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Quizás luego me arrepienta de compartir una parte de mi historia por aquí, pero siento que hay palabras que debemos expresar de alguna forma. La vida me enseñó a que siempre se puede salir adelante y quizás muchos necesiten saber eso, así que dejaré un poco de mi vida para que entiendan porque lo digo y sepan que siempre se supera..
Hace sólo 15 añitos, en algún rinconcito de este mundo, nacía una pequeñita bebé, con ojos café que reflejaban cada una de sus emociones y algunas “pelusitas” en su cabeza que luego se convertirían en aquel pelo lacio, largo y llamativo por el que todos la llamarían “Rapunzel”
Nadie sabe que pasaba por la cabeza de sus creadores, que con tan solo 19 años habían creado una criaturita que venía a cambiar sus vidas. Su madre reaccionó con una sonrisa, mientras su padre comentaba palabras que podrían ser tomadas mal por algunos, ambos aparentaban ser felices pero era imposible saber si esta felicidad era verdadera.
Esta princesa se crió como tal, viviendo en un mundo de ensueño, en el que todo era paz y alegría, en el que el único causante de su dolor era aquel raspón en la rodilla que marcó su piel en casa de sus abuelos o aquel chichón que se produjo en su frente al caer mientras se divertía. Creía vivir en un mundo de colores en el que las personas malas no existían y todos la adoraban.
A medida que esta pequeña crecía su pequeño mundo perfecto se desmoronaba, el sentimiento de soledad la invadía al notar que las personas que la acompañaban en sus aventuras no eran más que aquellos que querían aprovecharse de ella, que los amigos reales no existían y que la gente se aprovechaba de los débiles.
Esta soñadora se encontró con la realidad y miles de pensamientos cruzaron su mente, notó como sus padres se habían acostumbrado tanto a recibir sus buenas calificaciones que ya no le permitían ningún error. Las felicitaciones no existían, ahora sólo hallaba exigencias, con ser una chica “inteligente” sólo había conseguido crear un obstáculo para aquel pequeño que había nacido del mismo vientre que ella, a quién de pequeño lo compararon con su hermana dejando de lado sus virtudes y recalcándole que debía de ser como ella.
La creencia del mundo de ensueño comenzó con sólo un quiebre que le permitió a ella descubrir lo que realmente vivía. Las sonrisas poco a poco desaparecieron y los ojos comenzaron a empañarse, lágrimas humedecían sus mejillas mientras oía discusiones en su propia casa.
La “familia perfecta” ya no existía o, mejor dicho, nunca había existido. Su madre comenzó a quebrarse y a sacar todo aquello que tenía guardado, las mentiras de su padre eran descubiertas y los llantos de su hermano le rompían el alma. El hombre que le había dado la vida ya no era un príncipe, ahora se había descubierto lo que había tenido oculto.
Desde su cuarto intentaba ignorar el mundo a su alrededor, pero ya la realidad era parte de ella y no podía volver a fingir vivir en un “mundo de ensueño”, la verdad la golpeaba y ahora sus ojos no podían ver, las lágrimas no le permitían sonreír. Los llantos de su madre la derrumbaban y los gritos de su hermanito sólo producían más dolor.
Deseaba que, al menos, su madre pudiera vivir en paz y con ella sus hijos, pero sus decisiones sólo la desilusionaron. Hasta el día de hoy sigue preguntándose por qué tomo esa decisión, muchas ideas cruzan su cabeza pero a ninguna le encuentra sentido. Cada día sufre lo que aquel hombre es y falsas sonrisas muestra a los demás. Sus hijos sufren los errores de los adultos, que, a pesar, de hacerse daño siguen juntos fingiendo ser una “familia feliz”.
Si esta pequeña tuviera que contar cuántas personas la hicieron realmente feliz no necesitaría más que una mano. Sólo ha sido una persona quien le ha hecho sentir mil sensaciones. La vida es tan injusta que ni siquiera le permitió quedarse a su lado, ya que ellos sólo compartieron un año juntos. Ese fue el mejor año de su vida que, aunque terminó con el derrumbe de las mentiras de su familia, cada día lo recuerda como aquellos días en los que fue realmente feliz.
Siempre fue vista como una chica “solitaria”, “introvertida”, “tímida”, pero aquellas personas la trataban como los demás no lo hacían. Aquel año no fue la chica “tímida”, si no que notó lo que era sentirse aceptada y cómoda junto a personas que le sacaban sonrisas. Recién a sus doce años conoció el verdadero significado de la amistad, lástima que ni siquiera había cumplido sus trece cuando debió alejarse de aquellas personitas.
A nadie recuerda como los recuerda a ellos, cada vez que esos recuerdos cruzan sus pensamientos una sonrisa curva sus labios y la melancolía se apodera de ellos. Le encantaría volver a encontrarse con esas personitas pero, por el momento, quiere mantenerlos sólo en sus recuerdos e intentar cerrar ese capítulo de su vida, no es fácil pero sabe que es lo mejor ya que un reencuentro es casi imposible.
No tiene idea si ellos la recuerdan o ya la olvidaron, su decisión fue eliminar toda fuente de contacto, ya que eso sólo le causará más dolor. Es una persona memoriosa, tiene claro que la única opción es aprender a vivir con sus recuerdos ya que su cabeza no le permitirá olvidarlos.
Luego de perder esas amistades se encontró sola de nuevo, ya ni siquiera aquella familia feliz existía, todo en su alrededor se desmoronaba y esto la llevó a hacer varias cosas de las cuales ahora se arrepiente. No se avergüenza, ya que tiene claro que todos cometemos errores, al contrario, se siente orgullosa de haber salido de aquel pozo en el cual se estaba hundiendo. Las cicatrices de su piel desaparecieron pero ella lo sigue recordando, no como algo bueno, si no como un recordatorio de que siempre se podrá salir adelante.
Contó con la mala suerte de tener que afrontar con todo esto sola, no contaba con nadie y tampoco se animó a llevarle sus problemas a otros. Ella sola reparó sus partes y las unió formando parte de lo que es hoy.
En la búsqueda de su felicidad se encontró con un mundo de letras que la invitaban a conocerlas y con un par de lápices que necesitaban ser usados. Se sumergió en el mundo de la lectura y dejó que aquellos personajes ficticios provocaran emociones que ella se esforzaba en no demostrarles a los demás. Las historias le sacaron lágrimas pero también secaron otras. La hicieron sufrir pero también sonreír. Se convirtió en la protagonista de una novela juvenil que soñaba y a la misma vez era la guerrera de una historia de misterio.
Los libros la invitaron a salir adelante. Se sintió en la necesidad de ser feliz, decidió ignorar a todos aquellos que obstaculizaban su camino. Formó su propio pensamiento y entendió la importancia de tener opinión propia. Hoy muchos pueden criticar su forma de ser pero eso ya no es de su importancia.
Ella conoció el mundo de la literatura y decidió entrar en él, sigue trabajando por sus sueños, por conocer aquellos lugares y ser quien quiere ser, ya no le afectan los “Deja de soñar”, “No podrás” de su familia, ni los comentarios de los demás en los que la menosprecian. Ella tiene claro quién es y quién será. Sabe lo que hará, así como también sabe que nunca dejará de amar aquellos libros que la hacen soñar y que le demuestran que todo es posible cuando uno trabaja por ello.
Con esto no me quiero poner como un ejemplo a seguir, sólo quiero demostrar que aún cuando parece que todo se va a ir por la borda hay alguna forma de salir adelante. A mí me ayudó leer y escribir, todos podemos hayar eso que nos da fuerza y nos impulsa a seguir.
Estoy aquí siempre para aquellos que quieran desahogarse conmigo. No soy alguien que sienta "pena" de los demás, porque es algo que nunca me gustó hagan conmigo pero si soy una persona que estará para brindarte un oído, un consejo, que estará al otro lado de la pantalla para leer tus mensajes y brindarte mi apoyo.
Hace sólo 15 añitos, en algún rinconcito de este mundo, nacía una pequeñita bebé, con ojos café que reflejaban cada una de sus emociones y algunas “pelusitas” en su cabeza que luego se convertirían en aquel pelo lacio, largo y llamativo por el que todos la llamarían “Rapunzel”
Nadie sabe que pasaba por la cabeza de sus creadores, que con tan solo 19 años habían creado una criaturita que venía a cambiar sus vidas. Su madre reaccionó con una sonrisa, mientras su padre comentaba palabras que podrían ser tomadas mal por algunos, ambos aparentaban ser felices pero era imposible saber si esta felicidad era verdadera.
Esta princesa se crió como tal, viviendo en un mundo de ensueño, en el que todo era paz y alegría, en el que el único causante de su dolor era aquel raspón en la rodilla que marcó su piel en casa de sus abuelos o aquel chichón que se produjo en su frente al caer mientras se divertía. Creía vivir en un mundo de colores en el que las personas malas no existían y todos la adoraban.
A medida que esta pequeña crecía su pequeño mundo perfecto se desmoronaba, el sentimiento de soledad la invadía al notar que las personas que la acompañaban en sus aventuras no eran más que aquellos que querían aprovecharse de ella, que los amigos reales no existían y que la gente se aprovechaba de los débiles.
Esta soñadora se encontró con la realidad y miles de pensamientos cruzaron su mente, notó como sus padres se habían acostumbrado tanto a recibir sus buenas calificaciones que ya no le permitían ningún error. Las felicitaciones no existían, ahora sólo hallaba exigencias, con ser una chica “inteligente” sólo había conseguido crear un obstáculo para aquel pequeño que había nacido del mismo vientre que ella, a quién de pequeño lo compararon con su hermana dejando de lado sus virtudes y recalcándole que debía de ser como ella.
La creencia del mundo de ensueño comenzó con sólo un quiebre que le permitió a ella descubrir lo que realmente vivía. Las sonrisas poco a poco desaparecieron y los ojos comenzaron a empañarse, lágrimas humedecían sus mejillas mientras oía discusiones en su propia casa.
La “familia perfecta” ya no existía o, mejor dicho, nunca había existido. Su madre comenzó a quebrarse y a sacar todo aquello que tenía guardado, las mentiras de su padre eran descubiertas y los llantos de su hermano le rompían el alma. El hombre que le había dado la vida ya no era un príncipe, ahora se había descubierto lo que había tenido oculto.
Desde su cuarto intentaba ignorar el mundo a su alrededor, pero ya la realidad era parte de ella y no podía volver a fingir vivir en un “mundo de ensueño”, la verdad la golpeaba y ahora sus ojos no podían ver, las lágrimas no le permitían sonreír. Los llantos de su madre la derrumbaban y los gritos de su hermanito sólo producían más dolor.
Deseaba que, al menos, su madre pudiera vivir en paz y con ella sus hijos, pero sus decisiones sólo la desilusionaron. Hasta el día de hoy sigue preguntándose por qué tomo esa decisión, muchas ideas cruzan su cabeza pero a ninguna le encuentra sentido. Cada día sufre lo que aquel hombre es y falsas sonrisas muestra a los demás. Sus hijos sufren los errores de los adultos, que, a pesar, de hacerse daño siguen juntos fingiendo ser una “familia feliz”.
Si esta pequeña tuviera que contar cuántas personas la hicieron realmente feliz no necesitaría más que una mano. Sólo ha sido una persona quien le ha hecho sentir mil sensaciones. La vida es tan injusta que ni siquiera le permitió quedarse a su lado, ya que ellos sólo compartieron un año juntos. Ese fue el mejor año de su vida que, aunque terminó con el derrumbe de las mentiras de su familia, cada día lo recuerda como aquellos días en los que fue realmente feliz.
Siempre fue vista como una chica “solitaria”, “introvertida”, “tímida”, pero aquellas personas la trataban como los demás no lo hacían. Aquel año no fue la chica “tímida”, si no que notó lo que era sentirse aceptada y cómoda junto a personas que le sacaban sonrisas. Recién a sus doce años conoció el verdadero significado de la amistad, lástima que ni siquiera había cumplido sus trece cuando debió alejarse de aquellas personitas.
A nadie recuerda como los recuerda a ellos, cada vez que esos recuerdos cruzan sus pensamientos una sonrisa curva sus labios y la melancolía se apodera de ellos. Le encantaría volver a encontrarse con esas personitas pero, por el momento, quiere mantenerlos sólo en sus recuerdos e intentar cerrar ese capítulo de su vida, no es fácil pero sabe que es lo mejor ya que un reencuentro es casi imposible.
No tiene idea si ellos la recuerdan o ya la olvidaron, su decisión fue eliminar toda fuente de contacto, ya que eso sólo le causará más dolor. Es una persona memoriosa, tiene claro que la única opción es aprender a vivir con sus recuerdos ya que su cabeza no le permitirá olvidarlos.
Luego de perder esas amistades se encontró sola de nuevo, ya ni siquiera aquella familia feliz existía, todo en su alrededor se desmoronaba y esto la llevó a hacer varias cosas de las cuales ahora se arrepiente. No se avergüenza, ya que tiene claro que todos cometemos errores, al contrario, se siente orgullosa de haber salido de aquel pozo en el cual se estaba hundiendo. Las cicatrices de su piel desaparecieron pero ella lo sigue recordando, no como algo bueno, si no como un recordatorio de que siempre se podrá salir adelante.
Contó con la mala suerte de tener que afrontar con todo esto sola, no contaba con nadie y tampoco se animó a llevarle sus problemas a otros. Ella sola reparó sus partes y las unió formando parte de lo que es hoy.
En la búsqueda de su felicidad se encontró con un mundo de letras que la invitaban a conocerlas y con un par de lápices que necesitaban ser usados. Se sumergió en el mundo de la lectura y dejó que aquellos personajes ficticios provocaran emociones que ella se esforzaba en no demostrarles a los demás. Las historias le sacaron lágrimas pero también secaron otras. La hicieron sufrir pero también sonreír. Se convirtió en la protagonista de una novela juvenil que soñaba y a la misma vez era la guerrera de una historia de misterio.
Los libros la invitaron a salir adelante. Se sintió en la necesidad de ser feliz, decidió ignorar a todos aquellos que obstaculizaban su camino. Formó su propio pensamiento y entendió la importancia de tener opinión propia. Hoy muchos pueden criticar su forma de ser pero eso ya no es de su importancia.
Ella conoció el mundo de la literatura y decidió entrar en él, sigue trabajando por sus sueños, por conocer aquellos lugares y ser quien quiere ser, ya no le afectan los “Deja de soñar”, “No podrás” de su familia, ni los comentarios de los demás en los que la menosprecian. Ella tiene claro quién es y quién será. Sabe lo que hará, así como también sabe que nunca dejará de amar aquellos libros que la hacen soñar y que le demuestran que todo es posible cuando uno trabaja por ello.
Con esto no me quiero poner como un ejemplo a seguir, sólo quiero demostrar que aún cuando parece que todo se va a ir por la borda hay alguna forma de salir adelante. A mí me ayudó leer y escribir, todos podemos hayar eso que nos da fuerza y nos impulsa a seguir.
Estoy aquí siempre para aquellos que quieran desahogarse conmigo. No soy alguien que sienta "pena" de los demás, porque es algo que nunca me gustó hagan conmigo pero si soy una persona que estará para brindarte un oído, un consejo, que estará al otro lado de la pantalla para leer tus mensajes y brindarte mi apoyo.