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Nací en la ciudad de Valledupar, departamento del Cesar, Colombia. El 3 de enero de 1968. Estudie Ingeniería de Sistemas en la Universidad Popular del Cesar, donde laboro actualmente como desarrollador de software. Durante mi niñez camino a la escuela me deleitaba cada mañana con la Sierra Nevada de Santa Marta, de donde emergieron mis primeros poemas, resaltando su majestuosidad y belleza. Cuando llegaba a la clase ya tenía una poesía escrita la cual se las recitaba a mis amigos y profesores. El rio Guatapurí fue siempre mi mayor inspiración; pasaba horas a sus orillas deleitándome en las aguas cristalinas y sus piedras semejantes a “huevos de dinosaurios” jugaron un papel importante en mi imaginación. Por las noches  mi pueblo natal eran muy oscuro, por la falta del servicio eléctrico y esto me permitía acostarme sobre  la hierba del patio de mi casa, para ver todas las estrellas, contarlas, ver la luna y saber sus movimientos, de allí que siempre le escribo al infinito y maravilloso cosmos. Sé que es vivir una guerra. A muy temprana edad, quede huérfano a los 4 años de edad, pero esto no me impidió soñar, imaginar y crear mundos nuevos. El primer libro que leí fue la Guerra de las Galaxia y estos agudizo la imaginación y mis sueños por todo lo que representa la vida en otros mundos. El que más me impacto, de los poetas Pablo Neruda y su libro Veinte poemas de amor y una canción desesperada El que le dio un halo de misterio a mi prosa, Edgar Alan Poe y el que me sumergió en el infinitudes del amor, Gabriel García Márquez. La cosmovisión de mis poesías está implícita en la relación con la soledad, la pasión, la sensualidad, el universo y las mujeres que para mí son lo más infinitamente valioso de la vida, pues con las que he compartido en mi camino, siempre me han enseño la mejor parte de ellas, la ternura, el amor, el olvido, el desamor y su excelente compresión. Por último, para mí, las poesías que escribo tienen un valor significativo porque las personas que me inspiraran, aún a pesar de la ausencia física durante años, hoy las reciben con placer y es ese sentimiento manifiesto el que se convierte en mi mayor impulso para continuar escribiendo. Nací en la ciudad de Valledupar, departamento del Cesar, Colombia. El 3 de enero de 1968. Estudie Ingeniería de Sistemas en la Universidad Popular del Cesar, donde laboro actualmente como desarrollador de software. Durante mi niñez camino a la escuela me deleitaba cada mañana con la Sierra Nevada de Santa Marta, de donde emergieron mis primeros poemas, resaltando su majestuosidad y belleza. Cuando llegaba a la clase ya tenía una poesía escrita la cual se las recitaba a mis amigos y profesores. El rio Guatapurí fue siempre mi mayor inspiración; pasaba horas a sus orillas deleitándome en las aguas cristalinas y sus piedras semejantes a “huevos de dinosaurios” jugaron un papel importante en mi imaginación. Por las noches  mi pueblo natal eran muy oscuro, por la falta del servicio eléctrico y esto me permitía acostarme sobre  la hierba del patio de mi casa, para ver todas las estrellas, contarlas, ver la luna y saber sus movimientos, de allí que siempre le escribo al infinito y maravilloso cosmos. Sé que es vivir una guerra. A muy temprana edad, quede huérfano a los 4 años de edad, pero esto no me impidió soñar, imaginar y crear mundos nuevos. El primer libro que leí fue la Guerra de las Galaxia y estos agudizo la imaginación y mis sueños por todo lo que representa la vida en otros mundos. El que más me impacto, de los poetas Pablo Neruda y su libro Veinte poemas de amor y una canción desesperada El que le dio un halo de misterio a mi prosa, Edgar Alan Poe y el que me sumergió en el infinitudes del amor, Gabriel García Márquez. La cosmovisión de mis poesías está implícita en la relación con la soledad, la pasión, la sensualidad, el universo y las mujeres que para mí son lo más infinitamente valioso de la vida, pues con las que he compartido en mi camino, siempre me han enseño la mejor parte de ellas, la ternura, el amor, el olvido, el desamor y su excelente compresión. Por último, para mí, las poesías que escribo tienen un valor significativo porque las personas que me inspiraran, aún a pesar de la ausencia física durante años, hoy las reciben con placer y es ese sentimiento manifiesto el que se convierte en mi mayor impulso para continuar escribiendo.
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