Jane
Caminaba con una pequeña sonrisa en mi rostro al notar que Olivia me había dejado regresar al mundo de los demonios, ya no me encontraba en el mundo mágico y eso era lo único que me importaba ya que ahora podría estar junto a Luke y a mi hermano.
Al llegar, al llegar a la habitación de Luke mi ceño se frunce inmediatamente al notar que no se encuentra allí, quizás estará en la mansión de sus padres o en la biblioteca del instituto. Se supone que hoy es nuestra graduación, el típico tonto baile y la entrega de los diplomas. En verdad nos dan una sustancia de poder, nos entregan la otra mitad de los poderes que nos quitaron en nuestro nacimiento. Éste día es muy importante para cualquier demonio, por eso tal vez no lo es tanto para mí. Me encantaría que aquello sea importante, me gustaría pensar que el instituto seguiría con las puertas abiertas para mi, pero no era así. Ya al ser una graduada las puertas de me cerraran y quedaré sola, ya no estaré con aquellos hermosos amigos que la vida me había brindado.
No era muy buena con ellos, pero me apoyaban y quizás por ese motivo alguien me abriría las puertas de su hogar. Sé que Max estará viviendo con su ángel, pero también sabía que eso no estaba para nada bien. Las reglas demoníacas lo prohíben y por ese motivo muchos de nosotros estamos sufriendo las consecuencias.
Debía contarle la historia real a Luke, sabía que él no me aceptara más; ya no me querrá a su lado luego de que le cuente quien soy realmente. Debo admitir que yo ya estaba olvidando mi verdadero yo, para mí ya era parte de este mundo de los demonios, ya no era una bruja. Realmente no sé como le podré contar la verdad, haré el mejor intento y simplemente espero que aún me siga queriendo como lo hace cotidianamente; yo jamás podré olvidarlo.
Me siento sobre el suave y delicado edredón de la cama y observo mis manos sabiendo la verdad, pero no quería creerla. Debía seguir viviendo ésta hermosa mentira que me reconforta el alma, porque si… tengo un alma. No soy un demonio, soy una bruja y aunque no lo parezca tenemos alma y sufrimos como todos los humanos y animales.
Aquello no me gustaba para nada, pero debía asimilar la verdad.
—Luke… —Murmuro al oír como la puerta de la habitación se comienza abrir lentamente.
—No, te daré otra pista —La voz de Jeremy se hace presente en la habitación.
Rio a carcajadas negando con la cabeza y con cuidado me levanto de la cama mirando al techo, sabía que su alma se encontraba aquí pero su cuerpo en el mundo de la magia. Jamás había comprendido aquel poder, jamás logré concretar aquella perfección; pero aquí era diferente, yo era importante y capaz de hacer todo lo que me propusiera.
—Jeremy… ¿Por qué no vienes de verdad aquí? —Pregunté con una sonrisa amplia en mi rostro—. Ven, ¿Ahora me temes? —Negué con la cabeza—. Ahora eres tú el que gritara y se tragara todo lo que yo diga, harás lo que yo desee y cuando yo lo quiera. Los papeles se cambiaron ¿Quién lo diría?
—Jane, jamás haré lo que tú quieras —Él hizo una pequeña pausa en su oración y luego agregó —: Tú siempre serás mi perra. No confundas las cosas.
—Ven, verás que tú serás mi perra —Murmuro mirando el techo como toda una loca desquiciada.
En un abrir y cerrar de ojos Jeremy se hizo presente y miró mis ojos con una sonrisa amplia llena de lujuria, pude leer todos esos pensamientos ilícitos. Cuando se acerca a mi niego con la cabeza levantándome rápidamente de la cama una vez más, retrocediendo lo más pronto y veloz de su lado. Lo quería lejos, jamás debí haber dicho todas esas cosas.
— ¿Qué pasa, Jane? —Preguntó él mirando mis ojos.
No puedo creer que siga del mismo modo que siempre lo veía.
Alto de cabello blanco, casi gris con esos ojos azules que combinaban a la perfección con su amuleto de la ballena azul. Su vestimenta apretada que tanto le gusta, según él las mujeres se vuelven completamente locas por él. Pero él solo quiere a una mujer que jamás se fijara en él del modo que desea, y esa mujer soy yo.