1. Oscuros: el libro prohibido

Capítulo 38

 

 

Luke

 

 

No me agradaba la idea de pasar tanto tiempo con Wila. No me gustaba y mucho más por lo que había sucedido anteriormente con su hermana y todas esas cosas malas que había hecho. Supongo que no debería estar hablando con ella pero mi madre se estaba empecinando con la idea de que me vuelva su esposo, pero yo no quiero eso. No pienso ser esposo de nadie, al menos no ahora, soy joven y pienso que esté no es el momento adecuado para esas cosas, todos los días estamos en apocalipsis tras apocalipsis. No había tiempo para el amor o cosas como esas, no ahora.

Wila se acercó a mí con una sonrisa amplia, sabía que me besaría así que simplemente me alejo rápidamente de ella y niego con la cabeza. Al parecer ella había mal entendido mi acción de ayudarla, lo hice por un buen motivo y sin razón, no quiero algo a cambio por mi buena acción.

Todas las demonios del lugar se volvían completamente locas por mí, pero yo simplemente quería volver loca a una. Quizás aquella bella demonio no se daba cuenta de mis intenciones ya que realmente la amaba, supongo que esa demonio sería la única en mi lista para una boda. Yo la quería para mi e no pienso renunciar hasta que eso suceda, por lo tanto sé que ella sedera en algún momento del camino.

Esperaba que Wila se dé cuenta que no la quería, esperaba muchas cosas de aquella demonio que quizás no podrían ser captadas por ella.

 

— ¿Qué es lo que intentas, Wila? —Pregunté con el ceño fruncido al notar que se comenzaba acercar nuevamente a mí—. ¿Qué haces? —Tome fuerte sus hombros negando, su rostro se acercaba a mí y la solté para alejarme al ver que Sam se acercaba hacia nosotros.

 

—Luke, ten —Me entrego lo que parecía ser un pedazo extraño de papel.

 

—Gracias…

 

Abro el papel y un extraño brillo se desparrama por la zona de mis fosas nasales, estornudo ya que aquello era realmente asqueroso. Rápidamente tuve la necesidad de correr a la habitación de Jane, al sentir que Wila toma mi brazo mi ceño se frunce inmediatamente ya que realmente quería irme con Jane.

 

— ¡Suéltame! —Exclamé soltando aquel papel en el suelo.

 

Observé que ella lo tomo pero no le di importancia alguna, no me importaba para nada yo solo quería estar al lado de Jane en este momento. Al llegar a la habitación y notar que no me abre la puerta simplemente me teltransporto a su lado, al verla una sonrisa amplia se dibuja en mi rostro la tomo fuertemente por la cintura y la acerco con fuerza a mí. Observo que su ceño se encuentra fruncido al menos eso es lo que me demuestra aquel espejo que se encuentra en frente de nosotros, ella no estaba feliz de verme allí. No me importo lo que ella sienta, mis labios rozan su cuello con delicadeza y lentitud. Sus manos acarician con cuidado mis brazos.

 

— ¿Qué haces? —Pregunto ella. Sabía que ella necesitaba una verdadera respuesta salir de mis labios pero ni yo tenía la razón de mis actos, por alguna razón había caído como ella dice a los instintos.

 

—No lo sé… —Murmuro sobre su oído.

 

La manera en la que un gemido se escapa de sus labios activo algo raro dentro de mí, algo que jamás se había activado y me resultaba realmente extraño, pero se sentía bien y me gustaba.

Continuo besando su cuello con delicadeza y suavidad, me gustaba mucho la piel suave de su zona, besaba aquellos puntos sensibles que poseía y que tanto me gustaban. Con un movimiento rápido se da la vuelta para ver mis ojos, sé lo mucho que le gusta verme.

Le encanta observarme, tanto como me gusta ella a mi.

Lleve mis manos al final de su remera y la bajo con fuerza para luego levantarla y quitarla con rapidez, sus manos suaves y delicadas se metieron debajo de mi remera acariciando la piel de mi pecho y abdomen, sus manos son rápidas continuaron bajando con fiereza para luego subirlas y quitar mi remera del mismo modo que yo le quite la suya.

La avente con fuerza a la cama, su cuerpo al caer revoto con cuidado.

Una sonrisa se dibujó sobre mis labios y lo mismo sucedió con los suyos.

Me acerqué a ella, tomé con fuerza su cadera para luego sentarla sobre mi regazo, su cadera comenzó a moverse con fuerza y de una manera bastante peculiar, en pequeños círculos contra mi miembro o mejor dicho contra mi pelvis.




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