1, 2, 3 Llegó el amor

Capítulo 28 1, 2, 3 Llegó el final...

Leon :

—No es justo por dios, mi hermano es el que sabe jugar esto.

Estoy en mi habitación echando una partida del juego favorito de Alonso con Juan.

—Admítelo soy el mejor en este juego, ya Alonso se rindió. —me divierte lo infantil que suele ser Juan cuando se trata de este juego.

—¿que Alonso qué?, eso nunca sucederá, mi hermano es la persona mas competitiva que he conocido y creeme él nunca acepta que le ganen, es capás de estar la vida entera pidiéndote revancha tras revancha hasta que sea capás de ganarte.

—Pues llámalo y pregúntale si quieres.

—Descuida que lo aré.
Brrrr, brrrrr —siento mi celular vibrar al lado mío y le digo a Juan.

—Espera un segundo que me están llamando. —mientras frena el juego me grita :

—¿Esa es tu excusa para huir?.

—Dime Liuva.

—León, si de algo te sirve y se que te interesa y también que Dária me va a matar por contarte esto.

—La interrumpo —¿qué le pasó a Dária?.

—Calma, solo quiere irse, o sea se está marchando ahora mismo de casa, creo que si te apresuras la vas a alcanzar.

Cuelgo el teléfono, me quedo un segundo con la mente en blanco hasta que logro decirle a Juan mientras corro a su auto y él pregunta que qué ocurre.

—¡ A tu auto ahora, tengo que ir con...corre que se va Dária de casa !.

                  ***

Minutos después mientras vamos hacia la casa de Dária me llama su madre preguntándome que si Dária está conmigo y al decirle que no  me dice que al parecer se fue con su auto.

—Cambio de planes, vamos hacia el aeropuerto. —Juan asiente y voltea en seco haciendo que las gomas del auto rechinen.

—No puede irse y dejarme, tengo que hablar con ella antes de que se valla sin mí. —Juan no dice nada, sabe lo mal que me encuentro y ahora mismo siento esa angustia que sentí cuando supe que el padre de Dária la tenía secuestrada. Me siento horrible por no haber entrado en su cuatro el otro día y haberle hablado. 

De pronto Juan frena haciendo que mi cuerpo valla hacia delante.

—¿Qué pasa? —le pregunto y me señala algo hacia la derecha de la carretera —es el auto de la mamá de Dária ¿no?.

Veo el auto negro de la mamá de Dária y suspiro en paz al comprender en el lugar en el que está.

—Juan creo que ya se donde está, —me desabrocho el cinturón de seguridad —debí imaginarlo, tengo que ir con ella.

—Te espero aquí.

—No, mejor vete y llama a su madre, díle que la encontré que todo va a estar bien. —Juan me mira mientras me bajo del auto y me dice :

—¿Estás seguro?.

—Si gracias por todo.

Me volteo y me alejo de Juan. Bajo la colina hacia nuestro lugar secreto, hacia ese mismo lugar donde un día hicimos el amor bajo las estrellas.
En parte la entiendo y se lo que ella siente, se que está quebrada por dentro, se que quiere respirar, que necesita marcharse y hasta entiendo que se quiera ir sin mí. También se que me quiere pero necesito que me lo diga una vez mas, debo saber si en verdad necesita de mí.

Por un segundo mi corazón se desploma al no encontrarla pero mi mirada se detiene al verla, esta ahí de pie junto al árbol de flores rosadas. Camino hacia ella y la veo esta de pie con una navaja marcando una L y una D entrelazadas en el tronco de nuestro árbol y sin que me mire le digo.

—¿Sábes lo que no me deja de pasar una y otra vez por la mente?. —Se asusta al verme, y lentamente empieza a llorar.

Su mirada es confusa y nos acercamos hasta que nuestros cuerpos se encuentran en un cálido abrazo. 

Continúo hablando —Que me encerraste en tu mundo, eso siento desde el primer momento en que te vi, eso es lo que corre por mis venas. Te amo, ¿sabes? desde ese momento mi condena ha sido amarte, mi vida depende de eso, mi mundo se resume en ti. Todo lo que busqué, todo lo que creía saber, los limites del amor que creía que ya conocía, todo eso desapareció al verte a ti Dária —tomo su rostro, lo giro hacia el mío y por fin me mira a los ojos —tú lo cambiaste todo en el instante en que te vi, ese momento tantas veces reproducido en mi memoria, fue ahí cuando supe que no lo había vivido todo y que faltaba mucho por recorrer aún. También entendí que fuera como fuera debía besarte, —le doy un beso —debía sentirte, amarte y lograr que me amaras, esa fue mi meta desde entonces, lograr que me amaras como yo a ti y dime la verdad, ¿lo logré? dime si lo conseguí, dime si en verdad me amas para dejarlo todo ahora y marcharme contigo sin mirar atrás. 

Sonríe mientras se seca sus mejillas y empieza a hablarme.

—¿Sabes?, antes pensaba que mi luz estaba apagada y creía que ya nada tenía sentido. Vivía sumergida en un rompecabezas y sentía que me faltaba una pieza. Me hacía falta ese algo que tocara mi alma y me hiciera feliz. Entonces llegaste tú y te convertiste en esa pieza. Pintaste de un azúl brillante mi oscuro cielo nublado, me enseñaste a amar, a amar con todas las letras y eres ese ángel de mi libro capaz de luchar por lo que quiere. ¿Quiéres que te lo diga?. Te amo, te quiero, te pienso en todo momento, esto que siento es real, ven conmigo, busquemos la paz que necesitamos por un tiempo, pero juntos hasta que sintamos que es necesario volver. 

Nos acercamos más y nos besamos, un beso delicado, lleno de pasión, repleto de un amor desenfrenado, sabiendo que esa es mi respuesta a su invitación.

Lentamente continuamos nuestro beso con una sensación de felicidad y aventura por todo lo que está por venir.

Corremos hacia el auto de su madre como dos niños de la mano, ella se sienta frente al volante y yo a su lado.

—¿De verdad quieres hacer esto? —me quedo mirándola, veo a esa chica de la que me enamoré, con su cabello morado y su sonrisa perfecta y le digo.
—Nunca había estado tan seguro de algo.

Siento el ruido del motor del auto, la miro, veo como acelera y pongo mi mano encima de la suya sabiendo que estoy por cometer una locura pero la mejor locura que he podido cometer en mi vida y se que no me voy a arrepentir de nada...




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