿Desde cuándo?, siento que mi intimidad palpita, si me aprovecho solo una vez de él, posiblemente ni lo recuerde. Me siento decidida.
—Señor, Kevin, ¿está despierto?, hable por favor, estoy por hacer una estupidez si no me contesta.
No hay respuesta, eso quiere decir que está de acuerdo, con nerviosismo dirijo mis manos a su bragueta, según la voy bajando, le miro el rostro porque si despierta salgo corriendo de esta habitación, la vergüenza me carcome, pero mi curiosidad es más fuerte. Sigo bajándola con mucho cuidado, él está totalmente quieto, al parecer, profundamente dormido, soy de lo peor, aprovechándome de un hombre borracho.
—Que estoy haciendo, esta no soy yo, pero esta oportunidad talvez nunca se presente en el futuro. —me pongo de pie y camino de un lado a otro, meditándolo muy bien, me trueno los dedos de los nervios, lo miro nuevamente, ya puedo ver su bóxer y su bulto. Esto no está bien, Tiffany en que demonio te has convertido, es que acaso ya perdí la vergüenza.
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