Jared-
—No puedo creer que se te olvidará tú bolso en la playa —digo estallando en carcajadas.
Katherine coloca los ojos en blanco —Cierra la boca —toma un pedazo de pan de la canasta.
—¿Qué persona en su sano juicio deja su bolso en una playa? —vuelve a dejar los ojos en blanco. —Para luego se pone a gritar como histérica para que volviéramos a buscarlo —mastica su pan de mala gana —Y lo peor de todo es que te acordaste justo cuando llegamos restaurante y estaba buscando en dónde estacionar el auto —suelto una carcajada.
—¡Lo sé, esta bien! —dice exasperada. Me fascina sacarla de quicio —Solo estaba distraída y no pensaba bien las cosas.
—¿Y eso se debe? —pregunto tomando un pedazo de pan.
—Que estaba pensando en ti y olvide lo demás —dice mirándome fijamente a los ojos. Carajo, cuánto quisiera besarla justo en este momento —. Aparte también soy muy torpe. Hay cosas que no cambian —se encoge de hombros restando importancia.
—Además eso no importa en lo absoluto —digo captando su atención —Eres genial y ni siquiera tienes que intentarlo. Puede que seas distraída y todo lo que quieras, pero aún así me parece perfecta —se sonroja y le dedicó una sonrisa —Estás sonrojada —digo sonriendo tomando otro pedazo de pan.
—¡Claro que no! —responde ofendida sonrojándose aún más, me hace reír verla así —¡Cállate! No te rías —dice comenzando a sonreír.
Me quedo observándola fijamente. A una parte de mí le duele verla sonreír, echaré de menos esa simple acción que la hace lucir tan hermosa. Desde la primera vez que la vi me ha encantado su sonrisa, la forma en que al hacerlo sus ojos destellan brillo. Esa es una de las cosas que los ciudadanos de los Ángeles no han tenido la dicha de ver, y que por lo que queda de esta noche es exclusivamente mía.
—¿Qué tal la vida en los Ángeles? —pregunta tratando de sonar casual. A pesar de haber pasado un año sin vernos, aún la conozco a la perfección.
Justo ese era el tema del que no quería hablar. Esa simple pregunta debió de estar en su cabeza durante la mayor parte de la noche e inclusive durante todo el día, así que. ¿Cómo es mi vida en los Ángeles? Podría decirse que bien, a simple vista mi vida es mucho más que bien, pero si la observas detalladamente verás lo patética que es en realidad.
Soy un maldito cliché, contra de mi voluntad.
Pasó la mayor parte del tiempo fingiendo que soy feliz cuando no hago otra cosa que no sea en pensar como sería mi vida si me hubiera quedado con ella. Esas son las consecuencias de mis decisiones, ojalá existiera un universo paralelo o un final de la historia en que pudiera tener todo lo que tengo y tenerla a ella otra vez. ¿Sería mucho pedir?.
—Bueno... —comienzo a decir. ¿Debería decirle la verdad? O debería mentirle diciendo que mi vida es perfecta aunque no es así. Ella me conoce a la perfección, sabría que le estoy mintiendo de la manera más descarada posible. No, no puedo mentirle, no a ella y o de nuevo —La vida en los Ángeles no me hace feliz, no es como pensé —me encogí de hombros —Tengo todo lo que quería, trabajo, amigos, dinero pero no me hace para nada feliz.
Nos quedamos en silencio unos segundos, en lo personal parecen horas, hasta que ella rompe el silencio.
—¿Específicamente qué no te hace feliz? —pregunta mirándome directo a los ojos. Esa es una buena pregunta ¿Qué no me hace feliz? ¿Por qué no soy feliz?.
La respuesta es muy simple, porque no estoy contigo —me recriminan mis pensamientos.
—Que no estás en mi vida, eso es lo que no me hace feliz —digo con toda la seriedad posible, un sonrojo leve adorna sus mejillas —Se que justo en este momento sonará extraño pero no he podido dejar de pensar en algo desde que te vi —hago una pausa, hace un gesto con la mano indicándome que continúe —Sonará estúpido, y se que no debería exigir o presionarte, pero de todos modos tengo que preguntarte. ¿Podemos hacer que por esta noche solo somos tu y yo? Cómo si no me hubiera ido, como si tú no te hubieras mudado, como si estuviéramos juntos —la miró directo a los ojos y su sonrojo aumenta.
Sinceramente, no sé qué estoy haciendo, que estoy esperando que responda; pero tenía que decirlo, tengo que intentarlo, por lo que queda de noche voy hacer lo posible para que estemos juntos.
El silencio vuelve a reinar en la mesa por segunda vez en la noche.
Estos silencios me ponen la piel de gallina. ¿Hice bien en decirle? Quizás no, quizás no hice bien, pero maldición, quiero estar junto a ella.
—Si... —susurra —Por esta noche haremos como si estuviéramos juntos —dice mirándome seriamente con un leve sonrojo en las mejillas, le dedicó una sonrisa sincera.
Está va hacer una buena noche —digo en mis adentros, y le dedicó una sonrisa de satisfacción.
Ella encuentra mi mirada, y me dedica una sonrisa sincera.
—Aquí está lo que ordenaron —interrumpe la camarera que nos atendió a penas llegamos al restaurante. Había olvidado por completo nuestras órdenes.
—Gracias —décimos al unisono. Kat y yo nos miramos y soltamos una pequeña risa.
La camarera me guiña el ojo antes de irse, volteó a mirar a Kat y ella parece que también se dio cuenta del gesto amistoso que acaba de tener.
—¿Viste que te guiño el ojo la tipa esa? —dice indignada. Suelto una carcajada, ella me dedica una mirada de pocos amigos —¿Te parece gracioso? —dice con tono amenazante.
—Me parece graciosa tu reacción, sí —eso hace que se enfurezca más —Parece que en cualquier momento vas a ir hasta donde esté ella y le vas a sacar el ojo —digo con una sonrisa burlona.
—Si así deja de guiñarle el ojo a chicos que son míos por está noche, si —siento mis mejillas calentarse, disimulo pinchando con el tenedor una papa frita. Ella come su hamburguesa mientras le dedica miradas de odio a nuestra camarera.