No todos sabían la razón por la que fui elegido por Dios para esta misión. Ni siquiera yo tenía una respuesta certera a eso. Pero improvisaría, como siempre lo hacía cuando la incertidumbre me envolvía.
Hoy les contaré esa parte de la historia…
Tamara, la hermana de Dios, fue uno de los primeros seres en existir desde el principio, junto a Él. En ese momento, cuando no había absolutamente nada más que ellos dos, solo se encontraban frente al Vacío y la Muerte. El Vacío es uno de los seres celestiales más poderosos que se conocen, aunque pocos lo saben, ya que es tan… vacío, que no tiene forma ni sustancia. Según la leyenda que cuentan los ángeles, el Vacío era amigo de la Muerte, pero las cosas cambiaron repentinamente, gracias a Tamara.
Dios tenía la idea de crear seres a su semejanza, pero dotados de emoción y sentimientos, algo que Él mismo no podía poseer. Quería que las cosas fueran mucho mejores para lograr un nuevo mundo, un nuevo comienzo, que sería el principio del final feliz para su familia. La idea de Dios no era mala; sonaba perfecta. Él tenía un plan impecable para ejecutar; siempre sabía lo que tenía que hacer, nunca actuaba sin una razón.
Las razones de Dios solo las veía Él. Muchas veces, nosotros nos preguntábamos y no lográbamos entender. Mi Padre tenía una forma de ver las cosas muy diferente al resto; pensaba en todo y actuaba de un modo subliminal. Estaba bien, yo no podía hacer nada en contra de sus actos. Dios siempre estaba, y muchas personas no lo comprendían, aún no lo comprenden.
Las personas prefieren creer que Dios las ha abandonado, pero eso no es cierto. Un Padre celestial y tan importante como Él, jamás abandonaría a sus hijos. Mi Padre tenía muchos modos de castigar, pero lo hacía siempre con un propósito y para cumplir un destino ya escrito por la Tejedora de los Hilos del Destino.
Tamara, sin embargo, tenía otra ideología sobre lo que Dios quería crear. Ella no deseaba eso. Lo quería todo solo para ella, para su verdadera familia, solo para ellos dos. No quería a nadie más en el plan; ella anhelaba un plan que fuera solo para su familia. Entonces le dijo, su voz un susurro cargado de una sinceridad abrumadora:
—Para qué crear algo si me tienes a mí? Tú familia… tu única y real familia, la única que siempre va a estar ahí para ti. Y espero que tú lo estés para mí cuando te necesite, porque sé que tengo poderes… que somos especiales, pero… a veces, está bien pedir ayuda. —Su hermana le abrió el corazón de una manera nunca antes vista; era demasiado hermoso y glorioso.
Un ser tan importante como la Oscuridad siendo sincera… era un milagro, ya que esas cosas solo pasaban una vez. Tamara había usado esa única oportunidad como la primera y última. Ya no habría otra oportunidad real para asimilar una verdad. Saber eso no era agradable para mi Padre, pero no podía hacer nada para cambiar una realidad como esa. Ellos eran así; no había modo de cambiar su verdad, su realidad.
Había muchas cosas que ellos deseaban cambiar, pero Dios pensaba mucho antes de hacerlo. Tamara no pensaba más que en ella y su hermano; no pensaba en nada más que en ellos.
Dios, al escuchar que ella no quería que los seres humanos llegaran a la Tierra, tomó una de sus primeras órdenes, una decisión devastadora: expulsar a su propia familia, a su propia hermana, traicionar a su propia sangre. Después de todo, sabía que ella estaría bien sola, y que allí podría reflexionar.
Tamara fue desterrada del cielo y comenzó a forjar su venganza por lo sucedido, pero eso será otro capítulo que leeremos muy pronto.
Tamara no había hecho nada malo, pero Dios aún no lo comprendía. No le gustaba que lo subestimaran o que negaran lo que Él quería cumplir. Por eso, hizo lo que hizo con su hermana. Me pareció que fue algo duro, pero yo no era nadie para hablar u opinar sobre eso.
Tamara no era la única que sentía celos de su hermano. También estaba el propio hijo de Dios, Lucifer. Sí. Lucifer no era malo en aquella época; él solo quería que su Padre lo tomara realmente en serio. Por primera vez en su vida, Lucifer quería ser amado solo por su Padre. Él jamás se agacharía a los pies de un simple mortal. No quería ser expuesto a una raza de menor poder que el suyo, por ese motivo, no se iba a arrodillar ante un ser humano.
Lucifer no tomó una de sus mejores decisiones y desafió a su Padre con una simple pregunta:
—¿Por qué crear unos nuevos hijos? Aquí estoy, Padre, mis hermanos también… ¿Ya te has aburrido de nosotros? ¿Quieres que cambiemos? Lo haremos… pero no necesariamente necesitas crear a los mundanos.
Dios, al escuchar nuevamente un desafío de parte de su familia, tomó la decisión implacable de expulsar a su hijo y llevarlo al infierno. En ese momento, todo era diferente allí; nada era como se conoce ahora. El infierno fue creado, tal como lo conocemos hoy en día, gracias a Lucifer.
El infierno era uno de esos lugares helados, desolados. No había nada, hasta que el hijo de Dios tocó el centro, perdiendo sus alas como castigo. Pero como si eso fuera poco, cuando las alas se desprendieron, se creó una gran bola de fuego, y de ella estalló, dando origen al infierno que hoy se conoce. Muchos niveles se fueron creando a medida que la fuerza gravitatoria de la implosión se llevaba a cabo.
Y luego estaba yo… Siempre quise saber cómo se sentía experimentar emociones, sentimientos, dolor, amor y amistad. Eran cosas que supuestamente las nuevas criaturas sentirían, y se oía completamente mágico. En ese segundo, se creó lo que se llamaba magia.
Él vio que yo era el único que apoyaba su decisión de crear una humanidad que sintiera, sufriera y fuera feliz. Así que tomó la decisión más hermosa que se le haya ocurrido antes.
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Editado: 20.06.2025