#1 Criada por el vampiro.

Capítulo 46

Pov's Gabriel

Tenerla aquí es lo mejor de la vida, poder verla dormir sin que parezca una loca me hace sentir bien. Después de que Peter ha estado con ella aquí unas cuentas horas, he bajado yo para asegurarme que se encuentra bien. Luce tranquila. Se ha dormido, pues su loba ha luchado mucho y el hombre le ha inyectado la segunda jeringa que le permite descansar. Pero a pesar de que se encuentra así, no me puedo acercar a ella, han dicho que es peligroso.

Aine y Riley la han vestido con unos shorts de pijama, una camiseta amplia y le han hecho una coleta bien alta para que el cabello no le moleste en su entrenamiento con Peter. Él ha dicho que nada malo le va a ocurrir estando con su compañía, que su lado lobuno respeta la jerarquía y por ende lo respeta a él. Ha mencionado también que la loba en el interior de Shayla, se está comportando como un lobo salvaje, que no recuerda ninguna de las cosas que vivió antes de que se convirtiera en hibrido, pero el lado positivo es que aún recuerda quien es Alpha. Los lobos siempre respetan a su líder.

—Shayla… — susurro su nombre a la misma vez que doy dos pasos hacia delante, ella no reacciona ante mi presencia.

Vine a verla antes de que lo hiciera Dante, pero no pude estar mucho tiempo aquí, me dolía de una forma increíble el observarla sufrir de ese modo, pues vine cuando aún no surgía demasiado efecto el calmante. Cuando Dante me dijo que ella si estaba consiente en ese estado salvaje, que ella escuchaba todo lo que decíamos, me sentí avergonzado. Shayla me vio salir corriendo de aquí como un cobarde.

Me dejo caer en el frio suelo y me la quedo viendo unos segundos más. Los recuerdos de cuando era pequeña me llegan. Siempre fue una niña con mucha energía, había noches en las que lloraba y Aine acudía a su rescate, yo siempre me encontraba cerca escuchando todo, pero nunca me hice presente en la habitación junto a ella. Al otro día actuaba como si nada hubiera pasado jamás. Admito que ahora que lo pienso, parecía un acosador detrás de la niña todo el día, pero es que sentía dentro de mi corazón que tenía que velar por su bien estar. Cuando se iba a la parte de atrás de la mansión, yo estaba cerca observándola, atento a cualquier atacante que le dé por salir de entre los árboles. Cuando ella cumplió los quince, deje de seguirla, pues supe que había alguien más que estaba asegurándose de que nadie le causara el más mínimo daño. Dante la cuido con más intensidad que yo.

Cierro mis ojos unos segundos y apoyo mi cabeza en la pared, ya es hora de que me vaya. Me pongo de pies, le doy una última mirada y salgo del calabozo.

—Hola Gabriel — me doy la vuelta para verlo.

—¿Daniel? — me lo quedo viendo sorprendido, no sabía que este chico estuviera en la mansión.

Nos saludamos con un abrazo y comenzamos a hablar de nuestras vidas. Él no menciona el motivo por el cual se encuentra aquí, pero supongo que Dante me lo dirá mas tarde, siempre lo hace.

—¿Ibas saliendo?

—Sí, tengo que ir a solucionar unos asuntos — señalo la puerta a un lado de nosotros — nos vemos después.

Salgo de la mansión y me monto a la camioneta negra. No puedo decirles a las personas con las que me voy a juntar, de que me he venido corriendo como el vampiro que soy, aparte, aquel lugar puede estar lleno de personas a esta hora, no me puedo arriesgar de esa manera.

Recorro el camino hasta la avenida a una media hora de la mansión, en este último tiempo he venido unas cuantas veces. Se me ha hecho casi una obligación, una que me he puesto yo solo.

—Señor Kessler — saludo al hombre que acaba de abrirme la puerta principal de su casa, a la misma que vine sin que ellos estuvieran, en su lugar se encontraba una hermosa joven.

Darel Kessler es el padre adoptivo de Amira. Debe tener alrededor de unos treinta y ocho años, al igual que su esposa, este tiene el cabello de un color rubio oscuro, sus ojos son verdosos, tiene el cuerpo de alguien que se pasa unas buenas horas en el gimnasio, debe medir alrededor de un metro setenta y dos. Barina, su esposa, en cambio debe ser unos cuatro centímetros más baja que él, su cabello es de un marrón liso, el cual lo lleva cortado hasta sus hombros, sus ojos son de color miel, pero esa mirada no es tan calmada como la de su esposo, de hecho, en ella se ve odio hacia mi persona, tiene un buen cuerpo, seguramente ella también suele ir al gimnasio con su esposo.

Me invitan a tomar asiento en uno de los sillones individuales que se encuentra en el living, de reojo observo una pequeña fotografía de la loba, una en donde se le puede apreciar una radiante sonrisa.

—Dinos Gabriel ¿Qué has sabido de ella?

—No mucho… — me acomodo en el asiento y me los quedo viendo — sí, hemos estado ahí hoy, pero no he sentido con claridad el aroma de Amira. Habían muchos híbridos, lo más probable es que haya sido la manada entera… o bueno, los sobrevivientes. Por lo que me percate vivieron bastantes después del atentado — la mujer cierra sus ojos y junta ambas de sus manas para luego pasar a ponerlas en sus labios, pareciera que se encontrara rezando, pero sé que ella no haría eso.




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