×0: El poder de ser nadie.

2.5 – El día antes de los senderos.

Mientras tanto en la Academia - En la noche.

El director Trakar había convocado una reunión de emergencia con el cuerpo docente. Su rostro, redondeado y amable por naturaleza, está más arrugado de lo habitual. Parece debatirse entre el sueño y la culpa.

—Gracias a todos por venir a esta hora —empieza, rascándose la cabeza con desgano—. Traigo un informe importante. Y, bueno… olvidé avisarles antes de que terminara la jornada.

El silencio que sigue fue casi compasivo. Casi.

Los tres profesores de los grupos principales reaccionaron de maneras diferentes, aunque igual de incómodas.

La profesora Pryah, del grupo 3° Cuadrado, frunce el ceño con precisión quirúrgica; su rostro es una sinfonía de desaprobación.
El profesor Voyer, del grupo 2° Triángulo, tuerce la boca como si hubiera mordido una verdad que le resulta indigesta.
Y Cyuvor, responsable —al menos en teoría— del grupo 1° Círculo, bosteza sin disimulo. El exteriano que una vez desafió a Keylah parece ahora más dispuesto a desafiar el sueño que al destino.

Pryah es la primera en hablar, con esa voz precisa que corta más que una espada:
—Espero que esta reunión no se base en exageraciones, director. Ya sabe que tengo la mala costumbre de detectar las mentiras antes de que terminen de salir.

Voyer suelta un bufido elegante, casi ofendido por la informalidad del momento.
—Mientras tenga que ver con asuntos especiales —remarca la palabra con orgullo— y no con trivialidades administrativas, me quedaré. De lo contrario, considero mi tiempo mejor invertido entre verdaderos talentos.

Cyuvor estira los brazos, bosteza sin pudor y murmura:
—Solo espero que no se tarde mucho, porque mi camita me está esperando y no me gusta hacerla esperar.

Trakar los observa con esa sonrisa cansada de quien ya ha aceptado que manda sobre un pequeño infierno.
—Qué entusiasmo, qué vocación —ironiza—. Si el espíritu de Azter los oyera, volvería a dormirse en su tumba.

Silencio. La tensión es casi tortuosa.

Antes de que Pryah pudiera abrir la boca, Trakar alza una mano y señala con entusiasmo la pizarra holográfica que se desplega frente a ellos.

—Antes de que sigan con sus siempre bienvenidas quejas —dice con una sonrisa que promete más caos que orden—, recordemos que mañana es la apertura de los Senderos del Ser.

Más silencio. Ahora incómodo.

—¿Qué pasa? ¿Esperaban que los siguiera llamando “clubes”? —chasquea la lengua—. Exter no forma estudiantes. Forja futuros. Porque un verdadero exteriano no se distrae. Se define.

Cyuvor apenas levanta un párpado. Pryah aprieta los dientes hasta que crujieron. Voyer se mantuvo inmóvil, pero su ceño es un manifiesto entero.

—Los cuatro Senderos —prosigue Trakar, ignorando el malestar general—, fueron creados para que cada estudiante profundice en su Ser.

A su gesto, cuatro emblemas flotaron sobre la mesa: lanzas, pergaminos, esferas y engranajes.

1. Sendero del Combate Estelar.
—Aquí el Ser se convierte en un arma —declara con voz grandilocuente.
A cargo: Muymer, el guerrero amable, protector de sus alumnos incluso cuando el entrenamiento pedía sangre.

2. Sendero del Conocimiento Ancestral.
—Aquí el Ser se alimenta del pasado para entender su rumbo.
Responsable: Dhuor, el sabio tembloroso, que conocía más de lo que se atrevía a decir.

3. Sendero de la Meditación Estelar.
—Solo quien se escucha a sí mismo puede cambiar el cosmos.
Instructor: Kcor, que oscilaba entre la serenidad absoluta y una furia de proporciones místicas.

Trakar se detuvo un momento, respirando como si hubiera subido una montaña invisible. Luego sonríe.

—Y, por último, el Sendero de Ingeniería Robótica.

Su tono cambia: menos solemne, más divertido, como si compartiera un secreto que no debe tomarse en serio.

—Técnicamente un club, pero legalmente un Sendero —aclara, levantando el dedo índice—. Fundado por petición del Consejero Jhugnor, el magnate tecnológico. Ya saben, el único exteriano normal en el Consejo del Supremo.

El silencio vuelve, más denso que antes.

—Este grupo no busca comprender el Ser… de hecho, aquí no se necesita tener uno —añade Trakar con un dejo de humor incómodo—. El conocimiento basta si puedes construir lo que otros solo sueñan.

Cita la frase de Jhugnor con tanta seguridad que casi parece suya.

—No cuenta con un profesor asignado. Los dos alumnos que lo van a integrar actuarán como sus propios instructores, bajo supervisión externa —concluye, intentando sonreír.

Nadie ríe. Nadie comenta. En el fondo, todos saben que ese cuarto Sendero es una concesión política: una herida al orgullo azterista. Una grieta visible en la pared perfecta de la Academia.

—Mañana, al iniciar la jornada escolar, los treinta estudiantes deberán escoger a cuál Sendero dedicarán su formación —anuncia entonces Trakar—.
—Recuerden: ustedes, los profesores generales, acompañan la formación básica. Pero después de la elección, cada alumno pertenecerá a su nuevo instructor.



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En el texto hay: humor, identidad, vida escolar.

Editado: 14.11.2025

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