1000 Palabras Mal Escritas

CAPÍTULO 2

Abro la cortina de la ducha y cojo el albornoz. Es uno azul con puntos blancos chiquititos. Me lo pongo y salgo de la ducha a la alfombrilla que hay a continuación de ésta. Me siento en el bidé mientras que espero para secarme. Son las nueve y cuarenta. Supongo que mamá estará haciendo la cena. Huele muy bien. 
Cuando ya me he secado, cojo el pijama de sandías que tengo al lado. Meto las piernas por los huecos de los pantalones cortos y me los subo hasta la cintura. Luego cojo la camiseta de tirantes y me la pongo. En ella pone FRESH. Salgo del baño en dirección a la cocina.
 


 

—¿Qué hay de cenar?—le digo a mi madre mientras señalo a la sartén.

—Unos filetes. Pero tu no vas a comerlos—dice con los brazos en jarra.
«Eeeeh ¿qué?»

-¿Por qué no? No he hecho nada malo cómo para que me dejes sin cenar mamá.-digo levantando los brazos.

-No te voy a dejar sin cenar hija. Ese es un castigo para niños. Además necesitas nutrirte, aunque ya tienes muy buen cuerpo-abro mucho los ojos ante sus palabras y ella se gira para mirarme-. No sé que haces saliendo con el chaval rubio.

 

Mamá es muy sincera. Nunca se corta. Siempre lo dice todo. Podría decir que no es cómo todas las madres. En vez de parecer una mujer de cuartenta años, parece una chica de veinte. Lo digo por su forma de hablar y de comprender a los jóvenes. Ninguna otra madre podría ser cómo ella. 

 

-Mamá, Simón es muy bueno-digo pasándome la mano por la nuca.

-Conozco a los hombres hija. Hay muchos cómo él. Que sea un buen estudiante no significa que sea buena persona. ¿Alguna vez te has fijado en cómo trata a los demás?-comenta mi madre.
 


 

Pues no la verdad es que no. Ahora que lo pienso siempre quedamos a solas nunca voy con sus amigos. Nunca me he fijado porque nunca estoy yo cuándo está con otras personas. 
 


 

-Ya verás hija seguro que es una arpía-señala mamá.
 


 

-Sí. Seguro que lo es-suelta de repente Adrián. Doy un respingo por su aparición repentina. Me pasa el brazo por el hombro y me guiña un ojo. Yo le sonrío. Siempre me he llevado muy bien con él. Mas que un hermano es un amigo. 
 


 

-No no lo es. Le conozco muy bien-digo a los dos. Cojo un gusanito que hay en un bol y me lo llevo a la boca-. Bueno a lo que estábamos, ¿por qué no voy a cenar filetes, mamá?
 


 

Mamá le envía una mirada de complicidad a Adrián y él la sonríe. 
 


 

-Cómo no has salido nada desde que acabó el instituto, vas a salir a una fiesta esta noche con Adrián.  
 


 

-Já, ni de broma-digo mofándome de los dos.
Mamá me sonríe de una forma extraña, de esa forma en la que le dices a alguien "Sí, sí... Harás lo que yo te diga" pues de esa forma. Adrián hace una mueca de diversión y me mira.
 


 

-Alma. Vas a salir por tu cuenta o yo te llevo arrastras. Tú decides-dice mientras que se lleva un gusanito a la boca.
Me va a tocar ir, lo sé. Nunca te pudes negar a algo que dice mamá que hagas. Lo haces y punto. Me siento una idiota. Mi hermano es un año más pequeño que yo. Y que su hermana de dieciséis años vaya con él va a ser un poco vergonzoso. No por él, sino por mí. No debería pero no me apetece ir. Así que sigo insistiendo.
 


 

-Mamá no voy a ir-balbuceo. Trago saliva y me muerdo el labio superior. Tengo un poco de miedo a lo que pueda contestar.
 


 

-Sí vas a ir Alma. Parece que no tienes vida y eso no es bueno. Sólo sales con Lidia, María, Evelyn, Herena y Sira-«¿Eso le parece poco?» Me dirijo a uno de los pequeños armarios y cojo un vaso. Abro la nevera cojo el agua fría y lo relleno. Empiezo a beber agua-.También con Simón. Pero sólo quedáis para comeros enteros.
Escupo el agua y mojo a Adrián. Él dice que gracias. Más sarcástico no podría ser este niño. Mamá se empieza a reir y Adrián se une-. Hija, lo sé, yo hacía lo mismo. No te avegüences.-"Perdón" le susurro a Adrián en el oído. Él me dice que no pasa nada y se vuelve a reir.
 


 

-Bueno mamá no voy a ir y ya está no hace falta que insistas-enarca un ceja.  Sé lo que piensa. Yo también me impresiono por la valentía que acabo de sacar. 
 


 

-Vas a ir y ya. No rechistes.-pues bueno. Seguimos.
 


 

-¡No quiero mamá!-digo frunciendo el ceño. No sé cómo he hecho esto. Mamá está con la boca muy abierta y Adrián de espectador. No sé lo que está sintiendo él ahora mismo. Tiene una expresión neutra. Pero conociéndole, por dentro se estará riendo, y mucho. Pues a mí no me hace ni una pizca de gracia. Mamá se va a enfadar mucho, demasiado. Nunca ninguno nos habíamos resistido a una obligación de mamá. Sabemos cómo es. Un día Diego se negó a barrer el suelo y sólo por decir un simple "No porfa" mamá enloqueció. Así que no sé cómo no se ha teletransportado a un manicomio después de lo que acaba de pasar. A saber qué va a soltar ahora. O, peor aún, qué soltaré yo.
 


 

-¡¡Alma Olimpia Gales Ferreira!!-«Ya empezamos con lo de los nombres completos»-¡Házme caso, coño! ¡Vas a ir a esa maldita fiesta ahora mismo con tu hermano! ¡Así que vístete!
 


 

Trago saliva y tengo la suficiente valentía para soltar:
 


 

-¡Y una mierda!
 


 



#39374 en Novela romántica
#9830 en Joven Adulto

En el texto hay: amor, odio, dolor

Editado: 29.10.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.