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CAPÍTULO 24 | Eva

RICHARD

Maia despertó minutos antes de la medianoche.

De hecho no entraba en mis planes que lo hiciera, pero ahí estaba. Era más fuerte que el líquido que estaba en el cuchillo había luchado para escapar de él y despertar a tiempo para advertirles a los demás lo que, en parte, ya sabían: era el día de Zayn.

Los siete estaban sentados en los sillones enfrentados, pero cada uno estaba completamente metido en su mundo, alejado de la sala, del reloj. Podía sentirlo, y puedo jurar que casi podía oír los pensamientos de cada uno. Maia intentaba entender lo que le había pasado, no recordaba a Daniel, en su mente era la misma persona de oscuridad que Heather veía. Esther seguía cantando la canción que había oído de la pelirroja, en silencio, buscándole un significado. "Cinco, cuatro, tres, dos, uno...". Heather pensaba en todo lo que le había dicho y hecho, en la sangre que había visto, intentaba entender si era una realidad o parte de un sueño. Le acertó al pensar en el sol, en su función. Daniel sentía que estaba muriendo, que una parte de él se desvanecía, y poco a poco la sala blanca se volvió un hospital para él. Zayn temblaba, pensaba en lo que había visto, en las preguntas, en su verdadera función. Aarón y Victoria oían el reloj, esperaban con detenimiento—y poca paciencia—que llegue la medianoche para, de una vez, acabar con todo eso.

Y por fin llegó.

Las luces se apagaron pero el reloj siguió avanzando.

—La puerta—les indiqué—, corran hacia ella.

Todos voltearon cuando oyeron el ruido de que se abría, lo cual les indicó a todos, de diferentes formas, que estaban a punto de entrar a algún lugar desconocido. Porque esa puerta, la que se escondía en la pared, no podía verse de día. Victoria lo sabía, fue quien los guio a todos y la primera que entró.

La oscuridad los recibió. Zayn recordó todo lo que había visto y comenzó a alterarse, tal y como esperaba que hiciera. Heather intentó advertirle, en cuanto lo entendió, que ella ya había estado allí. En ese pasillo extenso que algunos pensaban que era infinito, en ese pequeño espacio de color blanco. Pero no pudo hacerlo. Otra vez no podía hablar.

Una luz se encendió a lo lejos, el resto del grupo entendió que estaban dentro de un gran pasillo, y Heather no perdió el tiempo, comenzó a avanzar, casi sin miedo, siguiendo las luces. Nadie esperó, todos siguieron sus pasos.

No había final, no uno definitivo, al menos. Simplemente terminaba en una pared, el pasillo se fundía en ella como si no fuese más, y las luces se apagaron cuando llegaron a ella. Pero una se prendió, titiló lo suficiente y luego volvió a apagarse. Eso les bastó para leer el mensaje en la pared, el que estaba escrito con sangre, el que anunciaba de una forma bastante cruel lo que ellos no tenían que olvidar.

—¿Tú hiciste eso?—me preguntó Chase en cuanto lo vio, girándose para observar mi respuesta.

Sonreí y negué con la cabeza.

Zayn fue el único que bajó la mirada a tiempo, antes de perder la oportunidad, y pudo verlo. Verla. En el suelo, tirada, estaba una chica que sólo Victoria reconoció. Sangraba, tenía encima un vestido blanco y era la que había escrito el mensaje con su propio dolor, la que lo había pensado. Memento mori. Estaba muriendo, todo su cuerpo le dolía, pero de todas formas lo sentía; cada uno de esos sentimientos negativos que creía recordar. La ira, el enojo, iba más allá del cabreo, era algo más profundo y albergaba más que un simple deseo de venganza. La chica alzó la mirada, la clavó en todos y a la vez en ninguno, y luego luchó consigo misma para poder levantarse.

Gritó, lo hizo con ganas, y lloró. Nadie entendió qué significaba todo aquello pero sí se asustaron, mucho más cuando vieron las heridas, el dolor que la chica estaba pasando, lo desnutrida que se veía, cómo era obvio que la vida estaba consumiéndola. En algún momento se detuvo, pero no cayó. Tomó aire y avanzó un paso, todos los demás retrocedieron al instante.

—¿Eva?—preguntó Victoria en lo que, evidentemente, fue sólo un susurro que consiguió alterar a la chica, desconocida para los demás.

Miedo. Eso fue lo que todos sintieron cuando ella echó a correr hacia ellos con brusquedad.

—¿Qué hace ella...?—cuestionó Chase—. ¿Tienes idea de lo que hiciste? Victoria podría­­­...

—Victoria no tiene idea de nada—lo interrumpí con notable frustración. Chase selló sus labios—. Nadie entiende absolutamente nada.

El grupo entero, a excepción de Heather, gritaba mientras corría en dirección contraria a la chica, Eva, quien los perseguía con la obvia intención de herirlos. En algún momento ella tropezó y gritó de dolor, lo cual sólo detuvo a Victoria. Porque ambas se conocían. Eva y ella habían sido amigas, y Victoria seguía teniendo pesadillas con ese grito, supo cuando volvió la vista que iba a tener peores al hacer lo que estaba a punto de hacer.



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En el texto hay: misterio, amor, terror

Editado: 07.02.2019

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