1. ¿qué quieren los aliens? (primera edición)

Capítulo 9

Pensé que la aparición de los aliens en esta escuela era para que lograran resolver lo que los humanos no podían. Ahora la cosa está más turbia que antes.

El grupo de chicos que peleaba en la vía la semana pasada quieren hacer justicia por mano propia. Andan como caranchos sobre la carroña en los recreos, a la salida, donde sea que no haya profes para que los paren, y buscan a los culpables de las fotos de Instagram. Estos patoteros, que se creen justicieros, están listos para por poco y no tirar del puente al que ellos piensen es o sean sospechosos. Esperan ver si así confiesan los culpables.

A pesar de que los profes intervinieron un poco, la cosa sigue tan tensa que todos nos enredamos en la tensión que hay por todos lados.

Los aliens parecen preocupados, hasta compungidos y adheridos con pegamento a su lugar de siempre: al lado de su líder alien que intenta ayudar a los profesores a parar las agresiones del alumnado. A la vez, trata de revolverles el cerebro a cada alumno en específico a ver si así consigue un mejor resultado.

Todo se va cuesta abajo. Dudo mucho que los aliens nos teletransporten a la cima de la montaña con lo poco y nada que están haciendo para controlar a los mamertos que de repente quieren pelear por todo.

—¿Qué crees que planeen los aliens? —le pregunto a Benja mientras comemos los puflitos que trajo—. Hasta ahora no han conseguido resolver ni la mitad de los problemas que tenemos.

Benjamín suspira, rascando un lado de su cabeza. Hace rato también cerró el nuevo libro que estaba leyendo porque le conté algo gracioso que hizo Pili el cerdito con la novia de mi hermano. Ahora que lo veo mejor, está leyendo un libro de terror, pero no entiendo ni jota qué dice el título porque el señor solo lee en inglés.

—No debe de ser fácil acomodar toda una escuela. —Benja se encoge de hombros—. No es tan malo. Pablo es un buen psicólogo, ama lo que hace.

—Bueno, contá, ¿cómo te lava el cerebro el alien? —Le doy unos codazos—. Vas a verlo de vez en cuando.

—No puedo decirte, tampoco quiero.

Benja vuelve a mirar hacia los aliens tomando café.

Si siguen así, su sangre será marrón. Desde la mañana que los veo atragantándose de café, pero no comen algo más que eso. La sangre de los aliens está hecha de café.

—Podés ir y hablar con Pablo —sugiere Benji—. Ayuda mucho.

—Benji, no necesito ni nunca necesité de un alien para limpiar mi mente.

—Ese es un apodo que nadie me dio.

—Ahora soBenji. —Sonrío, robándole el libro que lee. Es más pesado de lo que creía—. Como te decía, no necesito de un alien o lo que sea. Mi mamá dice que el mejor psicólogo es un chirlo y soy prueba viviente de que funciona un noventa por ciento de las veces.

—Mi papá también dice eso y lo aplica.

—¡¿No me digas que te portás mal?! —Me enderezo, tomándolo por los codos —¡Pará! ¡Guillermo es el que te pega!

—No.

—¡Noooo! ¡¿Fabián te pega?! —Lo sacudo—. ¡¿En serio?! ¡¿Te llegaste a portar tan mal?!

—Ahora no me porto mal. —Benji me empuja, quitándome la bolsa de puflitos—. Cuando estaba en mi barrio, Carla, mi vecina, me metía en muchos líos. A pesar de llevarle buenas notas a mis papás, me ganaba azotes por andar metiéndome en las macanas de Carla.

—¿Qué hiciste? ¿Fuiste a un boliche? ¿Te juntabas con faloperos?

—Carla se juntaba con changos más grandes, y a veces las señoras del barrio les decían a mis papás que me habían visto con los que ellas pensaban eran drogadictos o que estaba muy pegado a un malandro. —Benja se ríe por lo bajo—. Todo era suposición. Apenas si miraba a los supuestos amigos de Carla porque andaba preocupado de que no le hagan nada o le den cosas que ella acepte solo para quedar bien con ellos. 

—Mirá, no sabía que te juntabas con gente complicada.

—Parece que soy un imán para ese tipo de gente.

Le doy un empujón que casi lo tira de las escaleras de la bandera.

Suena el timbre de fin de recreo por lo que volvemos a clase. Camino al aula, veo que Ángel, Elena y Santi están metiendo papeles en el buzón anónimo debajo del afiche que pusieron los aliens.

¿Qué es lo que habrá puesto mi novio sobre él mismo?

¿Habrá dicho algo de mí?

Al darse vuelta, Ángel cruza miradas conmigo. Levanto una mano para saludarlo, pero él esquiva la mirada y sigue hablando con Elena y Elmo.

—¿Todavía no resolvés las cosas con Ángel? —Benja abre la puerta del aula y deja que entre primero—. Ya pasó mucho tiempo, ¿qué no?

Vuelvo la mirada hacia mi novio cuando aparece en el curso. Él se sienta con Elena y Santi con María Pía.

A veces quisiera ir con Ángel, preguntarle cómo está, qué es lo que hizo sin mí a su lado, contarle cómo me fue con la profe de lengua, pero me acuerdo que él no me dijo sobre Gastón, y realmente me enoja lo mucho que todavía lo quiere a pesar de que ya no son nada. Bueno, de eso tampoco estoy seguro.

Siento que Ángel solo se hizo mi novio para tratar de llenar el vacío que dejó Gastón y ahora es cuando me estoy dando cuenta.



#5138 en Joven Adulto
#25227 en Novela romántica

En el texto hay: lgbt, novelagay, romance lgbt

Editado: 07.06.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.