#1 Reluminium el rey de la oscuridad

Su piel

Sintió aquellos fuertes brazos acorralar su cuerpo, mientras aquellos ojos contemplaban detallando su rostro como si quisiera descubrir sus más oscuros secreto que ella guardaba, presos en una burbuja que ninguno quiso romper la sensación el calor que se brindaban mutuamente lo sentían reconfortante
 


 

—¿No te advirtieron? Que no debías entrar a la alcoba de un hombre —dijo con una sonrisa burlesca haciendo que ella reaccionara 
 


 

—Sueltame, sinvergüenza —forcejeo —. Cómo te atreves... 
 


 

—¿Quien vino a mi busca? —le interrumpió —, a lo mejor veniste por más. Lo hubieras pedido 
 


 

Pero antes de que pudiera decir algo sus palabras fueron calladas por sus labios que demandaron los suyos en un beso cargado de rudeza mientras sus manos iban hacia el borde de su vestido, subió su mano desde su pantorrilla hasta su muslo masajeando en el proceso, ella sabía que tenía que parar aquello, pero como si su mente se hubiera desconectado con su cuerpo al no poder detenerlo, su contacto era fuego en su piel, aquel hombre dejo sus labios para recorrer con pequeños besos su barbilla hasta llegar a su cuello
 


 

Risas eso era lo que se podía escuchar de la garganta de aquella persona, apoyo la cabeza en el hueco de su cuello antes de dejarse caer al otro lado de la cama justo al lado de ella
 


 

—Nunca pese que serías así de fácil —dijo cuando pararon sus risas 
 


 

—Canalla, sinvergüenza —dijo al momento que se levantaba furiosa —, aprovechado...
 


 

Salió de ahí azotando la puerta al no encontrar ningún insulto más para definir aquel hombre, todo el tiempo hasta que la vio salir mantuvo una sonrisa en sus labios que se le borro al momento que la vio desaparecer por aquella puerta
 


 

—Tal vez ahora sí me comporte como uno —se dijo a si mismo —, pero es la única forma de mantenerla alejado de mi  
 


 

Furiosa, esa era la palabra que definía el estado de Morgana, se había burlado de ella nuevamente, había tenido la osadía de engañarla una vez más y como una una total estúpida había vuelto a caer, entro al comedor y al ver la comida servida para dos personas la rabia se apoderó de ella, haciendo que gritara de frustración, dió la media vuelta para luego ir a su cuarto, cerro aquella puerta con fuerza para luego dar vueltas por su habitación 
 


 

—Canalla, bastardo —empezo a decir —. ¡Ah!, bien Morgana relájate un buen baño y un té te relajarán —se digo a si misma —, si eso es
 


 

Baltazar no dejaba de dar vueltas en su cuarto, aún no podía descifrar quien había sido el responsable del atentado en su contra, miro toda la habitación y de pronto sitio que le faltaba el aire salió de esas cuatro paredes, recorriendo aquella cabaña, miraba al rededor era un lugar no muy grande pero se sentía acogedora, de repente se acercó a un mueble dónde había muchos objetos extraños, la rosa que descansaba frente a un viejo talismán fue lo que más le llamo la atención, una sonrisa se le instalo en los labios por un momento un recuerdo le vino a la mente pero enseguida nego, camino hacia la cosina encontrando en la mesa con la comida intacta, a lo que le hizo preguntarse ¿Por qué no habría cenado? 
 


 

Por un momento lo dudo, pero al final se teletransporto hacia su habitación, encontrando la en su cama envuelta en sus sábanas los rayos de la luna se reflejaban en su piel, brillaba como un diamante y algo de él se activo para acercarse sus manos picaban por tocar aquella piel, pero ella empezó a removerse entre las sábanas antes de que sus dedos llegarán a rozar su piel 
 


 

—No, Alejandro —murmuro entre sueños y a el no sabía por qué pero eso le molestó 
 


 

—¡No! —grito al mismo tiempo que ese levanto exaltada, el desaparición justo en el momento 
 


 

Morgana se levanta de su cama buscando agua, eso no era posible, lo que había soñado era algo irracional 
 


 

—¿Por qué, Alejandro atacaría a Baltazar? —se pregunto
 


 

Colca encima de su camisón una bata mientras se dirige hasta la cocina, tan distraída estaba que no había notado la presencia de alguien más 
 


 

—Buenas noches —dijo aquella voz gruesa pero a la vez con nerviosismo 
 


 

—¡Ah! —grito —; Acaso quiere matarme, por qué me asusta de esa manera
 


 

—Lo siento yo... —trata de disimular sus nervios — venía por un vaso con agua 
 


 

—También yo —le hizo saber, y cuándo se iba a ir se dió la vuelta para anunciarle —: Mañana, no voy a estar en la cabaña 
 


 

—¿Por qué? —quiso no sonar tan brusco pero no lo logro 
 


 

—Por que tengo... —se detuvo cuando se dió cuenta que le iba a dar explicaciones —. Eso a usted no le importa, solo le decía por... conformarse con saber que no estaré 
 


 

Iba a protestar cuando se dió cuenta que se había ido dejándolo con la palabra en la boca 
 


 

—Exasperante —le dijo aún sabiendo que ya no estaba —. ¿A dónde irá? —se preguntó
 


 

Un coraje se instaló dentro de el al recordar aquel nombre que salió de sus labios 
 


 

—¿A caso se irá a ver al tal... ? —rapidamente nego —. A ti que te importa 
 


 

La mañana llego más rápido de lo que hubiera querido, pero no es que haiga dormido mucho. Más aún cuando de su mente no dejaba de imaginarse a Morgana y aquel individuo, salió de aquella habitación, y rápidamente de arrepintió al verla salir de la cocina con un vestido entallado de la cintura holgado de color blanco que hacía resaltar su delicada piel, haciendo que pareciera una diosa 
 




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