1. Oscuros: el libro prohibido

Capítulo 37

 

Jane

 

Una pequeña sonrisa se dibujó sobre mis labios al sentir los suyos sobre los míos, aquella sensación me encantaba cada vez que sucedía me hacía pensar que era nueva, realmente era mágico y me encantaba la manera tan peculiar en la que sus labios se movían era mágica e irrepetible, no había sentido nunca la calidez que en éste preciso momento podía sentir. Ambos labios se mueven en sintonía, suelto su bello rostro para colocar mis manos en su nuca acariciando ésta con lentitud y delicadeza. Tal como nuestros labios seguían aquel ritmo peculiar, no quería separarme jamás de aquellos delicados, rosados y perfectos labios que tanto me gustaba saborear. Esperaba que él piense lo mismo que yo, pero eso no lo sabía. Lamentablemente él se detuvo con lentitud y se separó de mis labios con cuidado, un cuidado que me resultó extraño pero no intervine en su decisión por miedo, últimamente el miedo y aquellas sensaciones humanas se estaban apoderando de mi cuerpo, pero eso no era posible. Lo suelto con delicadeza y comienzo a separarme para apoyar mi cabeza sobre la almohada. Esperaba que el día de hoy termine mejor, que nada malo nos suceda y que todo acabe de una mejor manera ya que no podría superar la sensación del horror.

Puedo observar que su ceño se encuentra fruncido. Las arrugas de su rostro lo hacían ver mayor. Quizás unos dieciocho o veinte años, no me gusta verlo de ese modo. Su rostro es angelical y perfecto a la vista de los demás y por lo tanto verlo de tal manera me cuesta demasiado y me duele que mis sueños no sean sólo eso, que muy pronto se hagan realidad. No quiero que lo que sueñe suceda, no quiero ver sufrir a las personas que amo. No de nuevo.

Por alguna razón sabía que los vería sufrir y demasiado, también estaba segura de que yo sería la culpable de aquello. La verdad esperaba que aquellas cosas sólo sean mentira o cosas estúpidas que mi mente creaba.

Temía, por supuesto, temía. Esperaba que las cosas sean diferentes por un bien común ¿Por qué me importaba tanto que los demás estén bien? No lo sé, no tengo una respuesta concreta para aquello. Sólo sé que quiero que mis amigos, mi familia y los demás que no tienen nada que ver que estén bien. Si yo salgo herida o muero en el camino no importaba.

Quizás no recuerdo mucho, sé que no recuerdo muchas cosas de mi vida ya que tengo como seiscientos años. Algunas cosas se me escapan, ya no soy el demonio que era, ninguno de nosotros éramos aquellos demonios del comienzo. Habíamos cambiado, ahora los demás nos importaban. Las cosas habían cambiado demasiado.

Sabía que todos los de la generación de la que yo provenía estábamos en una edad madura, lo cual no me agradaba para nada pero había que aceptar aquello ya que era parte de la vida.

 

— ¿Estás bien, Luke? —Pregunté tomando asiento sobre la cama para poder ver mejor aquellos hermosos ojos azules que él posee—. ¿Puedo hacerte una pregunta que nunca pensé que llegaría a preguntar y menos en estas circunstancias tan raras y extrañas? —Alcé directamente ambas cejas y llevé mis manos hacia su cintura acercándolo con cuidado a mí.

 

—Estoy muy bien, estoy bien… —Dijo él. Pero dentro de mí interior pude sentir que lo que salió de sus labios no eran más que una verdadera mentira—. Por supuesto, sabes que puedes preguntarme lo que quieras. No sé lo que sea, pero puedes confiar como yo confío en ti.

 

—Okay… —Susurro sobre su oído con un tono de voz atractivo y seductor para luego morder con cuidado el lóbulo de éste. Una sonrisa amplia se dibuja en mi rostro al oír el gemido ronco que se escapa de sus labios—. ¿Por qué te reprimes, Luke? —Tomo su rostro entre mis manos y niego varias veces con la cabeza—. ¿Por qué no aceptas y te rindes?

 

Al oír lo que sale de sus labios él se separa rápidamente negando con la cabeza, parecía que no le agrado para nada lo que le dije. Pero era la verdad y él no la aceptaba, su cuerpo le ordenaba cosas que su mente le negaba por respeto a su amistad, por respecto a las reglas demoniacas. Pero ya no soportaba que esto siga siendo de éste modo tan raro, me sentía extraña y ya no quería que vuelva a suceder.

Debíamos aceptar que las cosas con la edad se vuelven mucho más complicadas de lo que creíamos cuando éramos unos pequeños demonios, ahora las cosas no tenían el mismo sentido. Todo había cambiado drásticamente y aunque no nos agrade aquello había que aceptarlo sin importar que no nos agrade, las cosas pasan por algo y todo esto sucedió por una razón que aún no conocemos, una razón mucho más fuerte de lo que podríamos pensar con respecto a el.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.