Doscientos años atrás, donde la vida pasó desabrida. Allí se encontraba Jane recostada sobre el cómodo edredón de su cama. Recuerdos del día de campo familiar impregnaban dentro de sí como si no hubiera un mañana.
Ella sentía que algo extraño sucedería aquel día, mejor dicho, la noche de ese mismo. Estas cosas siempre le sucedían, pero la niña no le prestaba atención suficiente o quizás no le preocupaban, ya que sabía que su familia estaría allí siempre para ella, Jane sabía que jamás podría estar sola, siempre tendría una familia en la cual apoyarse.
Su familia siempre estaría a su lado, sin importar lo que ella haga para que se separen, ellos serían los únicos que se quedarían a su lado, por siempre y para siempre, de eso estaba completamente segura. Nadie en el mundo podría hacerle creer lo contrario de aquello, porque estaba segura y eso le era lo más importante. Con que ella esté segura, se conformaba.
Muchas veces, Jane sabía que eso podía llegar a sonar demasiado conformista, pero era muy importante y estaba orgullosa de lo que tenía, de lo que la rodeaba, de su familia.
En un abrir y cerrar de ojos, pudo sentir como el sueño se apoderó de todo su ser, era algo hermoso y, a decir verdad, no tardó ni dos segundos en quedarse completamente dormida, soñando con aquel hermoso día de campo, que había vivido aquel día junto a su familia.
Gritos desgarradores se comenzaban a oír de la parte superior de la casa, casa donde Jane vivía con mi familia; sus padres y su hermano mayor, Max. La niña sabía que aquellos gritos eran provenientes de la habitación de sus padres.
Simplemente, se levantó completamente preocupada con lo que estaba sucediendo allí arriba. Jane solo era una pequeña asustada, una niña que no sabía nada de lo que estaba sucediendo y ni siquiera tenía la noción de pensar algo malo, simplemente, pensaba que quizás los padres se encontraban viendo una película o algo como eso, que se oía con claridad por toda la casa, pero tuvo que admitir que el no saber la estaba asustando.
Al llegar a la habitación, vio como unos hombres altos y fuertes de un cabello color rubio y delicado; con un atuendo oscuro como sus almas y con máscaras horrendas le clavaban un cuchillo mágico sobre el pecho de sus padres, de ese modo, pudo sentir como unas manos la tomaban con mucha fuerza.
Se dio la vuelta, para ver quién era y fue ahí cuando vio que se trataba de Max. Max era su hermano mayor, su mejor amigo, el amor de su vida. Era todo lo que tenía y ella sabía que él estaría siempre y que jamás le fallaría. Él era su hermano, su mejor amigo.
Max la tomó rápidamente en brazos con fuerza y corrió torpemente, sin detenerse en ningún momento, sabía que ya no verían a sus papás. A ambos les dolía, pero se suponía que a él también le había sucedido aquello, aunque se mostraba fuerte. Se detuvieron al llegar a la casa de Luke, uno de los mejores amigos de Jane, en todo el mundo, aparte de su hermano.
—¡Jane! —Exclamó Luke corriendo hacia ella con ahínco.
Lo miró a los ojos con un fuerte dolor en su corazón, dentro de ella algo se quebraba lentamente y le dolía demasiado. Sabía que él la apoyaría, sabía que él estaría por siempre a su lado, siempre estaría junto a Jane.
—Mis... mis padres... —Musitó ella con lágrimas cayendo de sus ojos.
Pudo oír un ruido, un fuerte estruendo, que era como un disparo o algo como eso.
Luke la tomó de los hombros y se lanzó consigo hacia atrás, para poder entrar en la casa. Jane negó varias veces con la cabeza y se levantó rápidamente para intentar abrir la puerta, pero algo se lo impide, le impide abrirla.
—Mi hermano...
—Jane... no, no puedes.
—¿Qué era eso? —Preguntó y se abrazó fuerte a su amigo.
—Eso era un cazador —informó el padre de Luke.
Inmediatamente soltó a Luke y lo miró a los ojos con el ceño fruncido. Inevitablemente, Jane solo sentía dolor y mucho miedo por lo sucedido anteriormente con su familia.
—¿Y... y Max? —musitó ella.
—Muerto.
Negó varias veces y abrazó nuevamente a Luke sollozando, no podía ser cierto, al menos, no para ella.
—Tranquila, mira tú estás aquí. Estás conmigo —dijo él con una pequeña sonrisa al terminar su oración.
La señora de la casa apareció y Jane pudo oír como habla con Dean. Dean era el padre de Luke.
—Eran cazadores —oyó que Dean le informó.
—Lo sé, pero no encuentro nada especial en Jane —dijo la madre de Luke.
—Solo Luke puede ver lo especial que ella es —le rrespondió Dean.
—Sí y eso no me gusta. No la quiero ver con mi niño.
Luke trató que ella no oyera lo que sus padres estaban hablando de Jane a sus espaldas, pero falló. Lo miró directamente a los ojos y los de ella se volvieron azules, un azul muy potente. Él pequeño Luke no podía tolerar tal brillo y comenzó a llorar.