AARÓN
Estaba a punto de desmayarme y, sí, estaba aterrado.
No sabía qué era lo que estaba haciendo.
Muy en el fondo era una forma de escapar. Me estaba ahogando, la fiesta iba de mal en peor y ella seguía ahí. Todos ellos me miraban, se reían de mí por la mala broma de Britt. Se había pasado, pero a nadie le importaba. Y sólo quería irme, volver a casa y fingir que nada había ocurrido. Siempre funcionaba, al menos durante unos días hasta que tocaba volver al Instituto y, por ende, verla. Y que ella vuelva a reírse de mí, de lo ingenuo y manipulable que fui y seguiré siendo.
Ni siquiera sé qué me hizo pensar que 00:00 era un escape.
Podía sentir que todo mi cuerpo estaba temblando, me costaba caminar e intentaba evitar cualquier tipo de contacto. Me limité a avanzar cabizbajo mientras seguía al hombre hasta una calle a oscuras en la que no había más sonido que el de una camioneta negra que nos esperaba con las puertas traseras abiertas. Me detuve al verla, no pude evitarlo. Mi corazón también se detuvo, creí que iba a caerme justo ahí. No me sentía capaz de seguir avanzando porque entender que de verdad estaba yendo a algo como 00:00 me golpeó con fuerza. Sentí que mis ojos comenzaban a picar, pero me tragué mis sentimientos, bloqueé mi mente y pude hacer que mis pies sigan avanzando.
Entré a la camioneta, fui uno de los últimos. El espacio era grande, las paredes eran grises y había solo una pequeña, por no decir diminuta, ventana cuadrada. Me dejé caer en una de las esquinas, me sentía como un zombi. No tenía idea de cuánto tiempo iba a poder seguir de esa forma, avanzando sin hacerlo, respirando mientras sentía que me ahogaba.
Entonces cerré los ojos. Mi cabeza se echó hacia atrás y chocó con algo, produciendo un sonido en seco. Todos estaban en silencio así que me pareció el ruido más estúpido y cobarde del mundo, por lo que intenté disimularlo con una mueca.
—¿De verdad creías que iba a salir... contigo?—comenzaron a repetirse las palabras de ella, Britt volvía a estar parada frente a mí alzando el móvil con nuestros chats. Entonces dejó que todos los leyeran, pasó la pantalla frente a quienes nos rodeaban y ellos ni intentaron apartar la mirada o disimular. Mis palabras. Mis sentimientos. Había sido sincero con Britt cuando me había escrito para salir y ella estaba tragándose todo eso con crueldad—. Eres patético, Aarón. Sólo mírate. Estás pálido, vas a llorar y apuesto lo que sea a que todavía eres virgen.
Tragué saliva. Un grupo de bastantes personas nos rodeaban, comenzaron a reírse. Esperé y rogué para que alguien llegara, para que sea quien sea, algún desconocido o quizás una de esas chicas a las que ayudaba en clases, apareciera para intentar ayudarme sacándome de ahí o defendiéndome. Pero fue ridículo porque nadie iba a hacerlo. Yo lo sabía, lo tenía claro. Estaba solo. Britt iba a reírse, podía burlarse e incluso golpearme, era capaz de hacer lo que desee conmigo porque yo no iba a detenerla por el miedo y nadie iba a impedírselo.
Entonces avanzó un paso hacia mí, cortó el espacio entre nosotros y estiró su mano. Retrocedí sin poder evitarlo.
Las risas se volvieron más fuertes. Britt volvió a echarse hacia atrás. Sonreía.
—Te lo dije—dijo entonces—. Eres un crío. Madura ya, idiota.
Se giró, dispuesta a irse. No dije nada, no podía moverme. Incluso cuando las luces se apagaron podía oír las risas de quienes aún me rodeaban. Las escuchaba, las sentía, las odiaba... pero no podía detenerlas.
Me sentía inútil. Y supe entonces que lo que Britt decía era verdad. Seguía siendo un crío, iba a serlo hasta que aprenda a defenderme. Pero no sabía cómo aprender algo que no quiero hacer, porque me gustaba ser yo, me gustaba ser diferente y no hacer daño, me gustaba mi silencio porque no lastimaba ni hería a nadie. Conocía el poder de las palabras, era tan débil que creía ser fuerte al soportarlas. Pensaba que me bastaba. Si alguien me tiraba, le dejaba hacerlo. Más tarde iba a levantarme yo solo. Pero no iba a responder, nunca iba a vengarme.
Así era yo. Así era Aarón. Y así, seguramente, seguirá siendo.
—Deberíamos... ya sabéis, presentarnos—se aventuró a decir una de las chicas.
Abrí los ojos. La divisé, estaba frente a mí. Ella también sonreía, pero no era como Britt. Tampoco me estaba mirando, pero no sentía que estaba a punto de atacarme. Todavía me dolían las palabras de Britt, lo sabía, pero oírla a ella consiguió disipar un poco todo el humo que había en mi mente.
—Mi nombre es Victoria—comenzó a decir otra, de cabello negro. Estaba a mi lado, tenía los ojos cerrados y su voz era bastante ronca. No sonreía—. Esta no es la primera vez que juego. Es todo lo que les hace falta saber de mí.
De repente me di cuenta de que, al estar a su lado, me tocaba hablar a mí. Eso era lo que esperaban que hiciera. Abrí la boca para decir algo, pero fui interrumpido.
Editado: 07.02.2019