#1 Criada por el vampiro.

Capítulo 23

—¡Mami! — corro a sus brazos con una sonrisa en mis labios, ella me alza hasta su altura.

—Hola mi princesa ¿te lo has pasado bien en el parque? — la sonrisa que me da me hace sentir en el mismo cielo, mi madre tiene una sonrisa hermosa.

No le contesto, pues ambas nos quedamos viendo como dos pequeños niños corren en la dirección en la que nos encontramos. Mis hermanos lucen realmente cansados.

—¡Jamás iré con Shayla al parque madre! ¡Nunca! — sentencia la niña de cuatro años de edad, esa misma de cabello castaño y lindos ojos azules.

—¿Qué? — la mujer se la queda viendo — ¿Por qué? ¿Ha pasado algo malo?

Nerviosa, me muerdo el labio y miro al chico a un lado de mi hermana, él intenta no mirarme directamente a los ojos, de hecho, solo observa el suelo incomodo ante la situación.

—¡Se ha comportado de una manera terrible! — vuelve a gritar molesta, algunas personas se nos quedan viendo, pero ninguna se detiene a ver qué es lo que sucede, supongo que ya deben estar acostumbrados a nuestras rabietas, sobre todo la de la castaña — ¡le ha dado un golpe a un niño un año mayor que ella, solo porque él le ha dicho que sus ojos eran bonitos y que le gustaban!

Mi madre no se tarda mucho en girar su cabeza para verme directamente a los ojos, en sus labios tiene una sonrisa y me deja en el suelo, pero ella se arrodilla para quedar a mi altura.

—¿Por qué has hecho eso? — levanta una de sus cejas — no te ha dicho absolutamente nada grave como para que lo hayas golpeado — susurra mientras me acomoda mi negro cabello detrás de mi oreja.

—¡Me he asustado! — Admito avergonzada — se ha acercado mucho a mí, me ha puesto incomoda.

La mujer de castaño cabello sonríe de medio lado, pasa su mano por el cabello de mi silencioso hermano, el cual se la queda viendo unos segundos.

—¿Y era lindo? — al oír su pregunta, rápidamente mis mejillas se sonrojan, molesta me cruzo de brazos y aplano fuertemente mis labios, ¿Por qué me hace este tipo de preguntas?

—Era horrible — le aseguro molesta, pues no me ha gustado para nada la pregunta que ella ha hecho.

—¡Que mentirosa Shayla! — Interviene la castaña, aun cabreada por todo lo que ha pasado — el niño era hermoso.

—¡Pues ve tu a mostrarle tus ojos para que se enamore de ti!

Mayra me observa molesta, aún tiene sus brazos cruzados, cuando nuestros ojos hacen contacto, ella me muestra su lengua. La ignoro y miro a mi hermano, el chico sabe que decir alguna cosa en defensa de alguna de las dos, provocara que una nueva discusión comience. Así somos nosotras, siempre peleando y el observando.

—Si sigues así — Mayra vuelve a hablar — jamás nadie te va a querer en su vida — mi enojo desparece y mis brazos quedan a cada lado de mi cuerpo — nunca vas a encontrar a tu mate — mis ojos se llenan de lágrimas — ¡vivirás el resto de tu vida sola!

—¡Mayra! — Rick al fin se hace presente, claramente no le ha parecido bien lo que nuestra hermana acaba de decir.

Las lágrimas bajan por mis mejillas mientras observo como mi madre le pide a la castaña que se disculpe por lo que me ha dicho, esta se niega, pero ya no se encuentra enojada, de hecho se puede apreciar el arrepentimiento en su mirada. Un impulso me motiva a Salir corriendo en dirección contraria de donde se encuentra nuestra casa.

—¡Shayla! — me llama la mujer detrás de mí.

Lentamente abro mis ojos e intento moverme, aun me siento muy débil. Me quedo viendo la ventana, en la cual deja a la vista grandes gotas de lluvia, las cuales se estrellan con violencia en el suelo. Me alegro de que no entren a la habitación, pero eso no quiere decir que el viento no lo haga. Me abrazo a mí misma, pues la brisa fría me rodea todo el cuerpo, e intento darme calor de esa forma.

No sé exactamente cuánto tiempo he dormido, pero por lo que supongo ha sido lo suficiente. Alguien ha entrado a la habitación, pues recuerdo haber quedado rendida en el suelo y ahora me encuentro en la cama. Nerviosa, me paso una de mis manos por mi frente, en ella tengo una toalla un poco húmeda, me la quito lentamente. Al parecer me ha dado algo de fiebre. Algo poco común teniendo en cuenta que soy una mujer loba.

—¿Miguel? — lo llamo mientras me siento en la cama, todo me da vuelta asique cierro mis ojos unos segundos.

Me pongo de pies segundos después. En el tejado no se ve absolutamente nadie y en el pasillo no se escucha ruido alguno. Confundida, me acerco a la puerta y tomo la manilla en mis manos, la giro un poco, esta se encuentra sin seguro. No dudo mucho y la abro lentamente. Lo primero que veo es un arruinado pasillo, giro mi cabeza hacia el lado izquierdo, al final de este se encuentra una puerta, lo mismo pasa al lado derecho. Me quedo unos segundos escuchando en la entrada de la habitación, pero al estar segura de que no se encuentra nadie cerca, me dispongo a salir de ahí. Camino rápidamente en dirección a las escaleras con el pulso acelerado. Seria horrible si es que me llegara a encontrar con alguien aquí. Aun no puedo sentir olor alguno y eso causa que mis oídos estén más atentos que antes. Cuando nosotros, los hombres lobos, perdemos comunicación con nuestro lobo interno, perdemos uno de nuestros sentidos, casi siempre es el que más utilizamos. Quedamos prácticamente indefensos y debemos aprender a utilizar nuestros otros sentidos.




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