1. Oscuros: el libro prohibido

Capítulo 24

 

Jane

 

Luego de ver esos hermosos ojos azules que Luke poseía, en tan sólo un cerrar de ojos me doy cuenta que ya no estoy donde debería, ya no estaba junto a esas hermosas personas, mejor dicho aquella familia y no comprendo ni lo que había ocurrido hace unos segundos, no podía entender cómo es que aparecí mágicamente en una banca de un parque, en un parque bastante hermoso a decir verdad.
Me levanté con la idea de encontrar una solución o por lo menos encontrar una simple razón de lo que acababa de suceder. Era bastante obvio que no estaba donde debería ya que éste lugar parecía demasiado pacífico para ser donde se llevaría a cabo la guerra, era demasiado hermoso y lleno de paz.
Comencé a cambiar sin rumbo, hacía calor no podía negar eso, pero había algo que no me dejaba continuar con esta locura. Lo sentía dentro de mi interior pero no podía luchar con lo que soy. Sé que había ocurrido algo que cambiará drásticamente la vida de cada uno de los demonios y ángeles, pero aún no sabía lo que era. No sentía miedo, ni preocupación lo cual debería darme pánico en éste momento.
Seguí y seguí con el camino, me detengo al ver que con cada paso que daba mis pies quemaban el césped de una manera horrorosa, no me gusta mucho lo que esto me da a conocer pero no me asustaré, no aún. No era una de esas personas que se asustan tan fácilmente con un abrir y cerrar de ojos.
Me detengo algo cansada y me doy cuenta que ya no debería haber luz, sé que en estos momentos debería estar oscureciendo, pero no era así. No comprendía nada de nada, al menos sabía que no era una de mis tonterías o eso era lo que yo creí en aquel momento. No me di cuenta de la realidad… supongo.
Me di la vuelta al sentir una mano sobre mi hombro, en un momento creí que quizás podría haber sido Luke que me teletransporto a un universo paralelo en busca de una salvación o algo así, pero no. No era él, era un sujeto bastante extraño a decir verdad no era como cualquier humano, demonio o ángel, era diferente y tenía un aura divina, algo que jamás había podido ver en mi vida entera.

 

Él me miro a los ojos con algo de alegría y simplemente de sus labios salió una sola palabra que me dejo completamente estupefacta: —Bienvenida al cielo, señorita Mitchell. —Dijo aquel hombre con una hermosa sonrisa en su rostro.

 

Negué varias veces, no podía ser cierto. Yo tengo que estar en la tierra, no en el cielo y menos ahora con la batalla que se está realizando en ella. No es posible, ahora todo me cuadra a la perfección pero no estoy feliz, para nada feliz.

 

—No, yo... Yo debo regresar, tengo que salir de aquí... No puedo quedarme —Le dije pacientemente al hombre que no conocía, pero al parecer él si a mí.

 

Eso no es para nada aterrador, en estos momentos Luke seguramente debe estar sufriendo y mi pequeño hermano mayor se debe de estar hundiendo en la misma nada con el hecho de encontrar una manera de regresarme a su lado. Yo sé que ellos conseguían la manera y volveré, estoy muy segura. Tengo fe en ellos y si alguien más se sumará sé que lo lograrán.

 

—Janette, óyeme. Sé que quieres regresar y ayudarlos a encontrar la manera que tú encontraste para acabar con ellos, pero lamentablemente no es así. Sólo hay una manera y ahora es imposible. A menos, claro que descubras la verdad de todo esto y ahí sí, te ayudaré. Claro que todo tiene un precio. —Sus ojos se volvieron de un color demasiado diferente, un color negro- Ya lo sabes, ahora sólo debes dejarme entrar.

 

Lo mire y negué, simplemente negaba.

 

—No, no lo haré... Jamás, Lucifer. ¿Por qué me has dicho que esto era el cielo?, Es el infierno... Y sí, encontré la manera y yo sé que ellos también la encontrarán. Sin duda alguna debo creer y así lo haré. —Le informe a Lucifer.

—Vamos querida, Jane. Si te hubiera dicho la verdad te hubieras espantado, o aún peor —Ríe un poco.

 

Observo atentamente sus acciones, era bastante extraño. A decir verdad, parecía un niño, actuaba como tal. No podía ni siquiera soportar mi silencio, con eso lo digo todo, detesto tener que aceptar que tiene razón. Pero así es.

 

— ¿Qué es lo que quieres? —Le pregunté.

 

El simplemente se rió de mi pregunta.




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