El brillo de los rayos del sol, se posaban sobre su piel, con dificultada camino hacia aquella cabaña, sintiendo la debilidad de sus piernas por toda la sangre que había derramado, se escondió atrás de unos arbustos al escuchar pasos y la voz de alguien acercándose
—Mamá, ¿Por qué hoy no me has hablado? —pregunto Morgana —, ¿A caso estás molesta?
Pero no tuvo respuesta, cuando se disponía a marcharse escucho un ruido, el mismo que hacía las ramas al ser pisadas, el temor la invadió, ¿Quien podría ser?, Jamás nadie había llegado hasta estás alturas del bosque, ni siquiera cuando su padre hacia sus labores se atrevían a venir
—¿Quien.. quien anda ahí? —pregunto con el temor reflejando en su voz —, quiero que sepas que no te tengo... no te tengo miedo, es mejor que salgas o... Te va a pesar
Vio como un hombre salía de aquel arbusto, con una mano en su costado, al verlo herido bajo su guardia para poder ayudarlo, ya que se imaginaba que por eso había llegado hasta este lugar, pero en escasos segundos aquel hombre se balanceo hacia ella tomándolo por el cuello, alzando la sin dificultad alguna, miro sus ojos, aquellos ojos que hicieron que una electricidad recorriera por toda su piel, pero se convenció que era por el miedo
—¿Quien eres tú? —pregunto Baltazar mientras la miraba —, ¿Dónde estoy?
Pero ella no podía responder, ya que con cada palabra que él decía apretaba más fuerte su cuello, cuando sintió que le aire no entraba más por sus pulmones, cómo pudo colocó su mano sobre su hombro para hacerlo recapacitar, pero con solo tocarlo hizo que aquel hombre saliera volando a pocos metros de ella llevo una mano hacia su cuello tosiendo fuertemente, se incorporó del suelo dónde había caído, busco aquel hombre con la mirada, pero el no se movía
Lentamente se acercó a él, al ver tanta sangre corrió a su ayuda pensando que lo había matado, tomo su mano para checar su pulso y soltó un suspiro al ver que seguía vivo, ella se mordió la uña, indecisa si dejarlo ahí o ayudarlo
—¿Y ahora que hago mamá? —pregunto
—No lo dejes morir —le susurró su madre atraves del viento
—¡Oh!, Ahora sí quieres hablar —dijo molesta
Cómo pudo arrastró el cuerpo de Baltazar hasta dentro de la casa con dificultad lo acostó sobre aquella cama, tomo las cosas de curación, empezó a examinarlo, pero al parecer tenía lastimados leves, pero había una profunda en el lado derecho, tomo un cuchillo y se disponía acortar le la camisa, pero se detuvo
«¿Quien era ella para hacer algo tan íntimo?» Pensó, ella no tenía ningún derecho a ver su cuerpo, pero necesitaba curarle la herida o se le iba a infectar, con manos temblorosas rasgo aquella tela dejando ver su cuerpo bien definido por aquellos músculos, sus manos pícaro por pasar su mano por cada uno de...
—Basta Morgana —se reprendió —, concentrarte en lo que tienes que hacer
Miro aquella herida, claramente echa por una espada, vertió el agua en un cuenco, para luego mojar el trapo delicadamente lo paso por la piel, al escuchar como se quejaba ante el dolor, después de aplicar un ungüento, para hacer cicatrizar más rápido la herida intentaba vendar la, cuando se acercó para rodar su cintura con la venda, quedando sus pechos pegados a su piel y su rostro cerca de suyo
Una fuerte mano se posó sobre su nuca, atrayendo la hasta su rostro
—Aldana, no me dejes —susurro —, por favor quédate conmigo
Cuando ella le iba a decir que ella no era Aldana, sus labios fueron presos por los de el en un beso tierno y desesperado a la vez, no supo cómo definir lo que sintió al tener sus labios junto a la de ella, pero una cosa era segura jamás había sentido algo como eso, el cayó desmayado nuevamente dejando a Morgana confundida, sin poder articular palabra alguna, con las mejillas enrojecidas por lo que había pasado, termino su labor de vendar su herida
—Aldana, Aldana —esa era lo que repetía —, por favor no me dejes
Eso repetía, tocó su frente y noto que ardía en calentura, enjuagó un trapo en el agua para pásalo por su cuerpo, mientras lo hacía no pudo evitar mirara aquel pecho que bajaba y subía por la respiración acelerada que le producía la fiebre, alzó su vista hasta sus labios los tenía entreabiertos, esos carnosos labios hicieron que se sonrojara aún más, se apartó de su lado para mojar el trapo y también para refrescar se, a su mente venía el recuerdo de sus labios, inconsciente llevo su mano caricia sus labios mientras cierra los ojos
—¡Basta Morgana! —enojada se reprendió
Con el trapo estrujado entre sus manos volvió a dónde el estaba pasándolo por su rostro, delicadamente como si de una figura de porselana se tratase, al llegará sus labios aparto el trapo y con la yema de sus dedos delineó aquellos gruesos labios moviendo su mano hasta su mejilla, le causó una pequeña electricidad al sentir su piel junto aquella barba
«Cuidado» le susurró su madre, justo al momento que se escucha movimiento cerca del bosque a pequeños metros de la casa, miedo, eso fue lo que sintió a su mente vino el recuerdo de las tropas de su tío, ¿A caso la había encontrado?, No quería morir, habían tantas cosas que tenía que hacer aún, necesitaba huir, pero cuando iba a darse la vuelta una fuerte mano se poso en su brazo impidiendo que se moviera, quiso gritar, pero otra mano estaba cubriendo su boca
—No grites —le dijo una voz gruesa cerca de su oído —, no trates de moverte
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Editado: 17.02.2021