#1 Reluminium el rey de la oscuridad

Hija

La oscuridad lo envolvía no había absolutamente nadie más que él. Miro a todos lados buscando un indicio de  donde estaba pero estaba perdido en la inmensa tiniebla cuando de repente escuchó su nombre, era apenas un susurro que incluso pensó que lo había imaginado

—Calibius —lo volvieron a llamar

—¿Aldana? —susurró al mismo tiempos que miraba por todos lado

—Calibius, ayúdame

Con esas palabras observo la figura de Aldaba que estaba tirada en la yerba mientras veía como escupía sangre de su cuerpo mientras observaba su cuerpo lleno de heridas. Corrió hasta ella

—Aldana, ¿reacciona quien te hizo esto? —pregunto mientras la estrechaba entre sus brazos

—Ayúdame —susurró mientras colocaba una mano en su mejilla

—Resiste mi amor —miro a todos antes de gritar —. ¡Ayuda!, ¡Por favor, alguien que me ayude!

Pero por más que gritaba nadie aparecía a socorrer los

—Calibius

Escucho decir antes de ver su cuerpo desparecer lentamente

—Aldana, ¡No!, no puede dejarme —grito en llanto

Ella solo sonrió al verlo desesperado atraves del espejo mientras gritaba su nombre

—¿Hasta donde piensas llegar Aldana? —pregunto el hombre a sus espaldas

—Hasta alcanzar mis objetivos —le dijo sin mirarlo

—Esta no eres tú —le dijo y ella volteo con una sonrisa fingida

—¿No?, pero sigo siendo la misma —lo miro con odio —, soy la que enviaste a las tierras del rey demonio para poder cumplir una profecía. ¿No estás feliz? He hecho lo que querías, se ha cumplido parte de tu plan solo falta la última parte

—No, de la forma que lo estás haciendo no me siento feliz

—¿No me digas que sientes compasión por ella? —dijo entre diente —, ella no es nada tuyo ¡No tienes que sentir nada por ella!

Grito dejando salir sin darse cuenta una parte de sus sentimientos

—Ella es mi familia —afirmó —, es la hija de mi hermana

—¡No! —grito al momento que lo alzaba con los ojos rojos —, ¡Ella no puede tenerlo todo! Deberías de quererme a mi, deberías de estar de mi lado no de su lado. ¡Yo soy tu hija!

Grito mientras lo dejaba caer, entonces él sintió una opresión en el pecho

—Eres mi hija y siempre te voy a querer, al igual que voy a estar de tu lado —se levanto con dificultad —, pero no me gusta la forma que estás procediendo. Ella es tu prima

—Que tu te sientas en deuda con ella, no significa que lo esté yo —se acerco tratando de acariciar su mejilla pero el la esquivó —. Deberías de estar orgulloso, he echo todo para que tu pudieras obtener lo que más ambicionas ¿no es eso lo que querías?

—Aldana...

—¿A caso no recuerdes las palabras que me dijiste aquel día?

Flashback

—Tienes que ir a las tierras del rey demonio —la miro —, tienes que enamorar al príncipe Baltasar

—Pero padre —dijo Aldana con temor —, yo...

—Escucha mi hermosa Hechicera —la tomo por la barbilla —, si tu enamoras a Baltasar y le das un hijo. Cumplirás una profecía y podrás ser tan poderosa que todo lo que quieras podrás hacerlo, incluso puedes pasar ese poder a mi

—Padre no quiero ir...

—Hazlo por mi —acaricio su mejilla —, recuerda lo que tu abuela dice cuando se enoja —ella asintió —. Repite sus palabras

—Para poder ser la mejor hay que dejar de lado los sentimientos y la familia solo así podrás alcanzar lo que te propones

—Y yo quiero ser mejor... que ella

Fin del flashback

—Querías el poder para ser mejor que ella —sonrió —, mejor que mi tía

Ella vio el asombro por que ella supiera lo de su hermana

—Si, lo se todo —lo rodeo —, se que ella mejor que tu y por eso la mataste. Le tenías envidia por ser mejor que tu, por tener la atención de tu padre. Por eso la mataste por no soportar que era mejor que tu

—Si, lo admito le tenía envidia —la miro —, y por eso no quiero que cometas tu ese error. El odio y la envidia están acabando contigo

Unas fuertes carcajadas se escuchó

—¿Envidia? —negó —, no tengo por que tener envidia de alguien a quien ya he superado

—Aldana...

—Lárgate —le dio la espalda

—Hija...

—¡Que te te vayas!

Él dio la media vuelta para irse dejándola sin notar las lágrimas que brotaban de sus ojos mientras manchaban sus mejillas

Orcos recorrió las montañas hasta llegar al valle y justo cuando entraba a su casa una mujer a apareció a su lado, él la vio con una sonrisa no pudo evitar llorar mientras se arrodillada

—Perdóname —susurró

—¿Aún no te perdonas hermano? —escucho la dulce voz de Atlana

—¿Como puedo perdonarme lo que te hice? —sollozo —. No merezco el perdón

—Nunca te culpe —sonrío —, ¿recuerdas lo que te pregunté la última vez que nos vivimos?

Él solo asintió y ella sonrió

Te dije que yo conocía la respuesta. Jamas te arrepentiste de haberme llevado, y a pesar de todo sigues sin arrepentirte de a verlo echo

—Atlana yo...

—Se que sabrás perdonarte y confío que esta vez hagas lo correcto

Con esa palabras desapareció mientras aquellas palabras rondaban su mente

>>Se que sabrás perdonarte y confío en que esta vez harás lo correcto<<

—Su majestad, ¿Se encuentra bien? —pregunto un guardia

—Si, ¿La reina está en sus aposentos?

—Si, pero esta muy delicada los médicos no creen que sobreviva

—Bien —se dio la media vuelta para irse

—Su majestad, ¿No irá a verla?

—En otro momento iré

Se alejó sin importarle nada, hace tiempo que había descubierto que su esposa nada más lo había utilizado para escapar de un matrimonio impuesto por su padre. Y así era como nuevamente se daba cuenta que la única persona que lo había amado de verdad ya no estaba más entre los vivos, el dolor era más insoportable al saber que el había sido el causante de su muerte. Había matado a su hermana y eso era lo que siempre se reprocharon hasta sus últimos días 
 




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