Lionel
Sabía que ahora Jane sabía la verdad, ya todos lo sabían me agradaba que así fuera pero lamentablemente había cosas que no lograba controlar dentro de mi interior con aquella gran noticia que corría de un lado al otro, era lo último y más importante que cualquier cosa que podría suceder o que estaba sucediendo en la actualidad.
Yo estaba guardando el secreto para que Max no recuerde todos los momentos juntos, trataba de hacer lo correcto por él ya que yo aún sentía muchas cosas por él, pero lamentablemente las cosas no salieron como yo lo había planeado, ahora todo era un problema, si ahora tendríamos un nuevo problema que atender. Pero no había tiempo suficiente para preocuparse por Max, lo amaba con toda mi gracia, pero no podía, no ahora, lo más importante era sobrevivir a la emboscada de los ángeles y demonios de todo el mundo. Y ayudar a que nadie muera, que todos sigan en pie y viviendo su vida, incluyendo a Max.
— ¿Quién es Zed? —Preguntó Max.
Lo mire directamente a los ojos con una pequeña sonrisa en mi rostro, no comprendía como podía olvidar todo lo que acaba de suceder, en ese aspecto los hermanos Mitchell se parecen demasiado, supongo que ese debe ser uno de los genes que Dios les encomendó. Así como a la familia Rose les encomendó los genes de muerte y destrucción.
—Yo no puedo decirte quien es, sólo te diré que Zed no viene nunca jamás solo. Y escuché por mi mente que enviarán ángeles y demonios para atacar completamente todo lo que toquemos, es más... Matarán a la familia Rose.
— ¡No me importa!, Vete de mi habitación.
—Pero Max...
—Nada, ¡Fuera!
Al oír el tono de voz tan duro y autoritario de Max, al oír como me estaba echando, como me está pidiendo que me fuera, decidí salir de su habitación y caminé hacia donde sabía que Zed se encontraría, él me vio y yo a él. Tenía una pequeña sonrisa impregnada en su rostro que no podía borrarse más, debo admitir que parecía un muñeco Ken y eso me daba miedo. No sabía de lo que era capaz de demostrar con esa extraña sonrisa en su rostro.
— ¿Qué haces aquí? —Preguntó él.
—Te ayudaré, ambos sabemos que unos pocos demonios no pueden contigo y con Javier —Dije sin poder ni yo creer lo que salía de mis labios.
—Javier, no vino.
—Créeme, él esta... Puedo sentirlo, no me mientas hermano.
Vi como Zed no sabía nada de eso, algo malo está por suceder. Ellos eran completamente inseparables, hermanos de sangre, amigos de la lucha y demás. No era posible que no lo supiera, ayudaría a Zed y a mis hermanos.
Me comencé a sentir realmente mal por Max, pero sabía que él podía superar esas tonterías humanas de la traición, o al menos eso es lo que yo esperaba.
No era posible, ambos deberían de estar aquí. Yo lo sentía, pero Zed no a Javier y eso no me daba para nada buena espina.
—Yo no miento, sabes que mi organismo es incapaz de mentir y menos a un hermano, y eso eres tú... Mi hermano —Dije mirándolo.
—Nadie me dijo que él vendría, es completamente imposible que este aquí y ahora.
—No está aquí, pero está en la tierra... Puedo sentir como se mueve, pero no puedo adivinar a donde va —Dije negando.
—No te preocupes, algo se nos ocurrirá y tenemos a la tía de los Rose con nosotros, los demonios la tienen poseída, en su cuerpo esta él famoso demonio Abaddon. Será pan comido lograr el triunfo.
Al oír lo que salía de la boca de él asentí sabiendo que la victoria sería de los ángeles y de eso estaba completamente seguro y por ese motivo una nueva sensación, una nueva cosa se apodera de mi en todo su poder, me di cuenta que era miedo un fuerte y poderoso miedo que invadió todo mi cuerpo y mi gracia, era algo horrendo de lo cual no estaba acostumbrado.