1. ¿qué quieren los aliens? (primera edición)

Capítulo 16

Suena el despertador a las seis de la mañana el primer finde de las vacaciones de julio. Se supone que mi rutina debía ser dormir hasta las doce y despertarme solo para ver si siguen vivos mis hermanitos, pero la cosa se complicó.

Nada parece que puede mantenerse igual después de años de seguir así.

Igual que un adulto viejo y con deudas, me pesa la cabeza apenas me siento en el borde de la cama. No solo me pesan las responsabilidades que tengo encima, también, me duelen todos los músculos del cuerpo.

Como ya fui sentenciado a hacer lo que quiera, me llegó la pena. Ni la mami ni mi hermano me hablan, tengo que mantenerme solo y ver la forma de contribuir en la casa.

Saco mi humanidad de la pieza y voy directo a la cocina a buscar el poco de café que me queda. No pude comprarme el café grande que venden en el super porque estaba muy caro y apenas me alcanzó para el torrado suave, que solo me despertará por dos minutos y tendré que tomar medio aguado porque no me puedo dar el lujo de tirar los granos de café hasta que el agua caliente pase por el filtro toda cristalina.

Vivo en mi casa porque todavía soy menor de edad, pero en cuanto tenga dieciocho estoy seguro de que la mami me va a correr. No soy el hijo que esperaba y menos alguien en quien valga la pena invertir para educación. Mientras caliento agua para mi café, doy gracias de ir a una escuela pública que solo pide el mínimo para la cooperadora a la hora de inscribirse.

Pili el cerdito es el único que sale de su cama para venir a ver qué hace su padre levantado a las seis de la mañana. Mueve su traserito y olfatea. Seguro que mi cara de amargado lo tiene un poco asombrado porque no deja de mirarme y yo no dejo de mirarlo, pronto se relame el hocico y estornuda.

Si se enferma, tendré que cavarle la tumba porque plata para el veterinario es imposible que junte y mi hermano y la mami no van a poner un peso. Es mi perro, mi responsabilidad.

Más amargado todavía, me hago mi café y me trago la amargura del día como estoy seguro de que hacen los grandes para poder vivir.

Tengo que estar en el super donde antes solo iba a comprar cosas que se olvidaba la mami, para bajar fardos de botellas, ayudar a la verdulera a sacar los cajones de verdura, reponer, lo que haga falta.

El dueño me dejó trabajar ahí durante todas las vacaciones de invierno porque se va de viaje con su familia y no habrá mucha ayuda para los empleados que quedan.

Al menos, a pesar de que no sea legal el trabajo para menores en esta ciudad, hay gente que ni bola le da a la ley.

Después de trabajar en el super, voy casa por casa a pedirles a los vecinos si quieren que les corte el pasto o lleve escombros en una carretilla que me alquila don Peloc, otro que medio se apiadó de mí y no me cobra mucho para usarla. O sea que cada día junto plata para comer y darle de comer al pilita, no me alcanza para más.

Limpio lo que ensucié y me pongo a lavar mi ropa. Al menos la pieza ya la limpié ayer.

Cuando acabo, me despido de Pili y salgo de la casa. El frío ni siquiera me asusta o me estremece. Medio me acostumbré a sentir el viento helado en mi cara. Solo con un buzo, porque los trabajos pesados me obligan a sacarme el abrigo a eso de las doce del mediodía, camino hasta el super donde seguro ya están limpiando las señoras que trabajan ahí.

Soy como los trabajadores que salen de sus casas con la cara todavía escondida al agachar la cabeza. De repente he crecido y no tengo más remedio que adaptarme porque no veo la forma de que la mami me perdone o vuelva a confiar en mí y en mi esfuerzo escolar. Mi hermano es peor, él está decepcionado y seguro que más enojado todavía porque tengo la oportunidad de ser mejor, de progresar, pero al ritmo que voy ni siquiera me quedaré en la mitad como ellos.

Al final, lo que escribí en ese papel la vez que los aliens pusieron ese afiche, es cierto hasta el último punto. Si así me veo, así soy, y no es tanto culpa de los maestros, sino mía por no poder asentar la cabeza y aprender.

Y es que es tan complicado atornillar el culo en la silla, las tareas, investigar, estar quieto en un sitio por más de una hora y tratar de pensar que lo que uno lee e intenta memorizar es útil, y aunque ahora no le sirva de nada despejar equis, es necesario porque es un paso y todos los pasos correctos dan como resultado algo bien construido.

Ángel y Benjamín lo deben de saber bien por eso se esfuerzan, por eso uno quiere las mejores notas, por eso el otro estudia inglés. Saben que eso los sacará de donde están sus papás, eso hará que su futuro sea estable.  

No es tarde para mí, pero sé que si quiero tomarme en serio la escuela voy a tener que batallar tanto conmigo mismo que de solo pensarlo ya me pregunto ¿para qué? ¿qué gano con esforzarme si al final no podré ni llegar a la universidad?

Bien podría buscarme un trabajo desde ya y empezar a ganar experiencia así seré capaz de estar como mi hermano, que no acabó la secundaria, pero tiene un trabajo más o menos estable.

Al llegar al super, me saco el buzo, saludo a las doñas que están limpiando y voy a la parte del costado, donde antes era remisería, para bajar las cajas y fardos de gaseosa para reponer lo que falta.

Hay otros chicos mayores empezando a mover los fardos, otros se tiran los bidones de agua desde un metro de distancia para no ir y venir. Eso fue lo que me hizo mierda la otra vez, pero si lo tengo que hacer, lo tengo que hacer.



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Editado: 07.06.2021

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