1. Me enamore de ti. L x A

Capítulo XXVIX

03 de mayo.

Confesiones de unos ex imbéciles… salé el nombre de quien orquestó todo.

Hoy he aprendido que siempre es bueno perdonar y no guardar amargura en el corazón. Han pasado 18 días desde que nuestro grupo se ha hecho mas grande, la verdad que si tiempo atrás me hubieran preguntado que iba a convertirme en amiga con mis dos ex novios que fueron imbéciles y patanes conmigo, fácil mi respuesta hubiera sido, pero en definitivamente NO, primero me aviento de mi mesa Banco, ok, eso ya es demasiado hasta para mí. Pero ahora todo es diferente. Claro que igualmente los amenazó mi querido cuñado / hermano protector Rich, si, eh ganado un hermano.

 

Hemos aprovechado para conocernos mas cada uno, en los fines de semana los sietes salimos a pasarla bien. Me alegra que todos nos llevemos de maravilla, hasta Li a dejado su desconfianza con Pau, pero ahí van, es bueno saber que ya no andan como perros y gatos, que siempre Li buscaba la contra con Pau, debo decir que fue y sigue siendo paciente Pau y eso hace que las cosas no se salgan de control. En cuanto a Duch, nadie le toma importancia y hace una semana parece que alguien le dio su merecido, ok, no le deseo mal, pero se lo tiene merecido, quien sabe en que se metió y eso lo llevó a que lo golpearan, pobre, pero parece que no aprende y en vez de tomar otras decisiones, sigue hiendo por el malo. En fin, ojalá que cambie esa actitud de machismo y no de adulto sea peor.   

 

Hoy he notado raro a los chicos, como si quisieran decirme algo y al a ves no, no sé qué sea, ni si esta grave, pero soy curiosa y no puedo evitar meter mis narices, ¡ah! El imbécil de Duch tiene razón, no puedo evitar meterme donde no me llaman.

 

En otro lugar…Mejor dicho en la gran cola de la cafetería…

 

—Si se entera por otros va hacer peor, hay que decirle o vamos a conocer la furia de Liz —dijo un azabache.

—Opino lo mismo que Oli, el mundo es chiquito y no quiero morir tan joven —habló un rubio de mirada celeste.

—Ya hay que decirle, por mi parte no quiero perderla de nuevo, no otra vez, es mi amiga y no voy a dejar que ese imbécil de nuevo me haga quedar mal ante ella —mencionó un castaño muy preocupado.

—Claro que se lo diremos, pero es mas que obvio que su regaño lo vamos a tener. Es mi novia y la conozco no tienen que recordármelo, pero ¡ah! Me hubieran dejado moler a palos a ese imbécil.

—Eso ya es mejor dejarlo, ya tiempo atrás Richard se encargó de nosotros —señalándose a sí mismo y al castaño—. Y cuando se entere quien estuvo detrás de todo créeme Nando, Duch no querrá haberse metido con ella.

—De igual manera se lo dejé en claro, creyó que no lo haría y que el paliado seria yo, pero ya me conoció y vio de lo que fui capaz, y si no entiende le are entender —dijo seriamente un azabache.

—Enserio que si tiempo atrás no me lo hubierais hecho no te lo creo, tu si que engañas Ford, pareces un debilucho nerd, pero de eso solo la cara —comentó Fer.

—¿Y bien ya vamos a decírselo o qué?

—Si lo aremos, nunca le he mentido y no voy a comenzar hacerlo ahora. Pero ustedes le dirán el por qué —dijo seriamente el rubio.

—claro que sí —dijeron en coro ambos chicos.

—Vamos entonces, es ahora o nunca.

Fue así como cuatro jóvenes emprendieron camino a encontrarse con sus amigas y decir algo que, aunque no quisieran lo tendrían que hacer, tal vez abriría heridas, pero era mejor cerrar el ciclo y empezar de cero sin ataduras.

En la mesa de la cafetería ya muchos estaban ocupadas, pero en una ya se encontraban tres chicas muy peculiares, una rubia, una castaña y una pelinegra, en espera de sus demás amigos, ya les tenían apartados sus lugares. Mientras tanto charlaban amenamente, un verdadero milagro, cuando de pronto se fueron acercando los chicos que faltaban.

 

—Vaya ya era hora, si que se tardaron —dijo la rubia, mientras Liz y Pau asentía en forma afirmativa apoyando las palabras de su amiga.

—Es que está a reventar el lugar, casi no salimos vivos de ahí —respondió el castaño.

—Casi creí que moriría aplastado y joven, esta hermosura se desperdiciaría muy joven —habló dramáticamente Fer.

—Aquí tienen chicas sus desayunos —dijo el azabache.

—Gracias chicos son unos amores, nos evitaron morir tan jóvenes —dijo dramáticamente Lili y todos rieron menos un rubio que hizo un puchero.

—Es enserio chicas es cruel privar al mundo de esta guapura —dijo casi haciéndose el ofendido Fer.

—Bueno dejando el drama de mi hermano, hay que desayunar —dijo Armando.

—Provecho —dijeron a coro los sietes.

Mientras desayunaban charlaban amenamente, pero los chicos a kilometro se veía que había algo que les incomodaba.

—¿Qué es? —preguntó la castaña.

—¿Qué cosa que? —contra preguntó la rubia confundida.

—Yo también me di cuenta, están, raros chicos —dijo la pelinegra—. Oli amor ¿Qué sucede?  




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