12 Campanas NavideÑas

Una Sorpresa

Ya salí de mi empleo con la firma de abogados Schadenfreude, siento alivio de haber salido. Había la fiesta de navidad que hacen todos los años, antes me divertía y era la que organizaba todo pero ya no. ¿Quién diría que un año atrás mi vida y el sentido de esta se irían? Pues nadie, ha pasado un año y lo recuerdo como si fuera ayer.

Llego a la casa, aunque no me apetece entrar pero debo hacerlo, abro la puerta y me recibe mi perra Gigil y mi gata Makita. Veo por el pasillo la sala de estar, la cocina, el comedor y todo esta tan… triste. Recuerdos me invaden cuando ella estaba todo estaba decorado, ella en la cocina preparando la comida y siempre tan atenta con los hijos de mis hermanas, que son sus nietos, pero ahora no hay nada, coloco en el perchero mi abrigo y la bufanda y me siento en el mueble.

No sé cuánto tiempo me quede dormida, pero soy despertada por el timbre de la casa. Voy a abrir y me encuentro que son mis tres hermanas, Ramé, Jayus y Mudita; si ya lo sé nuestros nombres son raros y únicos. Lo que pasa es que a nuestra madre le gustaba aprender idiomas nuevos y usar esas palabras bellas y nosotras heredamos ese gusto por las palabras extrañas.

- La bella durmiente Acendrada… ¡Por fin despertó!- Dice mi hermana mayor Ramé, como siempre con su tono dramático.

-Ya, deja el drama Ramé- la regaña Jayus - ¿Cómo está mi segunda hermana mayor?- me dice mientras camina hacia mí para darme un gran abrazo.

-Estoy bien- le respondo mientras que también correspondo a su abrazo.

-Mejor entremos, al menos que quieren ser paletas humanas- dice Mudita, cortando el ambiente.

Las invito a pasar, nos sentamos a tomar chocolate caliente y a contarnos como nos va en nuestras vidas luego de un año. Luego de dos horas hablando, donde también fui abucheada por decir que no tengo tiempo para novios, fuimos al cuarto de mamá para empacar sus cosas. Les dije a las chicas que podíamos hacerlo otro día.

-Claro que no, no sería justo que nosotras sigamos aprendiendo a vivir con esto y tú te quedes estancada sin vivir tu vida- respondió Mudita, tenía razón en que era tiempo de superarlo.

Estamos limpiando, botando lo que no sirva y guardando lo que sí. Mientras estoy revisando una de las mesitas de noche encuentro un cuaderno, empiezo a leer y no puedo evitar que me salgan lágrimas. Mis hermanas se me acercan cuando me ven llorar.

-Es el diario de mamá- es lo único que alcanzo a decir. Comenzamos a leer y nos damos cuenta que mamá era una alocada adolescente, luego sentó cabeza, se casó y todo lo que vino con ello. En las últimas páginas que hablaba de su enfermedad había un sobre y encima estaba… ¿mi nombre?




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