#1 Criada por el vampiro.

Capítulo 33

Quince minutos me la he pasado con un solo tipejo, en los cuales no me ha dicho absolutamente ¡Nada! Los tres primeros minutos solo le preguntamos qué es lo que estaban planeando, pero al no querer cooperar, me comencé a desesperar y lo golpee unas cuentas veces.

Me lo quedo viendo fijamente, le sale sangre de ambas cejas, su ojo derecho ya no le puede abrir de lo inflamado que lo tiene, por su labio sale demasiada sangre, sus mejillas se encuentran rojas por los golpes que ha recibido y supongo que su cuerpo se encuentra en las mismas condiciones. Creo que me he pasado un poco.

—Te daré una nueva oportunidad — me paso una de mis manos por mi cuello, intentando calmar el impulso de acabar con su miserable vida en estos momentos — asique te repetiré la pregunta una vez más ¿Qué es lo que está planeando hacer el anciano con esos lobos?

—Púdrete... — susurra y escupe sangre.

Siento como mis ojos se vuelven rojos al oír aquella respuesta, ya que no es la primera vez que me lo dice. He perdido la cuenta. Cabreado completamente, me acerco hasta donde se encuentra, en su mirada se puede ver el miedo, pero a la misma vez satisfacción, bien sabe que es lo que va a sucederle. Una sonrisa escalofriante aparece en mis labios, él cierra sus ojos y yo, sin titubear un poco, le quito la cabeza lanzándola lejos de donde me encuentro de pies, esta rueda hasta llegar a los pies de Riley.

—Has aguantado más de lo que me imagine — admite Gabriel a la misma vez que se acerca a mí — me siento orgulloso de tu logro — bromea.

Mis ojos vuelven a su estado natural, dejo que un suspiro cansado se escape de mis labios y acepto el paño que me ofrece Riley para limpiar mis manos. Odio tener sangre en ellas, sobre todo cuando se trata de un asqueroso humano como lo era el hombre. Me acerco hasta una de las celdas, en donde se encuentra uno de los otros humanos, el cual ha visto todo, absolutamente todo.

—¿Quieres que te ocurra lo mismo que a tu amigo? — Con mi cabeza, señalo el cuerpo sin cabeza del hombre, este traga saliva con dificultad y niega con la cabeza — entonces ¿me dirás todo lo que sabes?

El hombre cierra sus ojos unos segundos, al momento de abrirlos, deja reflejado en su mirada la valentía que le ha venido de un segundo a otro. Asiente con la cabeza en modo de respuesta ante mi pregunta. Me alejo de la puerta y Gabriel entra con una sonrisa a la celda para arrastrarlo fuera, para luego pasar a obligarlo a tomar asiento en donde se encontró su amigo segundo atrás.

—Bien — le entrego el paño a Riley — habla.

Traga nuevamente con fuerza, mira en todas las direcciones, asegurándose de que sus demás compañeros no lo estén viendo y luego deja que un suspiro se escape de sus labios, los cuales los termia abriendo para comenzar a hablar.

—Llevo trabajando para el anciano tres largos años. Llegue a su equipo cuando recién estaba comenzando con todo este tema de las transformaciones. Al principio se dedicó a capturar a lobos cualquieras que pillaba por ahí, en ese entonces no teníamos las armas que ahora poseemos, lo que nos llevó a perder muchas vidas importantes — hace una mueca de desagrado al recordar aquello —, él comenzó a inyectarles aquellos líquidos a los lobos, el cual sirve para prepararlos para la última inyección, que es la más poderosa. Los cuerpos de esos lobos no resistieron mucho, y murieron horas después de haber sido inyectados con el primer líquido. Lo intento por varios meses y no funcionaba con ninguno de los lobos que había atrapado de diferentes manadas. Mando a mejorar la dosis y se tardaron tres meses en tenerla lista. Seis años antes, él compro a un niño, el cual crio como si fuera de su sangre... fue el primero en recibir la modificada dosis. El chico sobrevivió. Pasaron algunos días hasta que se percataron de que el cuerpo del joven ya estaba listo para darle la siguiente inyección, la que lo convertiría en hibrido.

<<Al pobre chico de quince años lo dejaron encerrado en una habitación, los primeros días grito y golpeo las paredes, el dolor que está sintiendo en esos momentos era enorme. Sospechábamos que no sobreviviría, pero el anciano estaba seguro de que lo haría. Un día el chico dejo de gritar y golpear, nosotros teníamos prohibido entrar a esa habitación, pero ese día ignoramos por completo la advertencia que se nos había hecho. El joven parecía muerto, en las paredes se podía ver claramente las marcas que él había hecho con sus garras... — el hombre guarda silencio de repente, agudizo mi oído y puedo oír el latido de su corazón, se nota que el recordar aquello le causa mucho miedo — éramos cinco hombres lo que estábamos ahí aquel día... el joven se puso de pies y nos quedó viendo... — cierra sus ojos con fuerza, recordando lo ocurrido — tenía una sonrisa en sus labios, dejando a la vista aquellos colmillos, unos más grandes que los de un vampiro normal... sus ojos rojos como la sangre no se despegaron de nuestros cuerpos — el hombre se pasa una de sus manos por su demacrado rostro — sin darnos cuenta, él acabo con la vida de todos mis compañeros. Había llegado el momento de mi muerte, yo lo sabía y él también, pero antes de que pudiera hacer un movimiento para acabarme, apareció el anciano dando por finalizada la hora de comer.




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