1. Hadassah: De Huérfana a Reina

Capítulo 9: Amenaza en las Sombras.

*****👑*****

Ese día, la reina Ester debía presentarse ante el rey Asuero. Él la había mandado llamar antes de que oscureciera, ansioso, deseoso de tenerla cerca. Aún no se acostumbraba del todo a la dulce novedad de tenerla a su lado, tan diferente a todo lo conocido. Y la sola idea de pasar unas horas juntos, lejos del ajetreo de la corte, lo llenaba de una genuina e inusual alegría.

Ella acudió con gusto, su corazón latiéndole fuerte, no por el temor reverencial que inspiraba el monarca, sino por la dulzura y el afecto que le esperaba al otro lado de la puerta. Iba vestida con una túnica ligera de tonos lavanda y azul claro, sencillamente adornada con un broche de plata que sujetaba delicadamente su cabello. Su paso era sereno, pero en su interior la premura por advertir al rey la consumía.

Al verla entrar en sus aposentos privados, Asuero sonrió como solo lo hacía con ella: una sonrisa sincera que llegaba a sus ojos. La recibió con los brazos abiertos, y juntos compartieron un momento íntimo, lleno de ternura, caricias suaves y palabras dichas en voz baja.

Rieron con ligereza, recordaron con afecto la peculiaridad de su primer encuentro, y hablaron sin prisa, como si el tiempo se hubiera detenido solo para ellos. Era un instante robado al vasto imperio, un oasis donde el poder, las preocupaciones y los títulos quedaban fuera. Solo eran él y ella, dos almas conectadas.

Después de un largo rato, cuando el aire se sentía más ligero y la conexión entre ambos era palpable, Ester bajó la mirada y tomó una profunda bocanada de aire con delicadeza, preparándose para la dura verdad que debía revelar.

—Mi señor… hay algo importante que debo contarte.

Asuero notó el cambio en su tono de voz y la repentina seriedad en su rostro. Su semblante se ensombreció de inmediato. Se incorporó, prestandole toda su atención, su mente de monarca ya alerta.

—Dime, Ester. ¿Ha ocurrido algo que deba saber?

—Sí, mi rey. Esta mañana, uno de los funcionarios que trabaja en las puertas del palacio, un hombre llamado Mardoqueo, me pidió hablar conmigo con extrema urgencia. Es alguien que considero discreto y, sobre todo, leal. No suelo recibir peticiones así, tan directas, pero sentí en mi corazón que debía escucharlo.

Asuero asintió, su curiosidad e intriga creciendo.

—¿Y qué te dijo ese hombre que te ha turbado de tal manera, mi reina?

—Me reveló que escuchó una conversación inquietante entre dos de los porteros del palacio… Bigtán y Teres. Según su testimonio, están furiosos con tu reinado… y traman algo terrible. Hablan de matarte, mi señor. De aprovechar un momento de celebración y euforia para atacarte y poner a otro en tu lugar.

El rostro del rey se tensó de inmediato, toda la calidez anterior se disipó. El aire en la habitación pareció hacerse más pesado.

—¿Estás segura de lo que me dices, Ester? ¿Hay pruebas de ello?

—No lo escuché con mis propios oídos, mi rey, pero confío plenamente en este hombre —respondió ella con firmeza, su voz inquebrantable—. No tenía razón alguna para inventar algo tan grave. Me lo dijo con temor genuino… y con una urgencia que me conmovió hasta lo más hondo.

Asuero se quedó en silencio unos segundos, sus ojos fijos en la nada, como si meditara el peso de cada palabra, sopesando la amenaza que pendía sobre su vida. Luego, con una decisión que cortaba el aire, se levantó de golpe y tocó una pequeña campana de plata.

Uno de sus guardias más cercanos entró de inmediato, su rostro impasible.

—Llama al capitán de la guardia real de inmediato. Quiero una investigación inmediata y discreta sobre Bigtán y Teres. Que se los vigile con sigilo, que se escuchen sus conversaciones más privadas. Y que nadie, absolutamente nadie, sepa el verdadero motivo de esta investigación… todavía.

—A la orden, majestad —respondió el guardia, saliendo sin perder un solo segundo, su figura desvaneciéndose en el pasillo.

Asuero volvió a mirar a Ester. Sus ojos no mostraban solo la autoridad de un monarca… también una profunda preocupación por la traición que acababa de descubrir.

—Gracias por decírmelo, Ester. No imaginas cuánto vale tu sinceridad… y tu lealtad. Has salvado mi vida.

Ester le tomó la mano con suavidad, entrelazando sus dedos con los suyos.

—Tú me salvaste del olvido, mi rey, y me diste un propósito. Lo mínimo que puedo hacer es velar por tu vida… porque ahora, tu vida también forma parte de la mía.

Asuero besó su frente con afecto, un gesto que sellaba su promesa. En ese momento, sus pensamientos comenzaron a girar ya no solo en torno al amor que florecía… sino también al peligro real que acechaba en las sombras de su propio palacio.

---

La orden del rey se ejecutó con una rapidez y eficiencia impresionantes. En cuestión de horas, el capitán de la guardia real, un hombre de confianza y temible lealtad, había organizado turnos de vigilancia secreta sobre los porteros Bigtán y Teres. No se les advirtió nada. No se les interrogó. Solo se les observaba… acechando desde las sombras, esperando una señal.

Dos guardias se ocultaban con maestría cerca de las columnas donde Bigtán y Teres solían conversar durante sus turnos. Otros dos, disfrazados hábilmente como sirvientes, fingían limpiar la zona de las grandes puertas del este, sus oídos bien abiertos. A la segunda noche de vigilancia, uno de ellos escuchó claramente una frase escalofriante.

—Cuando el rey se dirija al jardín del estanque, ahí será el momento perfecto —susurró Bigtán, su voz baja pero cargada de una furia contenida—. No estará con muchos guardias en ese paseo. Será fácil acabar con él.

—Y después… todo cambiará para nosotros —respondió Teres, con la voz tensa de la ambición—. Solo necesitaremos que nadie estorbe. Todo será más sencillo sin este rey en el trono.

El guardia tragó saliva, el corazón latiéndole fuerte, y se alejó sin hacer el menor ruido, la evidencia grabada en su memoria. El testimonio fue entregado esa misma noche al capitán, quien, sin dudar un instante, informó al rey Asuero de la inminente amenaza.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.