La obsesión y la depresión no se mezclan muy bien.
Entonces, ¿por qué seguimos volviendo a estar juntos? Después de cada pelea, cada vez que juramos que era el final porque, por Dios, éramos tóxicos, siempre terminamos abrazados. No importa cuántas cosas desagradables dijéramos, al final de la noche todo estaba perdonado.
¿Por qué? Porque necesitabas a alguien que te ayudara a llevar el peso del mundo y yo estaba obsesionado con que me necesitaran.
Lo llamábamos amor, y creo que hasta cierto punto lo fue. Yo te amaba. Te amo. Tú también me amabas, eso lo creo. Pero fue empujar y tirar, desmoronarse y volver a juntarse.
Tóxico, insalubre, llámalo como quieras. Éramos un desastre, maravillosamente desastroso, pero nos necesitábamos el uno al otro.
Hubiera dado cualquier cosa por ti. Cada vez que nuestros ojos se encontraron, podría haber jurado que toda la galaxia cayó en mi regazo. Eras mi sol, mi luna y todas mis estrellas, y si pudiera, estarías es posesión de las tres. Tus ojos sonrientes siempre me han derretido y no podía, por mucho que lo intentara, decirles que no.
No sabías lo que estabas haciendo.
No tenías idea de que con solo mirarme de cierta manera estabas poniendo mi corazón en un frenesí. Tampoco tenías idea de que me ibas a sentenciar a toda una vida de preguntas y dolor porque me permitiste convertirte en el número uno.
Para ser justos, yo tampoco.
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Razón 5; Tengo que empezar a ponerme primero a mi mismo.
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