Lionel
Cerré inmediatamente mis ojos en medio de la práctica de combate que estaba manteniendo al sentir como uno de mis hermanos estaba llegando, negué varias veces con la cabeza y me teletransporte a donde sería su caída, había elegido un río que se encontraba por allí casi en la mitad de la academia. Al llegar lo vi caer, inmediatamente supe que era Zed. Eso quería decir que aparte de a él enviarían a Javier, uno de los híbridos ángel y demonio. Era el único con esa extraña habilidad.
—Zed... —Dijo Lio al volver.
— ¿Quién es Zed? —Preguntó Max.
Me agarraron y me sacaron de la zona de lucha.
Los mire sabiendo que no entenderían lo que estaba saliendo de mis labios, ni yo podía comprender la locura que habían visto mis ojos antes de todo esto, jamás debí haber venido a la tierra a salvar a Max. Ni si quiera podía comprender eso aún, tenía tantas preguntas en mi mente que simplemente las callaba con entrenamiento o lo que fuera que era esta extraña invasión angelical. Seguramente todos los ángeles me matarían en un par de días estoy lo bastante seguro que no quiero mirar atrás y pensar por qué si no el ¿Qué haré ahora con mi vida que muy pronto se terminaría?, ¿Qué harán los demás?
Ahora que sé que Zed y Javier estaban ya aquí eso no me daba más remedio que encontrar una nueva manera de salvar el mundo de los míos y los suyos, esto sería una guerra entre el cielo y el infierno, y el mundo sólo sería un lugar que ya no existirá por mucho más tiempo, cada segundo era demasiado.
Dios había creado todo y ahora simplemente quería acabar con todo a su paso, por eso había traído a los ángeles y ahora hacia que los demonios trabajaran para él con sólo un simple chasquido de dedos. No podrían negarse ya que Javier era un ángel y también un demonio, tenía las habilidades de ambos lo cual lo hacía demasiado peligroso ante la sociedad y ante cualquiera que lo observé. Nunca se sabe con lo que Javier podría salir, nunca se sabe lo que él podría hacer ante la sociedad y demás.