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Las almas son únicas, se amoldan al cuerpo como una prenda de vestir, son puras de nacimiento, pero al mínimo dolor infringido hacia otra persona, estas se vuelven oscuras como el color de la noche, del sufrimiento y la miseria. Nadie escapa de esta maldición ya sea mortal o inmortal, humano o animal. Todos estamos destinados a tener el alma negra. Algunos están destinados a sufrir y a llorar por derramar sangre, y otros están destinados a remendar su error a cambio de servidumbre, de luchar en una guerra que no le pertenece. Viven ilusionados pensando que al aceptar el pacto su alma sera pura de nuevo, que tan equivocados están y que tarde se darán cuenta. El blanco se puede oscurecer, pero nunca volver a lo que era.