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Volver a la escuela nunca había sonado tan mala idea como en ese momento, viéndose juzgada por la mirada de todos los estudiantes de la preparatoria.
Todos sabían lo que había pasado, todos rumoreaban acerca de ella y todas las cosas sucedidas durante ese año, aderezando las historias a su antojo, agregando detalles que no se aseguraban si eran ciertos o no.
Solo hay una cosa que puede arruinar tu vida en la escuela, y eso son los chismes. No son las bajas notas. Nah, eso con el tiempo lo superas, pero nunca olvidarás la manera en la que otros te recordarán, con apodos vulgares o ridículos. Los rumores, chismes, el que se comente de ti maliciosamente en los pasillos. De boca en boca se esparcen como el viento a las cenizas, sin retorno.
Eso podía destruirte y repercutir en tu estado psicólogo y hasta físico.
Sofía no prestó atención a las miradas poco disimuladas de los demás estudiantes, o eso quiso aparentar, pues realmente le estaban empezando a hacer sentir turbada. Comenzó a sacar cosas de su casillero: dos libros y tres cuadernos, los tomó sin siquiera fijarse de qué materia eran. Hacía mucho con saber qué día era, ni se acordaba con qué profesor tocaba.
¿Por qué había decidido en primer lugar asistir?
En ese momento la cara suplicante de Luis se apareció en su mente, pidiendo una oportunidad de que saliera, tratara de volver a su vida...
Cómo odiaba en ese momento el ser tan débil algunas veces. Cuando se le era tan fácil decir que no a todos, tenía que venir Luis a arruinarle con aquellos ojos negro azabache que por alguna razón parecían brillar y tener efecto sobre ella.
Cerró con algo más de la fuerza necesaria su casillero y fue allí cuando se dio cuenta de la presencia que estaba a su lado.
-Ehm, ¡Hola! -dijo Fabián, a lo que Sofía no respondió, se limitó a mirarlo con sus penetrantes ojos, que le dejaron los pelos de punta al chico frente a ella.
Que miedo
Pensó Fabián al incómodo silencio, pero Sofía no parecía querer seguir extendiéndolo, por lo que simplemente siguió de largo rodeando al otro para poder dirigirse a quién sabe dónde.
Fabián reaccionó en ese momento y solo caminó tras ella, ideando la manera de entablar conversación.
Sofía era consciente de la sombra que la seguía, y se interrogaba internamente qué era lo que pretendía. Ellos no eran amigos, ni pasaban a estar fuera o más allá del término "conocidos". Sí sabía de su existencia, era un chico popular después de todo, de esos que eran riquillos, que solían estar en los equipos de fútbol y tenían un montón de pretendientes tras ellos.
Patéticos y cabezas huecas a los ojos de Sofía.
Cuando llegaron al patio trasero pudo sentir a Fabián posicionándose a su lado, igual en silencio.
¿Qué quieres conmigo? Déjame en paz, era lo que quería gritar la chica, pero sólo apretó los labios haciendo una línea y frunció las cejas, irritada e incómoda, buscando y rogando por cruzarse con Luis en ese momento para que la sacará de ahí.
Después de un minuto de estar en la entrada del patio observando a todos los que estaban disfrutando de los minutos previos de entrar a clase, Fabián decidió tomar la iniciativa nuevamente luego de sentir el rechazo tan obvio de Sofía que ni había de vuelto el saludo que había hecho.
Carraspea y dice:
-Hace mucho que no te veíamos por aquí...
- ¿Tengo que suponer que me extrañaron? - habló por primera vez en un murmuro irónico. Hasta ella se sorprendió por haber respondido. Fabián disimuló su sonrisa, no tenía malicia en ese gesto, pero podía ser malinterpretado por ella.
-Todos escuchamos los rumores... y, yo quería darte mi pésame, de verdad lamento mucho por lo que estás pasando- dijo, disminuyendo el volumen de su voz a medida que hablaba. El rostro de Sofía se ensombreció, pareciendo incluso hasta pétreo. Volvió a guardar silencio y Fabián se maldecía por haber dicho lo anterior, sabía que lo que menos quería ella era que le recordaran a su papá, lo sabía más que nadie.
Él también había perdido a alguien en un pasado..., por eso podía intuir cómo se sentía Sofía en ese momento, y por eso es que también había decidido acercarse.
-N-no quiero parecer insensible yo-
- ¿Terminaste? - Sofía hablaba entre dientes, apretando la mandíbula, sintiendo grandes ganas de gritar y desahogarse golpeando a alguien. No entendía sus emociones, solo sentía impotencia, porque se sentía atacada, como cuando los demás se burlaban de ella, y lo odiaba, odiaba sentirse así nuevamente. -No tienes ningún derecho a venir y hablarme con una lástima fingida de cosas que como dijiste, es lo que escuchaste de rumores. Lárgate, búscate más chismes en otro lado. -le dijo mordaz, a lo que el otro sólo abrió los ojos más de lo normal al escuchar los casi gruñidos. Además, que era la primera vez que la escuchaba hablar tan extenso. Y es que discúlpenlo, pero nunca había cruzado más de una o dos palabras con Sofía en alguna circunstancia en el pasado, y ella parecía ser alguien tímida y callada, pero amable. El escucharla hablar así lo hizo sentir mal y molesto, él no creía merecer ese trato, nunca le había hecho nada y solo trataba de ser bueno con ella al entender su estado.
-No estoy buscando chismes, estoy aquí porque... No sé, creí que necesitarías hablar con alguien-
-No necesito de nadie, ni tu estúpida lástima- interrumpió Sofía nuevamente.
-La estúpida estás siendo tú, vete a la mierda -escupió Fabián antes de marcharse lejos dejándola atrás llena de rabia y dolor.
Ahora tenían que entenderla a ella. Luego de tantas burlas, tantas malas miradas, puñaladas a la espalda de los que creía amistosos, ¿Qué alguien que es parte del grupo de personas que le han lastimado antes, se te acerque así de la nada a querer ofrecer consuelo y apoyo? Era muy poco creíble, Sofía estaba segura de que era solo un acto en incógnito. Solo quería sacarle información para regarla por la escuela. Y muy de paso, la había insultado. Reconocía que había sido grosera, pero él un fisgón, mucho más de mierda.
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Editado: 23.09.2022