Juegos de hambre. 18+

... El hombre era extraordinario. Atractivo. Hasta demasiado. Y llamaba la atención. Exteriormente, por supuesto, no era diferente de los hombres comunes, bueno, aunque solo fuera por el atractivo: alto, atlético, fuerte, con una cara varonil y dura cubierta de incipiente barba ... ¡pero sus ojos! Fue una mirada tan dura, que casi te clavaba en el suelo, tan enigmática que al ver sus ojos, se me puso la piel de gallina por el miedo. Era uno de esos especímenes peligrosos que siempre espantaban con su salvajismo, los que avergonzaban y sonrojaban a una, murmurando indebidamente palabras obscenas dichas al pasar a su lado. Bueno, Dios no lo quiera, pero si con mi carácter tendría que hablar con él, definitivamente me desmayaría...