Óscar
Desperté sintiendo como el aire era demasiado denso, no podía respirar. No recordaba nada de lo que había sucedido anteriormente, sólo la espalda angelical dentro de mi pecho. Mis ojos perdían completamente su color y había caído al suelo. Debo admitir que ni siquiera sabía cómo había despertado nuevamente, me doy claramente cuenta que no había logrado sobrevivir a la espada. No sabía cuál había sido mi destino, ¿El infierno, purgatorio o el cielo?, Había demasiadas preguntas que no serían respondidas hasta que vuelva nuevamente a la academia de demonios, sabía que mi familia me diría la verdad. O al menos eso pensaba yo. ¿Mis padres seguirán viviendo en la mansión Rose?, ¿Qué habría sido de mi familia?
Como no sabía nada de mí familia simplemente intenté salir del ataúd en el que me encontraba, utilizo mi reloj encendedor para alumbrar y ayudarme a quemar la madera para lograr salir de allí adentro. Al ver que claramente funcionaba el humo comenzó afectarme así que pateo con todas mis fuerzas y logro salir. Por suerte no estaba completamente bajo tierra y comencé sacando mi mano hasta que todo mi cuerpo logro salir, me levanté como puede muriendo de sed y hambre para ser justos, no tenía idea de hace cuanto estaba muerto.
Me teletransporte inmediatamente a mi habitación para descansar, no podía dormir en la cama así que me recosté sobre la pared y cerré mis ojos. Luego de un par de horas sentí una especie de gracia angelical, ese olor putrefacto que ellos tenían era tan horrible que inmediatamente abrí mis ojos y es ahí cuando vi a un extraño ángel con algo demoníaco en su interior, era demasiado interesante.
— ¿Quién eres? —Pregunté.
—Soy Javier —Contesto él.
—Pero... ¿Qué eres?
—Un ángel del señor.
Alcé una sola ceja esperando que esa respuesta sea una mentira que obviamente no iba a creer.
Cerré mis ojos sólo unos segundos y al abrirlos ya no estaba este extraño ángel del señor.
Un dolor de cabeza invadió mi mente, no podía pensar sólo había imágenes en mi cabeza, cosas que me hacían pensar que había salido del infierno. El dolor de cabeza se fue y fue ahí cuando volví a ver al supuesto ángel.
—Si eres lo que dices, ¿Por qué un ángel me rescató del infierno? —Pregunté mirándolo fijamente a los ojos.
—Las cosas buenas pasan. ¿Qué te pasa?, ¿Acaso crees que no deberías ser salvado?
— ¿Por qué lo hiciste?—Porque… —Me mira a los ojos guardando silencio por lo que estaba a punto de salir de sus labios y luego agrego —: Porque, Dios, me lo ordeno.
Negué varias veces sin poder creer lo que salía de sus labios, era completamente imposible.